Alexia Rattazzi nació justiciera. Desde chica, defendió al que llevaba las de perder y fue la que, pese a tener todos los recursos materiales satisfechos (su padre es el empresario Cristiano Rattazzi), se preocupaba por ayudar a quienes no la pasaban bien. Cuando tuvo que decidir su vocación, pensó en estudiar Filosofía pero terminó anotándose en Medicina. Qué mejor alternativa para ponerse al servicio de los otros. Rápido encontró el camino y se especializó en Psiquiatría Infanto-Juvenil. Hizo su residencia en el Hospital Dr. Ricardo Gutiérrez, trabajó allí cuatro años ad honorem; se especializó en Condiciones del Espectro Autista (CEA), fue parte del equipo del Hospital Italiano, de INECO y del Instituto de Neurociencia de Fundación Favaloro. Pero la inequidad seguía perforándole la conciencia social: sabía que había miles que no podían acceder a las terapias porque vivían en ciudades sin los especialistas suficientes o porque no disponían de obra social o de recursos económicos. Fue así que, junto con colegas suyos, en 2012 decidió crear la asociación civil PANAACEA, Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones del Espectro Autista. Desde allí trabaja en cuatro direcciones: la concientización, la capacitación, la investigación científica, y las intervenciones y el empoderamiento de las personas con esta condición y de sus familias. “Trabajamos para hacer un mundo más inclusivo y más respetuoso de la diversidad, tratando de generar no solo un cambio de mirada con relación al autismo, sino también actitudes más amables en relación con todos los integrantes de la sociedad”, explica. El año pasado publicó Sé amable con el autismo (Grijalbo), una guía de navegación para aquellos a quienes les toca de cerca el tema y para los que no tienen ninguna experiencia con él.
La panacea
Habla con tanto entusiasmo que contagia. Lo que plantea es que la herramienta terapéutica por excelencia es el ser humano, con sus valores y sus actitudes, y que entonces todos podemos hacer la diferencia. “Los padres son los protagonistas centrales y mayores influenciadores en el desarrollo de sus hijos. Si les das herramientas y les dejás claro qué es lo que tienen que hacer, los cambios son muchos. No estamos hablando de cosas súper complejas y teóricas, sino de cuestiones sencillas, que cualquiera puede aplicar si se las enseñamos: saber cómo jugar, cómo interactuar, cómo estimular la comunicación, cómo pausar”. Eso es lo que pone en práctica en los talleres TEM (por sus siglas en inglés: “transformando los momentos de cada día”), especialmente dirigidos a las familias de niños menores de seis años, con CEA y poco lenguaje. Ya pasaron más de 400 personas por los TEM, que se dan en la sede de PANAACEA en forma gratuita una vez por mes. La buena noticia es que el taller se va a replicar en cien ciudades de la Argentina. “A través de un curso on line, estamos formando una centena de coordinadores que, una vez que los certifiquemos, van a hacer los TEM en todo el país”. En la asociación también hay talleres de arte para hermanos; de música y de juegos, entre otros, que durante 2019 se van a ofrecer de manera sistemática. Siempre son encuentros de una sola jornada de tres o cuatro horas. Otra alternativa que ofrece es la orientación vía Skype, a todo el país y la región. Si bien son consultas aranceladas, no están supeditadas al bono; quien no pueda pagar, solo tiene que decirlo. A su vez, los Módulos Integrales Intensivos duran tres días y combinan evaluaciones interdisciplinarias con intervenciones, según las prioridades que tenga la familia. “Nuestro foco es que nadie se vaya de PANAACEA sin saber qué hacer”. En cuanto a la formación, dan cursos on line orientados a profesionales de la salud y a familias. “Que tengamos alguna discapacidad no quiere decir que no podamos ser exitosos o virtuosos en algo, todos tenemos un talento, solo basta con saber mirar. Cada uno puede hacer su pequeño aporte para una sociedad más inclusiva, y en este proceso es importante darles batalla a las falsas creencias y a los prejuicios”.
Alexia se siente felizmente realizada. Desde que empezó con PANAACEA, va cumpliendo cada vez más con sus sueños de niña, de que lo mejor esté al alcance de todos. “Cuando uno desea algo de verdad, pocas cosas se pueden interponer en el camino. Ser coherente entre lo que uno dice y lo que uno hace tiene una potencia enorme. Creo fervientemente en que hay que ser el cambio que queremos ver en los otros. Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”.
Para saber más
Ayudar a ayudar. Uno de cada 59 niños tiene alguna condición dentro del espectro autista. Para ser Amigo Solidario de la asociación, hay que ingresar a www.panaacea.org y hacer una donación.