En armonía

A veces nos resignamos frente a algunas cuestiones de nuestra personalidad.

Cómo ser mi mejor versión

A veces nos resignamos frente a algunas cuestiones de nuestra personalidad.

Como cada miércoles de los últimos dos años, Carolina llegó tarde a encontrarse con sus amigas. Como ya la conocen, Inés y Verónica habían pedido algo para picar mientras la esperaban. Por WhatsApp les había adelantado que tenía algo para contarles. Ellas estaban seguras de que estaría relacionado con el trabajo: hacía mucho que estaba esforzándose más de la cuenta para lograr un ascenso. Por fin, Caro abrió la boca y muy solemnemente les contó a sus amigas: “Le dije a mi psicóloga que quiero ser mi mejor versión. Se vienen algunos cambios, amigas”.

Una meta que nos hace más felices

“A lo largo de la terapia, es posible que surja la intención de optimizar los recursos con los que uno cuenta y potenciar aquellas cualidades que tenemos y muchas veces no advertimos. El resultado es una persona más a gusto consigo misma, que se vuelve más productiva y alegre, y que irradia todo esto a su alrededor”, explicó la Lic. Marcela Karner.

Basta con escucharnos cuando nos describimos al entrar en confianza con algún desconocido para darnos cuenta de que muchas veces pensamos que somos de una determinada manera, como si fuera un contrato con nosotros mismos, para toda la vida. En el caso de Carolina, posiblemente ella se presente como: “Soy la impuntual del grupo, siempre llego tarde”. Sin embargo, con algunos ajustes en su forma de organizarse cuando tiene algún compromiso, ella podría modificar esto que hasta el día de hoy siempre la definió. Tal vez, para encarar el proyecto “ser mi mejor versión”, sea necesario reflexionar acerca de lo que significa aceptarnos tal cual somos, un concepto muy difundido en los últimos años.

 

¿Aceptarse o resignarse?

Para la psicóloga Gisele Holc, la aceptación y la resignación no son conceptos opuestos. “Muchas veces, el aceptarnos como somos es el punto de partida para hacer algunos cambios. Podemos aceptarnos tal cual somos y al mismo tiempo querer cambiar o potenciar aquellas partes de nuestra personalidad con las que no estamos tan conformes”.

La lista de cosas que podríamos querer cambiar es infinita, pero podría incluir: tener una mejor relación con los padres, con los hijos, con la pareja; trabajar menos (en los casos de quienes pasan mucho tiempo fuera de casa); tener una alimentación más saludable, ser menos gruñón, ser más positivo, ser menos irónico, tener más vida social o, al contrario, pasar más tiempo con nuestra familia.

 

Cambia, todo cambia

La decisión de evolucionar o de proponernos mejorar algunos aspectos de nuestra persona no viene sola. Es probable que esas características nos hayan traído problemas una y otra vez. Y es ahí donde aparece la oportunidad de hacer un cambio. Aunque también podríamos quedarnos repitiendo la frase: “Soy así, qué le voy a hacer”.

“Es importante, para que alguna situación no vuelva a repetirse, que uno se lo plantee y haga un trabajo personal a fin de que no suceda una vez más, pero también es necesaria una mirada mucho más autocompasiva. Desde la crítica y el desprecio hacia uno mismo es poco probable que podamos cambiar algo. Nadie hace las cosas a propósito para lastimarse. Cada uno hace lo que puede hacer, y por suerte tenemos en la vida la posibilidad de reflexionar y cuestionar nuestros actos. Tal vez un camino posible sea cuestionarnos qué pasó, por qué, qué podría haber hecho de otra manera, cómo reaccionaría frente a una situación similar”, comentó la Lic. Marcela Karner.

Empezar de a poco

Una de las claves para alcanzar la meta de mejorar esos aspectos que nos molestan es establecer objetivos concretos: “Para empezar este cambio podemos hacer una lista de las áreas de la vida o los roles que nos generan conflicto. Después de hacer una revisión de la lista, podríamos establecer objetivos concretos. Es importante que sean objetivos posibles. A continuación, será el momento de analizar si contamos con los recursos para alcanzarlos y cuáles son nuestras limitaciones”, especificó la Lic. Gisela Holc.

“La aceptación no es lo mismo que la resignación. Por el contrario, aceptación es aceptar las cosas tal como son y, en caso de tener la necesidad de modificar algún aspecto, implica un compromiso activo y consciente con el cambio. Algunas veces se puede y otras veces no; en ese caso nos tocará entender que eso no se puede cambiar”, agregó la psicóloga.

Según la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), la mayoría de las personas argumenta que si tuviera más fuerza de voluntad lograría cambiar muchos hábitos. “La fuerza de voluntad es la habilidad de resistir tentaciones de corto plazo en pos de alcanzar objetivos de largo plazo. Pero esto se ejercita. Ya sea que una persona tiene la meta de bajar de peso, abandonar el cigarrillo, estudiar más o pasar menos tiempo en Facebook, la fuerza de voluntad es un eslabón esencial para hacer posible que alcancemos nuestra meta”, define la APA en su publicación “Qué debemos saber sobre la fuerza de voluntad”.

Mirar para atrás y darnos cuenta de que pudimos cambiar al menos una de las cosas que nos molestaban de nosotros mismos será la mejor gratificación para seguir adelante en busca de alcanzar el objetivo: ser nuestra mejor versión.

 

Plan para sentirnos orgullosos de nosotros mismos

  1. Pensar cuáles son nuestras mayores virtudes y tratar de potenciarlas.
  2. Rodearnos de gente que nos hace sentir bien y a gusto.
  3. Hacer alguna actividad física que nos guste.
  4. Dejar de compararnos con los demás.
  5. Identificar si queremos cambiar por nosotros o porque los demás nos dicen que debemos hacerlo.
  6. Proponernos un objetivo por vez.
  7. Recordar que siempre podemos volver a empezar.

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