Una de las consecuencias más desalentadoras de una mala organización es ponerse una cantidad de pendientes para el día siguiente y no llegar a cumplir ni la mitad de ellos. Más aún, cuando se trata del cuidado de los hijos, ya no son únicamente las necesidades personales las que hay que ver satisfechas. Sin dudas, las madres experimentan un cambio vertiginoso que las obliga a reorganizar la dinámica familiar y a volver a tomar el control del tiempo para no sentir que la rutina las absorbe.
Importancia versus urgencia
Lo primero que hay que tener en cuenta es que no todas las tareas tienen el mismo impacto ni necesitan ser resueltas con la misma rapidez. “Si bien convivimos en una sociedad donde compartimos algunos valores, aquello a lo cual uno le otorga importancia depende de cada persona. La urgencia, en cambio, hace referencia a algo que apremia, que urge, que requiere atención inmediata. Algo puede ser importante y no urgente. También algo puede ser no importante y tornarse urgente de acuerdo con alguna situación particular. La urgencia es siempre importante por definición”, diferencia el psicólogo cognitivo Diego Herrera, coordinador del Equipo Interdisciplinario Cognitivo Comportamental.
En el libro La trama del tiempo, el experto en las teorías de administración del tiempo, Alec Mackenzie, explica que si bien se trata de un recurso limitado, existe la posibilidad de controlar cómo se utiliza la cantidad de tiempo que se tiene a disposición. Para eso, propone diferenciar las tareas en cuatro categorías:
♦ lo importante y urgente (lo que hay que hacer ya);
♦ lo importante pero no urgente (lo que se puede demorar);
♦ lo urgente y no importante (lo que se podría delegar);
♦ lo que no es ni urgente ni importante (lo que es posible descartar).
En este sentido, para aprender a priorizar actividades es fundamental preguntarse si lo que se va a hacer es lo mejor que se podría estar haciendo en ese momento.
¿Por dónde empezar?
Se puede comenzar por revisar y clasificar las tareas. De este modo, es posible realizar una planificación, y dejar de invertir tiempo y energía en cosas insignificantes. “Cuando pasás el día con hijos, tu rutina debe adaptarse a sus necesidades, debés ser flexible y dejar espacio para los imprevistos. Es por esto que resulta imprescindible saber en todo momento cuáles son las tareas que teníamos pendientes y en qué punto las dejamos”, refiere la psicóloga Neus Virgili, quien desde su portal web aconseja a otras mujeres sobre organización de proyectos.
Lo cierto es que si se dejan cosas importantes sin hacer llegará un momento en que se convertirán en urgencias o directamente ya será demasiado tarde para llevarlas a cabo. En cambio, si se eligen las prioridades reflexionando anticipadamente, seguramente esas tareas importantes se harán con la suficiente antelación.
“Tanto la organización del tiempo, como crear hábitos sanos y funcionales guiados por valores, construyendo un estilo de vida acorde con ello, es sumamente importante para ‘armarse’ una vida que valga la pena ser vivida”, explica Herrera. Por el contrario, observa en sus pacientes que “el modo disfuncional en priorizar actividades los lleva a estilos de vida contrarios a sus valores, lo que les provoca en muchos casos aislamiento, depresión, insatisfacción y frustraciones”
Cómo priorizar actividades
Lo primero y principal es eliminar las tareas innecesarias y aprender a decir que no cuando algo no está dentro de las posibilidades. También es importante mantener el enfoque y la concentración en las metas, para lo cual sirve ponerse tanto objetivos diarios como de largo plazo.
En cuanto a la organización del día, lo mejor es hacer las actividades en las horas de más productividad personal. Virgili sugiere identificar “qué tareas son las que requieren más de vos, y en esos momentos en los que te sientas a tope, vayas a por ellas”. Es fundamental ser realista sobre lo que se puede lograr, así como pedir ayuda y aprender a delegar en familiares, amigos y personas de confianza.
Herrera cuenta que recibe consultas por presuntos trastornos mentales, y a veces el problema está en la organización de las actividades en el día a día. En estos casos, él sugiere: “La implementación de una agenda o anotaciones (hay varios programas para celulares incluso), para jerarquizar las actividades en la semana. Listar primero las variables o actividades a realizar, y luego distribuirlas de acuerdo con el tiempo disponible. Es un modo panorámico de observar la distribución de actividades, el tiempo consumido y la prioridad otorgada a cada una. Incluso se pueden realizar ajustes y modificaciones diarias, ir tildando lo concretado”.
Tiempo personal
Siempre quedarán en la casa cosas por hacer y asuntos por resolver, pero es necesario, en algún momento, tomarse un tiempo para recuperar energía, sin ningún remordimiento. También hay que incluir en la agenda una dosis diaria de cuidados personales. Si no existe la forma de hacerlo por fuera, se puede buscar la manera de incluirlo en el hogar.
La familia no establece horarios de descanso y la maternidad es un contrato de por vida que trae consigo muchos cambios. Es entonces cuando más se requiere, como manifiesta Herrera, “ser flexible, pensar los problemas o situaciones de distintos modos, acudir a soluciones prácticas y realistas, y jerarquizar las necesidades o situaciones a resolver”. Por eso, si en esta etapa no existe la capacidad de distinguir lo que es importante de lo que no, se corre el riesgo de ocupar el tiempo con supuestas urgencias que no son tales, perdiendo de vista las tareas que sí marcan una diferencia.