Si hay algo que le sobra a Diego Torres es carisma. Pero no solo así podemos definirlo: es espontáneo, tiene mucha energía, la chispa justa, el comentario acertado, la buena onda necesaria y la empatía suficiente para conectar enseguida con quien tiene enfrente. Este artista, que está a punto de cumplir 30 años desde su primera aparición en la película El profesor punk, con Jorge Porcel, tiene ese tipo de personalidad especial que atrae y seduce. El chico de pelo largo y sonrisa pícara fue forjándose una carrera que muy pocos creían posible. Hace más de dos décadas que viene enamorando con su música a distintas generaciones, y en ese camino no solo conquistó América Latina, sino que también desplegó su talento en Europa y Norteamérica. Tiene vendidos millones de discos y se llevó todos los premios que se inventaron para reconocer a los músicos. Cada tanto, nos regala la posibilidad de verlo actuar en películas o en la televisión. El joven irreverente le dio paso al hombre de familia que le grita al que quiera oír que está enamorado de su mujer, Débora Bello, y que Nina, su pequeña hija, es el amor de su vida.
¿Cómo fue crecer en una familia tan numerosa? ¿Cómo era un día típico?
Fue divertido. Éramos muchos hermanos, siempre había amigos y amigos de todos: novios y parejas, primos y primas, tíos y tías. Una casa llena de gente todo el tiempo y también con mucha diversión. Mi papá era una persona con mucho sentido del humor; realmente, una familia grande, divertida, con muchos lindos recuerdos. Un día típico empezaba con todos desayunando, y cada uno partía al colegio o a la facultad, dependiendo el caso. Y los fines de semana, papá nos llevaba a hacer deporte porque los que jugábamos al fútbol también lo hacíamos al rugby, entonces teníamos activida
d sábado y domingo. Fue un padre muy presente en ese sentido, en llevarnos al colegio todas las mañanas, al igual que mamá, que, aunque tuvo un trabajo intenso, siempre estuvo. Al final, luego de la ducha compartíamos la cena y a descansar, para seguir la rutina.
¿Cuáles son tus primeros recuerdos ligados al mundo artístico?
Desde siempre en casa hubo música, artistas, actores. Mis domingos eran con la familia y siempre había amigos de mis padres, como Mercedes Sosa o Ariel Ramírez. Mis hermanos cantan ‒y cantaban en ese momento‒, una de mis hermanas es bailarina, la otra es cantante y actriz. Nací en medio de ese entorno y siempre me pareció muy habitual.
Hay un viaje a Nueva York que fue clave en tu historia, cuando te faltaba muy poco para terminar la escuela secundaria. ¿Qué recordás de esa época?
Fue una época genial. Me fui a visitar a mi hermano mayor, que vivía allá. Llegué y estuve unos días paseando, estaba de vacaciones, me levantaba tarde, había terminado el colegio. Hasta que la pareja de mi hermano, que vivía con él, me puso los puntos y me consiguió trabajo de mozo en un restaurant francés. Tengo los mejores recuerdos, vi recitales increíbles que no me voy a olvidar nunca, como el de Michael Jackson, entre otros.
Durante esos años fuiste un poco “revoltoso”. ¿Qué te quedó de esa etapa?
Yo creo que tiene que ver con la etapa del colegio secundario y fue una época muy divertida, en la que hice muchos amigos, me divertí mucho, y de la que me quedaron amigos muy importantes a los que hoy sigo viendo. Me sigo encontrando tanto con amigos del primario como del secundario, y eso es lo más lindo que me dejó la vida: los amigos del colegio, del club, del deporte, tanto del fútbol como del rubgy. Los amigos… creo que es lo mejor que me ha dado.
Me sigo encontrando tanto con amigos del primario como del secundario y eso es lo más lindo que me dejó la vida.
¿Qué fue lo que te hizo decidirte más por cantar que por actuar? Empezaste casi al mismo tiempo las dos cosas…
En realidad, nunca me tuve que decidir por ninguna. Ambas profesiones están ‒y seguirán estando‒ en mí siempre. Fueron circunstancias las que por momentos hicieron que una de las dos profesiones quedara en pausa. Desde chico hice castings, y quedé en películas y en algunas tiras de televisión (en ese momento, tenía una banda llamada La Marca). Luego vino La Banda del Golden Rocket, un revuelo increíble. La banda se disolvió y yo quería salir a cantar, y para eso, literalmente, salí. Recorrí todo el país. La gente me conocía de la tele, pero yo quería que supieran que, además de actuar, tenía mis canciones. Posiblemente hubiera sido más fácil seguir con la televisión, pero quise elegir el camino del trabajo. Siempre la actuación está en mí, me gusta dejar la música en pausa para hacer una película, una novela o alguna participación. Siempre leo los guiones que me alcanzan. Soy actor y me siento así. Al igual que músico y cantante.
¿Qué es lo que más extrañás cuando no estás en Argentina?
Los amigos, el resto de la familia, mi perro. Argentina es mi lugar. Aunque por motivos laborales ahora me haya establecido afuera, siempre me gusta volver.
Tenés editados una decena de discos; el primero de ellos, hace 25 años. ¿Cuáles son los mayores cambios que notás entre Diego Torres y el último, Buena vida?
Todos los discos tienen el sello Diego Torres. Yo estoy atrás de todo y está mi impronta. Sin duda, desde el primero hasta el último está plasmado el camino recorrido. La experiencia vivida, los colegas con los que me crucé en estos años, la enseñanza… En fin, la vida misma.
Buena vida es el primero que lanzaste después de haber sido padre. ¿Tuvo algún sabor especial?
Sí, toda mi vida cambió. Con la llegada de Nina conseguí una madurez, una paz interna. Y por eso creo que ese disco se tenía que llamar Buena vida. Hay además una canción que se llama “Aquí estoy yo”, que es para ella. Es el ida y vuelta de un padre a un hijo y esa conexión que hace que cada uno esté para el otro. Aquí está Nina para mí y yo para ella.
¿De dónde sacás la inspiración para componer o para buscar la temática de los proyectos musicales?
De todos lados. De algo que me hizo bien, de algo que me hizo enojar. De la vida misma. No tengo un patrón, hay veces que empiezo por la música y luego le pongo la letra; y otras, es al revés.
No hay muchos cantantes argentinos que hayan hecho la carrera que hiciste a escala internacional. ¿Qué pensás que fue lo que te hizo despegar o sobresalir, para que tuvieras tanta llegada con el público?
Creo que es el trabajo, el esfuerzo, el girar. Un amigo dice que para que los discos suenen, literalmente tienen que girar. Y es así, hay que viajar, a muchos lugares, acercarse a la gente, estar.
¿Recordás algún recital que haya sido especial en tu carrera?
Conciertos especiales tengo muchos. Los primeros, porque al ser un principiante, todo era nuevo y todo era un aprendizaje, en el oficio de cantor, de músico, de entretenedor. Pero también recuerdo otros conciertos especiales, mágicos, como los primeros Gran Rex, las primeras giras nacionales dando vueltas por toda Argentina, la primera vez que canté en otros países, como México, España, Colombia, Estados Unidos, Chile. Sin duda, conciertos inolvidables fueron los Luna Park de la gira Un mundo diferente, cuando mi madre estaba internada. Así que yo terminaba los conciertos, me iba al sanatorio y los médicos me dejaban verla a las dos de la mañana. Era un momento de contradicción, en que se combinada esa emoción de los shows, del cariño de la gente, de esa energía, con la tristeza de ver a mi mamá mal de salud. Creo que hubo de todo en este camino recorrido.
Siempre la actuación está en mí, me gusta dejar la música en pausa para hacer una película, una novela o alguna participación.
Trabajaste con muchísimos artistas. ¿Hay alguno con quien no lo hayas hecho y con el que te gustaría hacerlo? ¿O alguno que ya no esté y con el que te hubiera encantado compartir un escenario o un estudio?
He tenido la suerte de trabajar con muchos artistas y muy diversos. Y todos me han aportado algo, y espero que yo les haya aportado también a ellos. No es que tengo pensado un artista en especial, sino que al momento de hacer música me surgen ideas de decir “qué bueno sería cantar esta canción con este artista”, y ahí se va desarrollando todo. Ojalá la vida me siga permitiendo juntarme con nuevos artistas, seguir haciendo música y teniendo esa diversión porque, además, es algo que la gente creo que disfruta mucho.
¿Cuál es la mayor retribución que algún fan te dio por tu música?
La retribución mayor es que la gente disfruta lo que uno canta. Te encontrás con historias conmovedoras y hermosas de cómo con una canción acompañás la vida de la gente, en momentos buenos y también en los malos. Historias de gente que viaja mucho para llegar a ver un concierto porque es la manera de sentirse cerca y sentirse parte. Historias de gente común, de padres con hijos, o madres con hijas que buscan en el concierto un lugar de encuentro porque escuchan las canciones de generación en generación. Esto es lo maravilloso que tiene la música: cómo nos conecta a veces sin conocernos y a veces conociéndonos, y a veces hace que las canciones nos hayan hecho conocer de alguna manera.
La solidaridad es una de tus mayores características. Colaboraste con UNICEF, con el proyecto No es Hora de Callar y con la campaña HeForShe. ¿Qué tan importante es para vos involucrarse en estas movidas solidarias?
La música y las canciones tienen vida propia, una vez que dejan de ser de quien las compone y pasan a ser de todos. Ahí no tienen límite. Uno no crea canciones pensando en los resultados, porque por suerte, eso siempre me excede. Y en este camino, ayudar dentro de las posibilidades de cada uno es algo que siempre trato de hacer. Cuando me entero de que han usado mis canciones para ciertas campañas y movimientos solidarios, me siento un privilegiado.
¿Cuáles son las cosas que más te gusta hacer en familia?
Siempre que no esté viajando por trabajo, hacemos muchas cosas juntos. Llevamos a Nina al cole, salimos a correr o andar en bicicleta los tres. Somos amantes del agua, así que paseamos en lancha, vamos a la playa. Y también viajamos mucho juntos, adonde pueden venir las chicas, lo hacen. Nina es una experta y le encanta. Funcionamos muy bien.
¿Y en particular con Nina?
Con Nina jugamos. Volví a jugar como chico, a divertirme. No paro de sorprenderme de cómo aprende todo el tiempo. Y lo más importante: no importa lo que uno diga sino lo que uno hace. ¡Los chicos copian los actos! A Nina le gustan los autos, los superhéroes, las películas. Cuando Débora tiene cosas que hacer, nos quedamos de novios juntos, ¡y es un momento mágico que disfruto muchísimo!
¿Piensan con Débora en agrandar la familia?
Pienso que sería lindo un hermano o hermana para Nina, para que pueda conocer el sentimiento de hermandad, pero con Débora estamos muy bien y será lo que tenga que ser. Ya somos muy afortunados.
Como buen romántico que sos, y con tu presente familiar, ¿es lo más parecido a sentirse completo?
Sin duda, tengo una “buena vida”. Soy un agradecido por todo lo que tengo, y sé que nada se consigue sin esfuerzo y sin la convicción de quererlo y desearlo fehacientemente.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Lo mejor está por llegar, dice alguien que conozco, y siento que es así. Hay muchas nuevas canciones en las que estoy trabajando y eso no deja de motivarme como hace 25 años, con el primer disco. Sigo disfrutando de componer porque sé que es el camino para que después podamos seguir girando y llegando a la gente.
Uno no crea canciones pensando en los resultados, porque por suerte, eso siempre me excede.