Sacar una foto, usar el GPS para llegar a algún lugar, mandar un mensaje por WhatsApp o hacer un trámite en la web. La tecnología nos atraviesa en lo cotidiano y el software está revolucionando todos los aspectos de nuestra vida diaria. Es por eso que los conocimientos de informática son absolutamente imprescindibles. Sin embargo, las mujeres eligen cada vez menos estudiar esta orientación.
Así lo indican datos de la Comunidad Argentina de Sistemas: el 6 por ciento de los trabajadores en nuestro país en esta área son mujeres. La base de esta realidad es que, a la hora de seguir una carrera a futuro o pensar en la vocación, son pocas las chicas que se plantean la posibilidad de sumergirse en el mundo del software y la tecnología.
Pero esto no siempre fue así: según un trabajo realizado por la Fundación Sadosky, hace tiempo, en la carrera de Computador Científico de la UBA las mujeres eran mayoría. La carrera fue la primera del país referida a sistemas y a tecnología, y permite comparar datos que que comenzaron a recopilarse en 1962. Algo sucedió durante estos últimos años que evidencia una merma del interés de las mujeres en estas áreas.
Según un estudio de Microsoft , entre los 11 y los 15 años de edad, las chicas pierden el interés por temas relacionados con las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. Esta tendencia tiene que ver con el hecho de que está socialmente aceptado para las mujeres ser “malas” en este tipo de disciplinas. Es por eso que los diferentes programas y ONG apuntan a estimular específi camente a que chicas entre 13 y 16 años se interesen en el sector.
“Durante los últimos 20 años todo lo que tiene que ver con sistemas fue asociado a algo muy masculino, sin embargo, no es así”, explica Silvia Palacios, coordinadora de Chicas Programadoras Club y gerente de talentos de Codes.
Mujeres programadoras
Frente a esta realidad, la ONG Chicas Programadoras Club, impulsada desde la CESSI (Cámara de Empresas de Soft ware y Sistemas Informáticos) y fundada por Juan Navarro y María Laura Palacios –socios de distintas empresas de soft ware— busca motivar a las jóvenes para que ingresen al mundo de la tecnología y la programación.
La CESSI estima que cada año hay unos 5.000 puestos de trabajo que no se ocupan en la industria del soft ware por falta de profesionales, por lo que esta podría ser una muy buena opción como salida laboral para las adolescentes a la hora de pensar en su futuro.
En los próximos ocho años, la demanda de programadores en nuestra región llegará a 1.250.000, según el Banco Interamericano de Desarrollo, y en ese sentido, contar con más mujeres es fundamental. “Esta es una excelente oportunidad de salida laboral en un contexto en el que en general, es difícil conseguir trabajo. Nosotros vamos a reclutar chicos a las escuelas secundarias y les brindamos capacitación, ya que es muy difícil conseguir personal”, explica Palacios.
Por otra parte, si nos ponemos a pensar, la mitad de los consumidores de soft ware y tecnología son mujeres, ¿no es absurdo entonces que no sean las mujeres quienes participen y se involucren del diseño y armado de esos productos?
“En una de las primeras experiencias que tuvimos nos dimos cuenta que de 50 chicos que había en los clubes, solo el 10 por ciento sabía de qué se trataba el mundo de la tecnología, el resto no tenía idea”, detalla Palacios. En este sentido, los clubes pretenden no solo enseñar a programar, sino especialmente transmitir a las chicas el entusiasmo por la informática y por el potencial transformador que tiene. “Buscamos que desarrollen relaciones de amistad entre ellas y así generar un grupo de apoyo, interés y crecimiento conjunto. Queremos que conozcan casos inspiradores de otras mujeres exitosas en las ciencias y en especial, en las ciencias de computación”, explica.
La actividad se organiza a partir de reuniones semanales de dos horas, por la tarde, para no interferir con las clases del colegio. Cuentan con una red de mentores, responsables por la capacitación y la coordinación de las actividades. La gran mayoría de ellos son mujeres con roles en tecnología en las empresas que brindan su apoyo a la ONG, o voluntarias y voluntarios interesados por el proyecto.
En la primavera de 2016 lanzaron dos pilotos para validar el contenido del programa y recoger experiencias para mejorar las actividades y charlas. “Elegimos dos zonas del conurbano bonaerense, Monte Grande y Olivos (Colegio San Agustín y Escuela Escocesa San Andrés). En 2017 continúan esas dos sedes, y se abrieron, además, sedes en La Plata, Campana y Tucumán. En el transcurso del 2018 esperamos concretar la apertura de las sedes de Plátanos, Bahía Blanca, Córdoba y Rosario (entre otras)”, finalizó Palacios.
Otro proyecto
Se llama PUMM (Programando un mundo mejor), en el que adolescentes de diferentes escuelas se reúnen durante cuatro días para crear una aplicación que solucione un problema de su comunidad. Más información en www.chicasentecnologia.org