Viviana García empezó a notar que los jeans cada vez le quedaban más ajustados. A punto de cumplir 50, repasó si había hecho algún cambio en su alimentación, pero no encontró nada que le llamara la atención.
Cuando le contó a una compañera de trabajo que estaba aumentando de peso, esta enseguida le sugirió que pidiera un turno con un endocrinólogo, para descartar un problema de tiroides o saber si se trataba del inicio de la menopausia.
En el consultorio, el médico la escuchó y le preguntó “¿Estás haciendo ejercicio?”. Ella dijo que no. El medico replico: «Ahí esta la respuesta».
“Existen varios mitos en torno a los problemas hormonales y el aumento de peso. Salvo que se trate de problemas muy puntuales, como por ejemplo que la persona tenga una gran descompensación de tiroides o de glándula suprarrenal, por lo general, cuando una persona aumenta de peso, lo más probable es que esto sea consecuencia de algún cambio en la alimentación o la actividad física”, explicó el doctor Joaquín Argonz, endocrinólogo.
Causas y consecuencias
“En general, la gente viene ilusionada atribuyendo su sobrepeso a un posible problema de tiroides, que después del estudio se descarta. No obstante, hay ciertas personas a las que les cuesta más bajar de peso debido a que tienen un aumento en la fabricación de insulina en la sangre, sin ser necesariamente diabéticos. Esta condición se llama hiperinsulinemia”, agregó el médico, que también es diabetólogo.
Una de las características de la hiperinsulinemia es la acumulación de grasa abdominal localizada, que puede reducirse disminuyendo la insulina con medicación, dieta y ejercicio. Si bien no hay un tipo de actividad física sugerido para todos, la recomendación es hacer ejercicio aeróbico al menos 150 minutos por semana.
“En personas que tienen problemas hormonales puntuales, como descompensación de tiroides o de glándula suprarrenal, podría existir un aumento de peso, pero si la persona aumentó 30 kilos, en el caso de la tiroides, solamente se le podría atribuir el 10 por ciento o menos de ese sobrepeso al problema hormonal”, explicó el endocrinólogo.
¿Y la menopausia?
Según la Clínica Mayo, “los cambios hormonales de la menopausia pueden hacer que la mujer sea más propensa a aumentar de peso alrededor del abdomen que en la zona de las caderas y los muslos. Sin embargo, los cambios hormonales por sí solos no necesariamente provocan aumento de peso durante la menopausia, sino que suele estar asociado con el envejecimiento, además del estilo de vida y los factores genéticos”.
También hay otros factores que inciden, como una disminución de la masa muscular y un aumento de la grasa corporal. “Las mujeres mayores de 50 empiezan a sufrir una reducción de masa muscular con consecuencias en su vida cotidiana. Por ejemplo, el estudio Framingham sobre enfermedades cardiovasculares demuestra que el 40 por ciento de las mujeres de entre 55 a 64 años no pudieron levantar un peso de 4,5 kilos”, señala un documento de la Organización Mundial de la Salud sobre mujer, envejecimiento y salud.
La delgadez también se hereda
“La obesidad es un problema muy complejo y no es simplemente un problema de fuerza de voluntad o autocontrol. En general, es el resultado de una combinación de comer mucho, hacer muy poca actividad física y la genética”, define la Sociedad de Endocrinología.
Una mujer que llega a la menopausia y se mantiene delgada, es muy probable que descienda de una familia de personas delgadas, sin tendencia a la acumulación de grasa en la zona abdominal.
Más allá de los genes y los hábitos, el exceso de peso aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca, diabetes tipo 2, problemas respiratorios y cáncer de colon, de mama y de endometrio.
En definitiva, si bien hay personas que tienen más predisposición para engordar que otras, el aumento de peso se produce cuando el cuerpo ingiere más calorías que las que quema.
También hay medicaciones que pueden provocarlo, como los medicamentos para la diabetes, para enfermedades psiquiátricas, desórdenes neurológicos y enfermedades inflamatorias. En esos casos, el médico podría indicar cambiar de medicación que no tenga este efecto.
Más sueño, menos peso
Perder tan solo 30 minutos de sueño por día, durante varias semanas, puede tener consecuencias sobre el peso y el metabolismo. Así lo señala un estudio que fue presentado por la Sociedad de Endocrinología.
Hasta ese momento, se sabía que dormir poco estaba asociado con la obesidad y la diabetes, pero este hallazgo, liderado por el profesor Shahrad Taheri del Colegio Médico Weill Cornell en Qatar, demostró que una reducción de 30 minutos de sueño al día puede tener efectos significativos en la obesidad y la resistencia a la insulina.
Para aquellas personas que duermen poco en la semana y después se proponen recuperar el sueño perdido durante los fines de semana, este estudio también hace su aporte, ya que lo que puede desencadenar un problema metabólico es la falta de sueño, más allá de que el sábado o el domingo nos propongamos dormir más .