Estar bien

La llegada de un nieto modifica la dinámica familiar y coloca a la mujer en un nuevo rol, que tiene que aprender a transitar.

Abuela por primera vez

La llegada de un nieto modifica la dinámica familiar y coloca a la mujer en un nuevo rol, que tiene que aprender a transitar.

La noticia del primer embarazo de una hija o el debut como padre de un hijo generan una oleada de emociones en toda la familia, que empieza a transitar una nueva etapa. El primer nieto le concede el título de abuela a quien hasta entonces se desempeñaba en el rol de madre, y la invita a construir un vínculo nuevo desde cero, quizás intuitivamente, pero siempre desde el amor, el disfrute y el cuidado.

DIFERENTES REACCIONES

“Hay que borrar los ideales y las relaciones perfectas. No todas las abuelas van a reaccionar de la misma manera a esta nueva noticia y a este nuevo rol, como existe la idea generalizada de que estar embarazada es un relindo estado, y quizás para algunas mujeres lo sea y para otras no. Va a depender de qué reactive eso en cada mujer”, explica la psicoanalista Ángeles Godoy. Cuenta que incluso hay quienes entran en un estado de competencia con la hija, así como otras no les permiten a sus nietos llamarlas abuelas.

Sin dudas, el hecho de ser abuelo, consciente o inconscientemente, reactiva una realidad: el paso del tiempo. Se comienza a atravesar un proceso en el que se debe asimilar que son los hijos quienes tienen ahora la posibilidad de formar su propia familia. Esto les asigna a sus padres un nuevo rol, que indefectiblemente los coloca en el lugar de los mayores. Mientras la alegría convive con la sorpresa, es fundamental respetar la voluntad de los nuevos padres en cuanto al momento y el lugar propicio para contarles a todos la noticia. También es primordial reservarse los miedos y las dudas que puedan surgir por el futuro de esa nueva familia.

ESTAR PRESENTES SIN INVADIR

Cuesta, en un principio, acomodarse a la nueva dinámica. Estar poco o estar mucho. Llamar o pasar directamente por la casa. Lo cierto es que, si bien todos son debutantes, los padres del bebé deben decidir qué es lo más conveniente para ellos. “El rol del abuelo tiene que ver con acompañar en la crianza que toman los referentes maternos y/o paternos”, describe Carolina Mora, psicóloga clínica con formación en el área perinatal. La especialista describe al abuelo como “la persona que representa la generación de los más grandes, quien transmite historias familiares y relatos de la infancia de los padres”.

A su vez, Godoy aporta un concepto clave, que es el de la disponibilidad: hacerle saber al otro que se está disponible. “Va a haber abuelos −dice− que quizás trabajen y estarán con sus nietos cuando tengan tiempo y ganas, mientras que otros, a lo mejor, no trabajan y naturalmente les gusta estar con chicos, y más al ser el nieto. Podés estar poco tiempo pero estar realmente disponible, y podés pasar mucho tiempo y que todo sea para peor”. Así como no hay una manera particular de ser padre, tampoco la hay de ser abuelo; son relaciones que se construyen a partir de la voluntad y el deseo de cada uno.

PERMISO PARA EQUIVOCARSE

Los abuelos ya fueron padres: criaron a los hijos que ahora están transitando por la etapa que ellos hace un tiempo recorrieron, por eso quizás creen saber qué es lo mejor para sus nietos. Pero, así como las obligaciones son limitadas respecto de ellos, no están habilitados, en principio, para determinar qué hacer. “Los conflictos −según refiere Mora− aparecen cuando los abuelos quieren tomar decisiones sobre sus nietos sin ubicarse generacionalmente en el rol que les corresponde”. Para mantener vínculos sanos es fundamental que cada uno respete la autonomía y el espacio del otro. También se sugiere evitar las comparaciones o referencias a lo que hacen otros progenitores.

La mamá primeriza, observa Godoy, tiene mucha presión de querer hacer las cosas bien con el hijo: “Está bueno que ellas puedan entender que equivocarse es parte de ser madre, y que la abuela también pueda entender eso”, manifiesta. En los casos de madres más absorbentes, la especialista explica que se manejan de la misma manera, no respetando la individualidad y el derecho a tomar decisiones propias con un hijo. “Lo que la abuela puede hacer, principalmente −resume−, es dar su opinión sobre un tema cuando ve algo que quizás entiende que no es la mejor opción. Con decirlo una vez es suficiente. Después, lo que haga el otro con eso va a ser tema de cada uno”.

ANTE LA DUDA, SIEMPRE PREGUNTAR

Es muy común, durante el primer tiempo, llamar para saber cómo está el bebé, si comió lo suficiente, si duerme. La recomendación de los especialistas es preguntarles a los padres cómo se sienten y qué precisan, sabiendo que están transitando una etapa distinta, con nuevos desafíos y, sin dudas, menos horas de sueño, y que necesitan, a su vez, ser cuidados. “Muchas veces, los abuelos creen que les viene bien cierta cosa y no es lo que la pareja precisa”, explica Mora, y cuenta que hay abuelas que se acercan específicamente para cuidar al bebé mientras la madre se baña, mientras que hay mujeres que prefieren la ayuda en otras cuestiones de la casa.

“Lo que se ve durante la etapa del puerperio es que la mujer también necesita ser maternada, de alguien que la contenga y la escuche; y su propia madre, cuando hay una relación positiva, propicia ese lugar”, describe la psicóloga. Se dan, entonces, alianzas con la abuela materna, porque la mujer se siente más cómoda en su compañía. “Ahí −refiere− va a depender también de que el compañero ayude a que sus padres tengan un lugar”. El recién llegado, sin dudas, origina cambios en la dinámica y en la historia familiar, y esto propicia el inicio de un vínculo que marcará a ambas partes, abuelo y nieto, por siempre.

 

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