En la familia de Elisa García hicieron un pacto: decirle a ella que los cumpleaños y los festejos son una hora antes, para que al menos llegue al momento de las velitas. En los almuerzos familiares, todos se ríen de ella. Lo hacen con cariño, pero en el silencio de su habitación, Elisa se pregunta cuál será la razón por la que nunca en su vida pudo ver a una novia entrando en la iglesia. De todos los casamientos que tuvo hasta ahora, solo una vez entró a la ceremonia. Si no, directamente, como llega al final, se queda afuera para al menos ser la primera en saludar a los novios. “Alguna ventaja tiene que tener ser impuntual”, piensa ella.
¿Mejor tarde que nunca?
En la sociedad está instalado el concepto que surge del famoso proverbio “Mejor tarde que nunca”, pero para los psicólogos esto es un error. La impuntualidad complica la vida de quienes la padecen, ya que muchas veces pierden sus trabajos o perjudican sus relaciones de pareja o familiares. Al final, ellos se sienten avergonzados y sus familias también, además de que obliga a todos a llegar tarde también.
Quizá, la clave está en que ser impuntual no es una característica propia de la persona como lo son el color de la piel o el pelo, sino que esconde algo más. “Cuando la impuntualidad es un rasgo casi constante, podemos afirmar que se trata de un síntoma. Este puede proceder de un desprecio por las reglas de convivencia, una rebelión frente a las normas, lo cual puede ser un rasgo adolescente o infantil cuando se trata de un adulto. También, puede tratarse de un rasgo obsesivo y de angustia, tanto en el caso de quien llega una hora antes como en el de quien llega sistemáticamente tarde, revelándose contra la exigencia punitiva de ser puntual”, explicó el Dr. Andrés Rascovsky, expresidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Un reloj que funciona a veces
Hay personas que se sorprenden porque solo llegan tarde cuando tienen que encontrarse con determinado amigo o cuando tienen un evento específico. Así lo explica el Dr. Rascovsky: “En muchos casos existe un desprecio o un ataque hacia el otro que espera. Es una estrategia omnipotente y de demostración de poder. Dejar esperando al otro y mostrar desprecio e indiferencia. También, ocultar los deseos del encuentro puede ser una estrategia de seducción”. Sin duda, esta podría ser una de las preguntas que debería hacerse alguien que sufre por ser impuntual: ¿llego tarde a todos los lugares o solo a algunos?
De las respuestas a estos interrogantes podrían surgir pensamientos o sentimientos que quizá jamás habíamos advertido en forma consciente.
Pero ¿se puede “curar” la impuntualidad? “Para que pueda haber solución es necesario que la persona impuntual tome conciencia de que es una acción que realiza permanentemente y que en esta forma de actuar pueda descubrir el motivo no consciente y oculto. Puede ser burla, desprecio, agresión, daño, evitación, huida, temor a lo erótico, a la agresión, al compromiso”, comentó el Dr. Andrés Rascovsky.
Reaprender a calcular el tiempo
Según algunos estudios, la mayoría de las personas subestima alrededor de un 30 por ciento el tiempo que le demandará cada tarea. Para grandes y chicos puede resultar muy efectivo “tomar el tiempo” para poder saber con exactitud cuánto nos lleva realizar las tareas diarias: ir al trabajo, preparar la cena, vestirnos para un evento. Nos sorprenderemos al darnos cuenta de que nada lleva “cinco minutos”, como muchos pensamos.
También esto puede trasladarse a la rutina familiar: si en nuestra casa todos se bañan a la mañana, es muy probable que nos atrasemos. Hablar de esto con todos y programar los horarios según el tiempo que necesita cada uno para prepararse sin duda ayudará a que todos podamos cumplir con nuestros compromisos sin estrés ni sobresaltos.
Guía rápida para vencer la impuntualidad
En su libro Nunca llegues tarde, Diana LeLonzor recomienda:
1. Adoptar una estrategia familiar: Esto implica hablar de la importancia de la puntualidad con nuestros hijos, algo esencial para que incorporen hábitos de respeto hacia los demás.
2. Fijar un sistema de recompensas: Un método clásico es darle un sticker diario al que logró ser puntual, y después premiar al que juntó más adhesivos en el mes.
3. Estudiar cómo llegar si vamos a un lugar nuevo.
4. Preparar todo el día anterior: ropa, cartera y zapatos.
5. Planear llegar siempre 15 minutos antes, para prever posibles demoras.
6. Anotar todas las actividades en una agenda.