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Está comprobado científicamente que las mascotas tienen emociones complejas hacia las personas

El amor en los animales

Está comprobado científicamente que las mascotas tienen emociones complejas hacia las personas

Entenderse con una mirada o saber lo que le pasa al otro sin necesidad de que medien palabras sucede cotidianamente con los perros y los gatos, quienes suelen también jugar entre ellos y llegan a manifestar malestar cuando su dueño demuestra afecto hacia otra mascota. ¿Será que sus reacciones son solamente impulsos, o habrá algo de cierto en que únicamente les falta hablar para ser un humano más? ¿Por qué se genera entre ellas y nosotros un lazo tan fuerte? ¿Los animales se acomodan a la realidad que les toca vivir o realmente sienten afecto y pertenencia a la familia?

Ciencia versus saber popular

Está comprobado que cuando una madre interactúa con su bebé e incluso cuando las personas sentimos confianza entre nosotras liberamos oxitocina, la llamada “sustancia química del cariño”. El vínculo entre las mascotas y de ellas con los humanos se basaba, en cambio, hasta hace poco tiempo, en sensaciones, pero no en datos concretos. Fue el investigador estadounidense Paul Zak quien logró probar, luego de realizar varios estudios, que también los animales liberan esta hormona cuando entran en contacto entre sí y cuando se relacionan con las personas.

El médico veterinario Fernando Catrina explica que en los animales existe, a su vez, la presencia de serotonina, la hormona del placer, cuya disponibilidad aumenta al momento de interactuar con sus dueños, lo que les genera un estado de bienestar. De todos modos, aclara que el amor es un sentimiento exclusivamente humano. “Hay algo parecido en perros y gatos porque son especies sociales, según el trato y la interacción que tengan con los humanos. Es una conexión con el propietario”, describe.

Lo cierto es que, aunque el lazo de las personas con sus mascotas siempre fue intenso, recién ahora es avalado por la ciencia. “La realidad estaba finalmente en el medio. Claramente, el perro y el gato no son seres humanos, pero eso no significa que no tengan mucho de humanos”, analiza el médico veterinario Claudio Gerzovich Lis, quien profundiza: “Los animales y los humanos pertenecemos al reino animal; lo que hay es una diferencia de grado entre las especies, no de clase”.

Emociones compartidas

Como en toda relación, el dueño y su mascota aprenden el uno del otro, y así construyen un vínculo único e irrepetible, que va más allá de la compañía. Hay actividades comunes, así como espacios propios. Tanto los perros como los gatos tienen la capacidad de entender el tono de las palabras y los gestos de sus propietarios, y reaccionan de acuerdo con lo que se espera de ellos.

Gerzovich Lis explica que los animales te hacen saber cuál es su estado de ánimo, aunque está en uno poder interpretarlos. A su vez, son especialistas en detectar emociones humanas. “El perro te mira y sabe cómo estás. Ellos no ocultan ni se les puede ocultar. Si te sigue es porque te quiere seguir. No hay especulación. Hay transparencia. Por eso el vínculo que se establece con los animales es tan fuerte”, describe.

Al no tener un lenguaje verbal, su manera de demostrar el cariño es a través de distintas posiciones, fundamentalmente de la cola y de las orejas, al recibir a la persona cuando llega e incluso al recostarse al lado de su dueño. El lamido, el ladrido y el olfato son otros modos que tienen los perros de comunicarse, tanto con las personas como entre ellos. Los gatos tienden a frotarse o a enroscar su cola como una manifestación de confianza.

Estar y pertenecer

Si bien está comprobado que los animales poseen muchos comportamientos que se creían únicos del hombre, como el sentimiento de afecto mutuo, se diferencian fundamentalmente en que no realizan interpretaciones de los hechos. El perro y el gato transitan el momento presente, el aquí y ahora. “La mente humana, sobre todo la occidental, vive entre el pasado y el futuro. En cambio, el animal ‒dice Gerzovich Lis‒ está 100 por ciento en lo que está haciendo, te lleva al instante. Cuando acariciás al perro estás ahí con él y él está con vos”.

Al ser especies sociales y territoriales ‒explican los especialistas‒, perros y gatos dependen de establecer vínculos y tienen un grupo de pertenencia, que, a su vez, debe organizarse jerárquicamente. “Es necesario que haya armonía y, para eso, cada uno debe manifestar a los otros, a través de gestos, el lugar social que ocupa”, describe Catrina.

Los animales domésticos son, sin duda, uno más de la familia: participan de las vacaciones, salen en las fotos, cumplen años, tienen su lugar y sus rutinas en la casa. Así como demuestran su afecto, son retribuidos, y nadie podría negar que cuando parten dejan un hueco difícil de llenar. Queda todavía un largo camino por recorrer para la ciencia; en tanto que las mascotas, sin saberse objeto de estudio, ofrecerán, como siempre, su compañía fiel y su afecto genuino.

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