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Débora Plager

Curiosidad y necesidad de contar. Sobre esa base, construyó una extensa carrera.

Débora Plager

“Siento mucha responsabilidad como comunicadora”

Curiosidad y necesidad de contar. Sobre esa base, construyó una extensa carrera.

A mediados de febrero, disfrutaba de sus vacaciones en pareja en las playas de Maldivas. Su vuelo tuvo escala en Doha (Catar), donde observó un pequeño adelanto de lo que vendría: mucha gente con barbijo. Sin embargo, en Occidente la pandemia no parecía una posibilidad y no imaginó lo que sucedería. Para este 2020, Débora Plager tenía planeado hacer algo distinto en su carrera y se sumaría a Bailando por un sueño, pero decidió bajarse incluso antes de que se definiera el futuro del certamen.

No era el momento para estar. Yo estoy todas las noches dando cuenta de una situación difícil, cuántos muertos hay, cuánta gente enferma… No podría desdoblarme, un día dar noticias negativas y otro día bailar. Me parecía algo muy divertido, muy desafiante, muy en el otro extremo, en las antípodas de lo que hago, de lo que yo soy, de lo que conocen de mí públicamente. Me parecía un juego divertido. Pero estamos en un momento tan duro de la Argentina y del mundo, que ya no tengo mucho ánimo ni mucho espíritu para hacerlo, por ahora.

Con la categorización de algunos trabajos como esenciales, al estar el tuyo incluido, ¿sentís una responsabilidad mayor?

No sé si por estar catalogada así, porque a veces hasta tengo dudas de que seamos esenciales. Cuando veo el trabajo que hacen los médicos, las fuerzas de seguridad, no sé cuánto de esenciales tenemos los periodistas. Más allá de eso, estoy tantas horas al aire que siento una responsabilidad como comunicadora. Creo que la información juega un rol muy importante en esta pandemia, desde el punto de vista sanitario, político, desde hacer un poco de docencia para que la gente comprenda cuáles son las medidas, cómo cuidarse mejor. Si se acató o no la cuarentena, dependió mucho de cómo se comunicó y qué se mostró en los medios. Entonces sí, siento que tenemos una responsabilidad.

¿Sentís que los medios estuvieron a la altura de esa responsabilidad?

Y, hay de todo, es difícil generalizar. A mí no me gusta el alarmismo, no me gusta generar pánico. Me parece que es necesario llevarle a la gente información y serenidad en un momento de mucha angustia; dar datos bien precisos. Me parece que ahí sí se revaloriza el periodismo profesional. No me gusta el periodismo patrullero o moralista, que le dice a la gente lo que tiene que hacer y aquel que incumple con alguno de los preceptos que se supone que hay que acatar es una especie de delincuente serial. Eso no me gusta y me parece que no hay que hacerlo. Veo que se hace y me da mucho fastidio. Me parece que es momento para correrse un poco del centro de la escena. Los periodistas somos un vehículo de comunicación y debiéramos tomarlo así.

«A mí no me gusta el alarmismo, no me gusta generar pánico. Me parece que es necesario llevarle a la gente información».

¿Es una época más fácil o más difícil para informarse?

Es más fácil en cuanto al acceso a la información, porque tenés en tu celular la información que quieras de cualquier parte del mundo. Ahora, es más difícil porque justamente la multiplicidad de datos a los que tenemos acceso hacen que estemos obligados a entender qué es veraz de lo que nos dicen y qué no lo es. Por eso, creo que el periodismo profesional, los medios reconocidos, las empresas periodísticas tradicionales son a las que hay que recurrir para estar seguros de que lo que estamos leyendo o escuchando es lo correcto.

Todas las mañanas, su rutina marca que el desayuno estará acompañado por la lectura de los diarios en papel. No obstante, el resto del día bucea en portales para seguir actualizándose. A esa curiosidad, esas ansias de saber permanentemente, y a una necesidad de contar luego lo averiguado, atribuye su vocación periodística, que nació antes de que terminara el colegio secundario. Con el tiempo, y después de haber cubierto noticias de todo tipo, se volcó de lleno al periodismo político: “Las decisiones políticas impactan en nuestra vida. Las leyes que se hacen, el modo de gobernar, las políticas económicas, qué impuestos se pagan, si aumentan o bajan las jubilaciones… Todas las decisiones políticas impactan en nuestra vida cotidiana, entonces es muy apasionante estar en esa cocina y entender qué está pasando, y poder incluso prever, conociendo a los jugadores en la cancha, qué puede pasar después”, analiza.

La mayor parte de tu carrera, o lo más conocido, transcurrió en la televisión. Desde hace un tiempo están en discusión su vigencia e influencia. ¿Qué opinás sobre eso?

Creo que la televisión abierta tiene una clara competencia con otras plataformas que la gente utiliza para entretenerse, pero también creo que todavía es la que genera contenidos que después son replicados en otras plataformas o en Internet. No sé cómo eso se puede monetizar. Hoy es difícil mensurar su nivel de éxito, porque tenés el rating, que es una cosa bastante anacrónica, que se mide con unos aparatitos que están en algunos lugares que nadie sabe bien ni dónde ni desde cuándo, y ves que los niveles de audiencia de la televisión abierta han bajado. Pero también ves que son productores de contenido que después se replica en otras plataformas. Una entrevista en un programa de televisión tuvo tanto de rating, pero después fue replicada millones de veces y viralizada en otras plataformas. Entonces, es difícil saber cuál es el impacto. No lo podés medir solamente por el rating, que claramente ha bajado en favor de Netflix y todo eso. Con Flow, hay mucha gente que mira los programas, pero no los mira en vivo. Es difícil.

¿En qué sos experta?

Considero que soy buena en la cocina, pero no experta. Tengo buen paladar y puedo cocinar cosas ricas. Me gusta, pero lo hago poco, porque tengo poco tiempo. Ahora, con la cuarentena, he cocinado más.

¿Te interesa cuánto te ve la gente?

Sí, porque vivimos de eso. No es un tema de ego, es un tema estrictamente de supervivencia económica: más audiencia tenés, más auspicios tenés y más posibilidades de pagar los sueldos de todos los que trabajan en ese programa. Es relevante, absolutamente. No haría por un punto de rating cualquier cosa, eso sí que no me interesa, pero sí me interesa muchísimo cómo funciona el programa en el que estoy, porque está atado estrictamente a su supervivencia y a la fuente laboral. Hay que buscar un equilibrio entre hacerlo atractivo para que la gente te vea y que sea periodísticamente riguroso.

No me gusta el periodismo patrullero o moralista, que le dice a la gente lo que tiene que hacer.

Como les sucedió a muchos, durante la cuarentena, en lugar de tener más tiempo libre, Débora sintió que trabajó más y que los días no alcanzaban para todas las tareas a realizar. Como todos, extrañó abrazos, contacto con seres queridos, salidas sociales y viajes. A la vez, el tiempo de reclusión le permitió vincularse de otra forma con sus hijos (los mellizos Tomás y Maximiliano, de 19 años): aprovecharon el cierre de los gimnasios para comprar algunos elementos y entrenar juntos en casa, y así comparten un nuevo espacio.

¿Qué cuestiones adquiridas en este tiempo creés que van a perdurar en la sociedad?

Algunas cosas malas, para mí, como la idea de que todos somos potenciales enemigos entre nosotros, que cualquiera puede ser portador del virus y contagiar o contagiarse. Por lo menos hasta que la vacuna aparezca y esto pase. El contacto interpersonal va a quedar completamente relegado, y la falta de abrazos, de proximidad física con el otro, me parece que es algo negativo. Llegaron para quedarse hábitos saludables de higiene que pueden servir para cualquier otra patología. De hecho, me parece que con estos hábitos vamos a poder prevenir muchas enfermedades transmisibles, como las gripes o enfermedades cotidianas que siempre existieron y que a lo mejor te dejaban fuera de tu trabajo un tiempo, o que a alguna persona le quitaba personal de su empresa todos los inviernos.

En el súper

En una época iba tirando adentro del carrito todo lo que me parecía. Desde hace unos años, me fui volviendo más cuidadosa y me fijo de acuerdo a mi economía qué es lo que me conviene. No puedo comprar sin saber lo que estoy pagando.

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