Se siente bendecida, tanto que fue elegida en el primer casting al que se presentó. Había llegado ahí de casualidad, porque la mujer de Jorge Guinzburg, Andrea Stivel, la vio trabajando de promotora y le contó que harían una audición para un espectáculo de temporada que protagonizarían su marido y Miguel Ángel Cherutti. Belén Francese no sabía seguir una coreografía pero fue. También llevó a una amiga suya que era bailarina. Estaba segura de que la otra quedaría y ella volvería a las promociones. Sin embargo, el propio Guinzburg la señaló y sentenció: “Se queda, es muy carismática”. Así comenzó su carrera artística, jugando en primera. “De ahí en más, nunca paré. Trabajé con todos los número uno de este país. Tuve mucha suerte y, más allá de eso, creo que uno se forja su destino”, sostiene.
Venías de una situación familiar muy dura, porque habías perdido a un hermano y, al tiempo, tu padre murió de tristeza, ¿cierto?
Sí, pero yo generalmente no soy de hablar de mi intimidad.
Forjaste tu destino en el sentido de sobreponerte y de apostar profesionalmente al humor.
Traté de ser fiel a mí misma. Realmente venía de vivir una situación muy compleja familiar y tenía que trabajar porque debía ayudar en mi casa. Dije: “Si puedo transformar esto internamente y si lo puedo trabajar psicológicamente, también lo puedo transmitir”. Transformé la tristeza en alegría y pude traspasarlo a lo artístico para brindárselo a la gente.
¿Es verdad que esos golpes extremos te hacen más fuerte y mejor?
Depende. En mi caso, traté de transformar el dolor, pero en esa búsqueda también fui débil, muy vulnerable, hipersensible. Aunque esas cosas siempre van con vos, hoy puedo decirte que lo elaboré, porque el tiempo cura. También me hice más compasiva y más entendedora del prójimo. Hoy pienso que nunca sabés qué está viviendo el otro. Antes era muy prejuiciosa.
Venís de una familia muy estructurada, ¿cierto?
Sí, muy conservadora, muy a la antigua. Pero tuve una evolución importante, estoy mucho más abierta en un montón de cosas.
O sea que te movías en un medio de cabezas abiertas…
(Interrumpe) Sí, y yo no lo era.
¿Te sentía como un sapo de otro pozo?
Sí, pero hasta el día de hoy me siento medio marciana. Yo soy de ir a hacer lo mío y dar ideas, pero entro y salgo. No me quedo, ni me mareo, ni creo que por ahí pase mi vida. En eso siempre fui muy madura o muy segura de mí misma, siempre lo vi como un trabajo.
¿Por dónde pasa lo importante en tu vida?
Esto es gran parte de mi vida, vivo trabajando, haciendo cosas que me gustan. Un día mío es generar siempre cosas distintas, hace poco terminé una obra de teatro y ya estoy leyendo otra, y hago cursos. La actuación es en lo que más me perfeccioné, y tengo un estilo muy espontáneo, muy de comediante, y siempre quedo encasillada en la comedia. Pero no reniego, yo siempre aposté a eso.
De hecho, pudiste “salir” de la vedette…
Trascender eso fue mi idea inicial, porque siempre me gustó el humor, era una apasionada de ver videos de Niní Marshall, Operación Ja Ja, formatos de antes que hoy no hay en la TV y es una pena. En el humor, encontré mi paz, mi alivio, mi lugar. Cuando hice la segunda revista, Carmen Barbieri me vio esa faceta y me puso como comediante, no como vedette. Y después siempre hice comedias populares.
Cuando entraste a la obra de Guinzburg y Cherutti, ¿tuviste miedo?
¡Sí, obvio, qué desafío! Yo tenía cero experiencia, estaba muy perdida, era todo muy, muy nuevo para mí. Teníamos que salir todas con short blanco, en un grupo de ballet de doce bailarinas, y yo salí con un short negro (se ríe a carcajadas), casi me matan.
¿Te lo había dado la gente de Vestuario?
¡Nooo! Yo tenía el blanco pero tuve un problema femenino y estaba perseguida y me sentía insegura. Y dije: “Yo me llevo un short negro de mi casa y me lo pongo”. ¡Cuando me vieron en el escenario, me querían matar! (se ríe).
Siempre tuviste la habilidad de reírte de vos misma.
Si yo no me riera de mí misma, sería el colmo de los colmos, porque realmente yo me siento personaje, entonces me río de eso, porque a veces se me confunden las palabras…
Hoy pienso que nunca sabés qué está viviendo el otro. Antes era muy prejuiciosa.
¿No lo hacés un poco a propósito?
¡No, no! (se ríe) ¡Eso es lo peor! Creo que lo que me hizo un sello propio es mostrarme transparente, ser tal cual soy. Mi amiga el otro día me decía que soy bipolar, pero más que bipolar, soy cuatripolar (risas). ¡Te juro! Estás una semana conmigo y decís: “Uh, ¿quién es esta chica?”. Ese halo de transparencia, por un lado, y de misterio, por otro, es un combo atractivo en mí. Porque todo lo que es de mi corazón es mío, no me gusta exponerlo.
Contanos una anécdota con tu público que recuerdes especialmente.
Una que me impactó totalmente: hay un chico que se tatuó en una muñeca “Belén” y en la otra, “Francese”. Pasan los años y sigo sin poder creerlo. Él dice que yo le salvé la vida porque estuvo internado muy mal de salud y lo único que podía hacer era ver la tele. Fue en el 2010, yo estaba en el Bailando, y dice que al ver a una persona que tenía tanta alegría y que lo hacía reír tanto, se sacó esa angustia, esa desesperanza de no querer recuperarse y que le salvé la vida. ¡Mirá el poder de lo que uno transmite! Fue fuerte, yo no paré de llorar al enterarme.
¿Pensaste qué hubiera sido de vos si no hubieses llegado a ser actriz? Quizás también te salvaste la vida.
¡Yo creo que también! Porque así como ese chico me contaba que estaba sin esperanza, postrado en la cama con una depresión; si en la época en la que estuve muy triste y vulnerable me hubiese quedado ahí, hoy no estaría hablando con vos.
Si yo no me riera de mí misma, sería el colmo de los colmos.
¿Quién te sacó adelante?
Creo que la familia, mis hermanos, la fe, la esperanza y el amor, palabras clave que no me pueden faltar, son mis herramientas. La esperanza de que ya va a pasar, de que no te podés quedar en el dolor y en lo malo, que la vida te quita, te da.
¿Estás enamorada?
No, ojalá, me encantaría, digo que la tercera es la vencida.
Les pusiste muchas fichas a las relaciones anteriores, ¿no?
Fueron experiencias, creo que te preparan para ser mejor novia, mejor compañera, mejor pareja. Apuesto a formar una familia, ya no pierdo el tiempo en relaciones tóxicas. Te juro que estoy feliz conmigo misma. Antes no podía, bah, no estaba preparada porque no sabía cómo. Ahora soy feliz así, soltera (se ríe). Hoy me priorizo, me cuido, me mimo y sé que no cualquiera puede ingresar a mi mundo, tiene que ser alguien que realmente se lo merezca, que lo considere especial, y viceversa.
¿Te da ansiedad que no llegue?
No, porque creo que eso se da, no se busca. Trato de disfrutar el hoy y pasarla bien, de crecer espiritualmente, de construir vínculos sanos y fuertes.
Lo que me hizo un sello propio es mostrarme transparente, ser tal cual soy.
¿Tenés buenas amigas? Porque una vez confesaste que todavía tenías pendiente hacer amistades sólidas.
Es que cuando me hice conocida y la fama y eso, hubo gente que se me acercó… ¿Viste esa gente que está en las buenas pero no en las malas? Eso lo viví. Entonces aprendí y filtré, para resguardarme y poder construir las relaciones desde un lugar honesto, sano, desinteresado. Tengo dos o tres amigas pero son muy leales y las quiero mucho.
¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Grabé un sketch para Jorge Lanata y estoy trabajando en un proyecto propio de teatro donde voy a hacer parte del guion. Y ahora me copé con Zumba Kids, estudié y me recibí.
También sos profesora de aeróbic, ¿no?
Sí, el deporte y yo somos como una novela mexicana, que se odian, se aman, se pelean (se ríe). A mí me encanta comer, me cuido poco pero cuando tomo conciencia, me vuelvo a amigar y volvemos a amarnos. Entonces hice Zumba Kids y ya di una clase solidaria y voy a ir por el país con Zumba Kids, porque fomenta la educación física desde chicos para que tengan una mejor calidad de vida.
¿Te gustaría trabajar para un público infantil?
Sí, me encantaría, algo de eso me propusieron. Lo que pasa es que viajé, estuve trabajando unos meses en Miami para un programa de moda donde yo mostraba dónde conseguir los precios más baratos. Más allá de lo que me puedan proponer, me gusta estar en el laboratorio ideológico.
¿Y transmitir qué?
Alegría.