El primer encuentro fue tras bambalinas. Luisana Lopilato, que disfrutaba de su música, había sacado entradas para verlo en el teatro y aceptó con gusto la invitación para acercarse a saludarlo, luego del recital. Apenas la vio, Michael Bublé sintió una conexión especial, que nunca había vivido. Quedó embelesado por esa argentina rubia de ojos claros y cara de niña. “Yo me voy a casar con vos”, le dijo, con la ayuda de un traductor, porque ni ella hablaba inglés ni él español. Pero la barrera idiomática pronto quedó saldada con las clases que empezó a tomar diariamente la actriz. Durante un tiempo, mantuvieron el contacto como amigos y cada correo intercambiado les permitió conocerse un poco más. Hasta que tuvieron su primera cita.
Un proyecto de familia
La llama aún seguía encendida cuando, meses después, el cantante volvió a la Argentina. No dudaron en verse. La cita que ideó Luisana sorprendió al cantante: lo pasó a buscar por el hotel y lo llevó a cenar a la casa familiar, en el barrio de Parque Chas. “Mis papás no sabían bien quién era, pero se pusieron la mejor ropa. Para impresionarlo, nos inventamos un mayordomo”, contó ella. Y vaya que lo hicieron, si él hasta se puso a filmar ese desopilante momento. Lo cierto es que verlos compartir y disfrutar, tan familieros y unidos como son, no hizo más que reconfirmar que estaba frente a la mujer de su vida. Pero ¿podría un músico internacional, con fama de mujeriego, sentar cabeza? Y ella, ¿dejaría por él su lugar ganado en los medios y una carrera en ascenso?
La respuesta llegó tres años después, cuando, en 2011, formalizaron la unión con un lujoso casamiento, que constó de tres partes: una ceremonia por civil y otra religiosa, con fiesta incluida en Argentina; que fue reconfirmada por otro festejo en Vancouver, Canadá, de donde Michael es oriundo y donde decidieron fijar su residencia. Al poco tiempo, la actriz confesó que planeaban muy pronto agrandar la familia: «Calculo que en dos años me gustaría tener mi primer hijo, a los 26. Y el segundo a los 28. Si fuera por Mike lo tenemos ya”, reveló Lopilato, quien tiene una diferencia de edad de 12 años con su marido.
“Mis papás no sabían bien quién era, pero se pusieron la mejor ropa. Para impresionarlo, nos inventamos un mayordomo”, contó Lopilato.
El amor se multiplica y se hace fuerte
Así, comenzaron a compartir sus proyectos, sus gustos y actividades: su vida. «Cocina muy bien y es una loca de la limpieza«, dijo sobre su mujer el músico, que se confesó muy desordenado.
Hasta que en 2013 llegó Noah, su primer y tan deseado hijo. Tres años después, la familia se agrandaría al recibir a Elías.
Luisana deja entrever algo de la intimidad a sus millones de seguidores, por medio de las redes sociales. La actriz se muestra cocinando, bailando y entreteniendo a los niños. En Canadá los acuesta a las ocho de la noche, mientras que en Argentina siempre encuentra excusas para tenerlos despiertos hasta más tarde. Respecto del idioma, no tuvieron mayores inconvenientes: aprendieron a manejar los dos en simultáneo, según a quien se dirijan. Con su mamá hablan español con acento porteño y con el padre usan el inglés. En lo que sí se reconocen iguales es en la importancia que le dan al estar presentes para ellos. Por eso, no dudan en armar las valijas y acompañar a Mike a las giras o trasladarse al sur cuando es la actriz quien tiene algún compromiso por cumplir.
La luz después de las tinieblas
En 2016, tanta plenitud se vio opacada con la peor noticia: Noah, su pequeño de tan sólo 4 años, fue diagnosticado con cáncer. Rápidamente, acudieron a los mejores médicos y comenzaron un tratamiento, luego de tomar la decisión de alejarse del foco público y de abocarse a él. La energía de la familia (incluso la de la mamá de Luisana, que se instaló en Canadá para ayudarlos) estuvo concentrada en conseguir la mejoría del menor que, finalmente, llegó. “Toda mi vida y mi perspectiva vital, mi visión filosófica sobre cómo es todo y sobre qué importa, todo cambió en un abrir y cerrar de ojos. Y es algo bueno, porque tengo mucho que agradecer”, reveló Bublé acerca del sufrimiento vivido al retornar a los escenarios.
También para la actriz transitar con su hijo esta enfermedad marcó un antes y un después. “Ya no me ocupo de tonterías, de comentarios maliciosos, de conflictos. Atravesamos juntos un dolor inmenso, que muy pocos viven a nuestras edades», sostuvo, y confesó que esa felicidad recuperada los hizo volver a enamorarse. Y en ese enamoramiento engendrarían a la menor del clan, que, claro, no podía tener otro nombre que Vida. Ahora son cuatro acompañando a Michael en su gira mundial y, luego de un breve descanso en su mansión canadiense, el próximo proyecto será instalarse en Buenos Aires para el estreno de la versión teatral de Casados con hijos. Porque los Lopilato-Bublé saben que juntos son más fuertes. Casi irrompibles. Y felices.