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Silvia Carranza

Silvia Carranza es la directora de CILSA, trabaja por la inclusión de las personas discapacitadas.

Silvia Carranza

“El voto de confianza es muy importante para alguien con discapacidad”

Silvia Carranza es la directora de CILSA, trabaja por la inclusión de las personas discapacitadas.

Hay una frase de la madre Teresa de Calcuta que Silvia Carranza repite y encarna: “Si no puedes correr, trota; si no puedes trotar, camina; si no puedes caminar usa un bastón, pero nunca te detengas”. Ella es el ejemplo vivo de que la vida es movimiento y de que, aún con limitaciones, siempre se puede seguir adelante.

Cuando era una bebé de siete meses, a sus padres les dieron un diagnóstico desalentador: sufría poliomielitis y meningitis. Parecía que tenía los días contados y estuvo tres meses conectada a un pulmotor. Logró salir de la internación pero sin poder caminar. A sus dos años, falleció su papá, y cuando cumplió seis, empezaron a hacerle las primeras operaciones en los quirófanos de la Asociación para la Lucha contra la Parálisis Infantil (ALPI). Así pudo ponerse de pie por primera vez y caminar, gracias a dos prótesis, un corsé y dos muletas.

A lo largo de su escuela primaria tuvo siete intervenciones, y eso hizo, por ejemplo, que se perdiera la oportunidad de ser la abanderada en séptimo grado. Pero ella se recuerda como una niña que jugaba mucho y que iba contenta a cada cirugía. “Al ser mejor promedio de la escuela primaria, obtuve una beca del Rotary Club de José León Suárez para cursar la secundaria”.

Qué hace CILSA                                                             

• Entrega elementos ortopédicos para las discapacidades motoras (como sillas) y visuales (como bastones) a alrededor de 250 beneficiados por mes.

• Da becas y oportunidades de estudios terciarios y/o universitarios. Desde 2007, se beneficiaron más de 8500 personas.

• Genera espacios de recreación y deporte con escuelitas deportivas en la ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe. Desde 1966, pasaron más de 1.400 deportistas.

• Trabaja en la concientización y en lograr empatía mediante charlas en escuelas y universidades.

• Cuenta con el programa “Un niño, un futuro”, creado en 2001, con 31 hogares de día en todo el país, para chicos carenciados con o sin discapacidad, que reciben alimentación, educación, recreación, contención y orientación a la salud. 

Como dos escuelas la rechazaron, no quedó otra que terminar quinto año rindiendo libre los exámenes. “Todo se lo debo a mi madre; ella me decía ‘Yo te preparo para la vida’, y así fue. Pude caminar con apoyos hasta hace doce años, cuando volví a la silla de ruedas, porque la polio es así, mejorás a lo largo de la vida, pero llega una edad en la que volvés para atrás. Pasé muchos embates, pero la vida vale la pena siempre”.

En movimiento

A los 15 años, Silvia empezó a trabajar como cadeta en la Municipalidad de San Martín hasta que, a los 21, se convirtió en jefa de la División de Despacho de la municipalidad; la más joven con ese cargo.

Pero también empezó a practicar básquet en sillas de ruedas. El deporte le trajo un amor: conoció a un jugador de primera división, con quien se casó a los 26, y tuvieron un bebé. Hace 12 años se separó. Fue todo un desafío tener a Federico, que hoy tiene 27. Pero como yo veía a muchas amigas mías con discapacidad que tenían hijos, dije ‘¿por qué no?’”. Además, llegó a integrar la Selección Nacional en los Juegos Panamericanos Panasir ’90, en Venezuela, y Juegos Mundiales ’92, en Aylesbury, Inglaterra.

Su primera experiencia solidaria fue en la Fraternidad Cristiana de Enfermos y Disminuidos Físicos. “El nombre ya te da una pauta de que era otra época y de que hemos avanzado mucho como sociedad. Porque la discapacidad es una cuestión de educación también. Fijate que previniendo la desnutrición, por ejemplo, prevenís la discapacidad; ese es uno de los trabajos que hacemos en CILSA”.

En 1987 ingresó a CILSA como coordinadora deportiva. En 2005 se convirtió en secretaria de la Comisión Directiva. Hasta que en 2008 alcanzó la vicepresidencia de la institución y, desde hace ocho años, en la directora.

Si en séptimo grado se quedó sin la bandera, a lo largo de su vida viene teniendo muchas distinciones, como el Premio Sarmiento, el máximo galardón que entrega el Honorable Senado de la Nación, y fue nombrada Personalidad Destacada de los Derechos Humanos por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “Para mí, trabajar para otros es una caricia para el alma. Me da felicidad poder hacer lo que quiero. Y siempre les digo a los chicos con discapacidad que ellos tienen que ser agentes de cambio para multiplicar en otros su ejemplo de que se puede. El voto de confianza es muy importante para una persona con discapacidad. Creo que se trata de ser, hacer y crecer. Más allá de cualquier discapacidad que tengas, siempre se puede un poco más”.

Cómo ayudar                                               

Asociándose con un aporte mensual que arranca en los 300 pesos debitados de una cuenta. También es posible sumarse como voluntario. Más información en www.cilsa.org

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