Los últimos meses del 2017, Claudia aprovechó cada rato libre para planificar su viaje en auto a las Cataratas del Iguazú. Era una promesa que les había hecho a sus hijos, que habían escuchado a sus compañeros hablar de los diferentes saltos, de las pasarelas, de la Garganta del Diablo. Planificó el itinerario para cada día con tanto detalle, que en algún momento pensó que se tendría que haber dedicado al turismo. Finalmente, llegó el día del viaje y todo salió tal cual lo había planeado. Incluso, les tocó mejor clima del que esperaban.
A los pocos días de regresar, Claudia empezó a sentirse sin energía e incluso un poco triste. Su esposo enseguida le dijo: “Pero si acabamos de volver del viaje”. En cambio, fue su vecina la que dio en la tecla: “Lo que pasa es que te quedaste sin un proyecto”. Les había puesto tanta emoción a los preparativos, que ahora que no tenía ningún sueño, ningún plan, se sentía como vacía.
Algo similar les pasa a las personas que se casan (especialmente a las mujeres, que son las que suelen ocuparse de gran parte de la organización de la boda): después de estar detrás de los preparativos durante meses, se sienten extrañas al levantarse por la mañana y no tener una lista larga de cosas para hacer.
“Las mujeres siempre fuimos seres de planificar: mucho tiempo atrás, el proyecto de una mujer era casarse, tener hijos, tener un esposo. Esto fue cambiando. Si bien un plan no invalida al otro, las mujeres entendimos que tener un proyecto es tener un sueño. Puede ser algo relacionado con nuestro trabajo o no; pero se trata de generar algo, de poner algo nuevo en el mundo y de ser parte de eso”, explicó Alicia Belous, psicóloga especializada en el desarrollo de talentos.
Los proyectos laborales tienen un ingrediente extra, ya que refuerzan la autonomía de la mujer. “La mujer ha comprendido el valor que tiene poder sustentarse a sí misma, esto le da un sentimiento de valía en relación con su pareja. En otras palabras, le permite elegir si quiere estar con quién está, ya no por un sustento económico, sino porque es su elección. Tener un proyecto es la ‘zanahoria’ que nos hace levantar todos los días y que le da sentido a nuestra existencia”, agregó la licenciada Belous.
La propuesta del Mindfulness o Conciencia Plena
A pesar de los beneficios de tener una o varias metas, algunos profesionales advierten sobre el riesgo de caer en la búsqueda desenfrenada de ocupaciones o actividades, sin hacer pausas que nos permitan disfrutar de lo que hacemos.
“Esto está muy relacionado con la cultura del hacer; estamos permanentemente con el modo mental de obtener objetivos, ganancias, metas y logros, pareciera que olvidamos vivir de otra manera. En el Mindfulness, también llamada ‘Conciencia Plena’, lo que se busca es aquietarse, dejar de hacer. Como dice Jon Kabat-Zinn, uno de los referentes de esta disciplina, implica estar donde ya estamos, sin tratar de que nada especial suceda. Más que logros extraordinarios, en esta tradición, lo que buscamos es vivir plenamente lo ordinario. En ese sentido, es importante no sobreexigirse ni convertirse en un adicto a los logros. No es que esté mal tener proyectos, la clave está en sumarnos a ideas que nos hagan plenos, que son realmente esenciales para nosotros”, comentó el licenciado Javier Cándarle, docente de Mindfulness para psicoterapeutas y autor de varios libros.
Quizá esta sea la clave para encaminarnos hacia una nueva meta: elegir un proyecto que nos haga sentir felices y que nos permita aportar algo nuevo, a los demás y a nosotros mismos. “Todos los seres humanos estamos lanzados a tener una vida significativa, y los proyectos pueden ser una expresión de ella, pero no cuando estos intentan tapar un vacío”, agregó el psicólogo Cánderle.
Cómo mantenernos motivadas
La motivación es prácticamente lo más importante para alcanzar una meta, para alcanzar nuestro objetivo, pero a veces decae. Según Stephen Key, colaborador de la revista Entrepreneurs, es importante tener algunas tácticas de antemano para sostenerla y así no frustrarnos durante el proceso.
Alimentar nuestra alma. Cada uno sabe qué le hace bien, tal vez se trate de escuchar cierta música o de hacer una caminata por nuestro lugar preferido. Para otros, es rodearse de personas optimistas, que ayudarán a ver el vaso medio lleno, siempre.
No dejarnos vencer por los obstáculos. Hay días buenos, otros no tanto. Hay cosas que nos cuestan más y otras menos. Pero nunca tenemos que dejar de pensar en nuestra meta. De esta manera, las vallas que aparezcan en el camino no nos derrumbarán.
Pedir ayuda. No tenemos que saberlo todo. Si tenemos dudas sobre algún tema en particular, pidamos ayuda. Seguramente tendremos a alguien en nuestro entorno que conozca del tema y nos pueda orientar.
Buscar inspiración. Puede ser un libro, una película o una canción. Encontrar algo que nos recuerde de qué somos capaces nos ayudará a encontrar la inspiración los días que nos sentimos con “la hoja en blanco”, sin saber para dónde ir.
Tener un hobby. Puede ser cocinar, bordar, tejer, algo que te saque de la rutina y realmente disfrutes de hacer. Eso te ayudará a cargar energía cada vez que te sientas desalentada en el camino hacia tu meta.
Emprendimientos: las mujeres a la cabeza
Un informe publicado por el Centro de Investigación Entrepreneurship GEM (Global Entrepreneurship Monitor), del IAE Business School, reveló una tendencia creciente de mujeres emprendedoras en Argentina. Según este reporte, en 2015, el 19 por ciento de los hombres estuvieron involucrados en algún tipo de actividad emprendedora, mientras que en el caso de las mujeres la cifra fue del 16 por ciento. Los investigadores observaron un aumento del cinco por ciento con respecto al año anterior.