Los juguetes son para divertirse, aprender y estimular la creatividad de los más chicos de la casa, que deberían, entonces, sentirse libres de elegir, de preferir. Pero el mundo infantil parece no poder escapar a los estereotipos de género. Productos y publicidades se dirigen específicamente a nenas o a varones. Así, las góndolas ofrecen al “universo femenino” belleza, dulzura, cocina y la posibilidad de ayudar a mamá en las tareas domésticas o en la crianza de los niños. A los chicos, en cambio, les reservan la acción, el deporte, la construcción y los medios de transporte.
En esta diferenciación, se impone que las nenas deben ser tranquilas y dedicarse a las tareas de la casa; mientras que los nenes tendrán que mostrarse fuertes y competitivos. El mundo ha evolucionado, y así como hay mujeres que ocupan puestos importantes, también existen hombres que se ocupan de la crianza de sus hijos y las actividades cotidianas en el hogar. Entonces, no deberíamos escandalizarnos cuando ellas juegan a la pelota o ellos a las muñecas. ¿Quién determina que chicos y chicas no puedan jugar libremente a lo que elijan?
Cómo derribar los mandatos
El juego en los niños es, entre otras cosas, su manera de expresarse y su forma de ensayar la vida. Tanto la industria como los adultos solemos rotular los juguetes, y así limitamos así la capacidad creativa de un niño para jugar, lo que influye en su elección tanto presente como futura. Observaciones que solemos decir con frecuencia, tales como “le gusta jugar a la pelota, será futbolista” o “juega mucho con bloques, seguramente será ingeniero”, son frases comunes que parecen inocentes pero que van limitando la capacidad electiva de los niños, acotando sus acciones en el juego y de alguna manera condicionando sus futuras decisiones. ¿Qué podemos hacer entonces como sociedad? ¿Cómo modificar estos mandatos? El primer paso es hablar con los chicos, explicar que juguetes, ropa o trabajos no tienen sexo; que tanto hombres como mujeres pueden realizar múltiples tareas. E intentar una crianza respetuosa.
“El juego no es un mero pasatiempo y, además de poseer muchas veces reglas y normas, ya lo que ocurre desde su elección, planeamiento (así sea un juego de cartas, de mesa o unas escondidas al aire libre, por citar algunos casos), ejecución en tiempo y espacio, su puesta en escena y su desarrollo y disfrute no transcurren de una manera solo recreativa. Es una función vital, creativa e inherente al ser humano; de alguna manera nos permite constituirnos como tales”, explica Sandra Herzberg, terapista ocupacional y docente de la Asociación Civil Argentina de Puericultura.
Si bien los roles de género son cada vez más flexibles, todavía hay mucho camino por recorrer. La especialista recomienda dejar que sean los propios niños los encargados de elegir: “El juego no posee un color, sino que es un arco iris de colores y matices. Dejemos que ellos, que son los expertos en juegos, puedan decidir libremente según sus deseos y necesidades en cada momento. Pudiendo acompañar, contener, dando rienda suelta a sus fantasías y su imaginación; sin fomentar los estereotipos que venimos arrastrando desde hace tanto tiempo; que lo único que logran es limitar su desarrollo y sus capacidades”. Para Herzberg, lo importante es “que puedan jugar por el placer de hacerlo, sin tabúes, sin preconceptos ni prejuicios. Ya no debería haber juguetes y juegos de niño o niña, sino más bien, juguetes para jugar, crecer, ser, conocer y conocerse”.
¿Querés jugar conmigo?
Laura Lospennato y Manuel Saintotte son diseñadores industriales y se conocieron en la facultad. En 2014 obtuvieron una beca de estudio para especializarse en Management of Design en Tokio, Japón. Al regreso de esa experiencia, crearon IKITOI, una línea de juguetes de posibilidades infinitas, como los catalogan: piezas geométricas de gran tamaño y conectores de plástico flexible, con los que cada niño podrá inventar su propio universo, pintarlo, dibujarlo y agregarle los accesorios que desee. “Cada juego estimula diferentes tipos de habilidades y prepara para diferentes situaciones del futuro. Independientemente de si se es niño o niña, es importante tener oportunidad para acceder a la amplia variedad de juegos”, explican. Así, un varón que pueda jugar a cuidar un bebé se está preparando para ser un dulce y cuidadoso padre en el futuro. Si juega a cocinar y limpiar, entrena sus habilidades de la vida diaria y contribuye a su autonomía. Y si una nena se entretiene con juguetes de construcción está entrenando su inteligencia espacial, fundamental si en el futuro elige ser una gran arquitecta. Si juega a la pelota, trabajará su motricidad y la capacidad y disfrute de jugar en equipo. Si los niños solamente juegan con una cierta línea de juguetes, entonces están perdiendo la posibilidad de adquirir muchas otras habilidades. ¿Y qué mejor que aprender jugando?.
Fuera las etiquetas
La campaña inglesa “Let Toys Be Toys” (Dejemos que los juguetes sean juguetes) intenta liberar a los productos de sus restricciones de género, para que sean neutrales en su presentación y packaging. “Los juguetes son para divertirse, para aprender, para avivar la imaginación y fomentar la creatividad. Los niños deben sentirse libres de jugar con los que más les interesen. ¿No es hora de que las tiendas dejen de limitar la imaginación de los niños diciéndoles con qué deberían jugar?”. La propuesta es simple: que minoristas, libreros y fabricantes clasifiquen y etiqueten juguetes y libros por tema o función, en lugar de por género, para que niños y niñas elijan con libertad.