Cuál es el concepto de uno sobre sí mismo? ¿Cuánto influye la percepción que tienen los demás en esa valoración personal? En un mundo en el que la imagen tiene tanto peso, los dispositivos tecnológicos y las redes sociales no hacen más que acentuar la mirada ajena. Continuamente vemos cómo se asignan etiquetas y se consignan estados de ánimo sin siquiera indagar un poco más allá del texto que se comparte o la foto que se sube. ¿Realmente esto me encanta? ¿Es verdad que me siento triste? ¿Por qué aquello me divierte?
“La autoestima no es un concepto que pasa de largo por nuestras vidas; al contrario, cumple un rol muy importante”, destaca Patricia Méndez Torterolo, psicóloga y directora de Psi21 ‒institución conformada por psicólogos y psiquiatras que buscan soluciones a medida, según el paciente‒. Define la autoestima como “la imagen, concepto, estima, y percepción que tenemos de nosotros mismos; o sea, cómo nos juzgamos, evaluamos y qué valor nos damos como personas”. Sin embargo, lograr ese autoconocimiento es un proceso de aprendizaje y, según explica la psicóloga social Silvana Rubellin, también comprende la autoaceptación, el reconocimiento propio de las cualidades y los defectos: “La forma en que una persona se valora está influida en muchas ocasiones por agentes externos y puede cambiar a lo largo del tiempo”, aclara la especialista.
Cada uno tiene sus virtudes e imperfecciones: mientras hay quienes son mejores en un aspecto determinado, otros se destacan en algo diferente. Como bien advierte el dicho popular, “Las comparaciones son odiosas”, porque cada uno de nosotros es único e irrepetible . Sin embargo, algunas personas son severas críticas internas y ni siquiera lo advierten.
¿Autoestima o egoísmo?
Antiguamente, el amor propio tenía una impronta negativa, ya que se lo identifi caba con un rasgo de egoísmo. Con el correr de los tiempos y la evolución mental, se comprobó que quien no se quiere a sí mismo, difícilmente pueda querer a otros.
Rubellin comparte una imagen para grafi carlo: “En el hipotético caso de una baja de la presión en un avión, cuando caen las máscaras de oxígeno, lo primero que hay que hacer es tomar una y colocársela uno mismo. Recién allí se puede hacer algo para ayudar a los demás. Terrible apoyo puede dar quien reparte las máscaras a los demás si para el fi nal se queda sin aire”.
Mientras que para la persona egoísta lo más importante es ella misma, quien tiene buena autoestima no es excluyente: quererse a uno mismo es la base para comprender, amar e involucrarse con otras personas. También es importante diferenciarlo del narcisismo, ya que la autoadmiración excesiva no es equivalente a la confianza. Se puede tener mucho ego, pero muy baja autoestima. Hay que saber que los factores externos solo pueden darnos una seguridad momentánea. Por eso es fundamental cultivar el bienestar interior.
Las creencias limitantes
Aunque la autoestima se construye, la realidad es que no todos tienen tan a mano la posibilidad de creer en sí mismos. Algunos indicadores de baja autoestima son la autocrítica excesiva, una insatisfacción permanente, hipersensibilidad a la crítica (tomar las cosas de manera muy personal), necesidad de aprobación constante, miedo a decir “no” (excesiva complacencia), perfeccionismo, poco disfrute de la vida, tendencia a ver la realidad de un modo negativo. “Para muchas personas, suele ser más fácil expresar aquellas cosas que no les gustan de sí mismas, que las que sí”, cuenta Méndez Torterolo, y reconoce que en algunos casos es necesaria la ayuda de un profesional, para salir de esa percepción negativa de sí mismo.
“No me animo a hablar en público”, “Yo no puedo aprender a manejar”, “Es imposible que alcance eso que quiero”. En la mayoría de estos casos, existe una creencia limitante que está asociada a un miedo, construido a lo largo de la historia personal, formado a través de las opiniones de los demás o de alguna experiencia traumática. Lo cierto es que son percepciones de la realidad que nos limitan e impiden crecer, desarrollarnos o alcanzar lo que deseamos. Los profesionales advierten que una baja autoestima impacta en todas las áreas de la vida; ya sea en el trabajo, en las relaciones interpersonales o en el cuidado personal.
Rubellin considera también que, en la actualidad, las redes sociales influyen mucho en la propia valoración: “En Facebook, Snapchat, Twitter o Instagram, por ejemplo, se muestran solamente momentos felices, plenos, en viajes, y esto puede influir negativamente en una personalidad con baja autoestima”, analiza. Mirar y ser visto: esa es la propuesta de estos espacios en los que pocas veces se muestran imágenes o situaciones desfavorecedoras. Por eso, también es saludable poder desconectarse de ellos y vivir experiencias sin necesidad de compartirlas en el mundo virtual.
¿Qué puedo hacer para incrementar mi autoestima?
Si bien Méndez Torterolo aclara que “Trabajar en pos de nuestra autoestima implica un compromiso con uno mismo y con la vida. No se consigue en un día”, lo cierto es que existen algunas estrategias que colaboran para sentirse mejor. “Puede asemejarse a entrenar en un deporte: cuando empezamos, resulta difícil y requiere de un mayor esfuerzo, pero a medida que practicamos, el ejercicio se vuelve más fácil y agradable”, ejemplifi ca.
Las claves que la psicóloga sugiere son: hacer con frecuencia cosas que brinden placer, realizar alguna actividad física, poner el foco en lo positivo, mantener una alimentación saludable, llevar adelante un hobby, reunirse con seres queridos y cultivar la flexibilidad. “La autoestima ‒puntualiza‒ tiene un aspecto de eficacia personal ‒confianza en uno mismo‒ y de mérito personal ‒derecho a vivir y a ser merecedores de la felicidad”.
Rubellin, por su parte, sugiere hacer una lista con nuestras cualidades, bondades, bellezas y buenas experiencias y, a partir de ella, saber si nosotros las vemos y creemos. También recomienda rodearse de gente positiva que refuerce nuestra autoestima. “Obviamente ‒aclara‒ todos tenemos momentos complicados, problemáticos o tristes, y eso no significa que valgamos poco. Simplemente que debemos atravesar esas crisis, conociendo y valorando nuestras herramientas y posibilidades”. En conclusión, para tener una autoestima saludable hay que hacer un trabajo diario y consciente, reconociendo primero la fuente del problema y trabajando para solucionarlo.
Olvidate de ser perfecta
Tener metas elevadas puede ser motivador, pero hay que separarlo de la búsqueda de la perfección, ya que la vida no siempre va de acuerdo con lo planeado, y puede resultar frustrante no alcanzar el estándar que uno se había autoimpuesto. Por eso, cuando las cosas no son como uno quisiera que fueran, es importante también saber perdonarse y disfrutar de la vida, siendo fiel a uno mismo y sin perder la fortaleza interior.
Los errores son oportunidades de aprendizaje, y no hay nada más nocivo que sostener pensamientos de inferioridad. Es bueno aceptar que podemos fallar, sin necesariamente generalizar que en todos los aspectos de nuestra vida seamos desastrosos. Por el contrario, hay que aprender a convertir las frases negativas en positivas. Por ejemplo, en lugar de decir “No soy sufi cientemente buena”, enunciar “Haré mi mejor esfuerzo”.
Aceptarse como cada uno es y asumir la responsabilidad respecto de sí mismo son factores fundamentales para llevar una vida plena, con propósitos y valores. Para eso, habrá que concentrarse en lo que se hace bien, aprender lo que cuesta un poco más y celebrar los logros propios y ajenos; todo esto va a generar un espiral de motivación que impactará positivamente en todo el entorno.