La sonrisa compradora, la fluidez para moverse en cualquier ámbito, el tono alto para ganar protagonismo en una charla. Todo eso estuvo siempre. Desde chico, Joaquín Álvarez, el “Pollo”, era carismático. Se anotaba para ser protagonista en todos los actos escolares y soñaba con ser actor. “Están todos acomodados”, le decían, pero él desconfiaba de esa sentencia. Buscaba en las entrevistas a las figuras de la tele alguna pista que le indicara que había un camino posible para él.
Cuando estás empezando, querés que te tiren un centro. Necesitás una motivación, que alguien te diga “Es difícil, pero, si insisten, prueban y se alinean los planetas, se puede”. Por eso levanto esa bandera. Escuchaba cómo los actores decían que empezaron haciendo un casting y me motivaba creer que todavía me podía llegar esa oportunidad a mí. Quiero escuchar algo lindo, por eso doy ese mensaje. En mi casa nadie tiene que ver con algo del medio, y nadie me regaló nada. Y acá estoy.
Estamos en un descanso en medio de los dos programas que conduce. Hace un rato terminó Nosotros a la mañana, el magazine que lidera en la pantalla de El Trece; luego de esta nota y un almuerzo rápido, grabará Con amigos así, un programa de entretenimientos que ya lleva más de 600 emisiones.
Aquel joven actor, al que estafaron más de una vez con castings truchos en los que le pidieron plata a cambio de ninguna posibilidad laboral; aquel que rebotó en muchos otros hasta quedar en varias publicidades y en alguna que otra ficción (tuvo participaciones en Mil millones, Casi ángeles, Rebelde way y Amor mío), se convirtió en conductor: Call TV, un ciclo de juegos a la medianoche, fue el debut en este nuevo rol. Luego vinieron los móviles en AM, muchos años en la pantalla de TyC Sports, hasta la conducción de Combate y Por una moneda, entre otros ciclos.
¿Por qué cambiaste la actuación?
A mí siempre me gustó actuar, y tenía como una sensación de que conducir me podía llegar a interesar. No es que lo anhelaba, pero probé un día y me enamoré. Es pasión lo que siento ahora. Cuando empecé a conducir, pensé “No puede haber nada en la vida que me guste más que esto”. Es loco. Agarré Call TV porque creo que mientras construís tu carrera hay que hacer de todo. Soy un convencido total de que con ganas y con laburo, con la pasión bien ubicada, cualquiera puede llegar a buenos lugares. Cualquiera. Es mi caso, porque estuve haciendo miles de castings y empecé a pegar uno al séptimo año… Fui haciendo mi carrera a los golpes, como se pudo.
Cuando empecé a conducir, pensé ‘No puede haber nada en la vida que me guste más que esto.’
Estuviste mucho tiempo haciendo programas deportivos y de entretenimientos, y hoy estás con uno informativo, de actualidad. ¿Cómo se dio ese cambio?
Para mí, un conductor tiene que conducir todo. Siempre me gustó la actualidad. Si bien el entretenimiento me divierte como conductor, desde muy pibe me leía todos los diarios, era fanático de informarme. Una vez se lo comenté al dueño de la productora y me dijo “Bueno, un día podemos hacer algo”. Era raro, porque venía de espectáculos, bien arriba. Me tocó reemplazar a Doman, y me fue bien.
¿Fue por esta charla al pasar? Porque, en principio, nadie piensa “No está Doman, llamemos al Pollo”…
No, tal cual, no pega. Definitivamente. Yo había comentado al pasar que me gustaba la actualidad, pero de ahí a que la supiera hacer hay un camino enorme, porque son temas muy bravos. Creo que los que manejan los canales y las productoras tienen un olfato que rara vez se equivoca. No quiere decir que hicieron todo bien, pero toman decisiones y esta salió bien.
¿Fluís igual en los dos formatos o hay alguno que te guste más?
No, a mí me gusta conducir. Lo que sea. Parece como que estoy diciendo algo demagogo, pero lo que me gusta es conducir. Me divierto. Tengo un programa de actualidad a la mañana, donde también puedo poner algo de impronta, hay momentos en que nos dispersamos; y a la tarde es joda en Con amigos así. A mí me gusta eso. El conductor tiene que conducir, no es que es una cosa y ya está. No me gusta eso. Además, la tele de hoy se aggiornó muchísimo y permite que puedan convivir un montón de personas, siempre que estés a la altura de las circunstancias.
¿En qué sos experto?
En calentar milanesas ya hechas al horno. En ponerles el queso arriba. Es mi máximo talento. Y en cebar mate. También soy insistente: se me mete algo en la cabeza y no puedo parar.
Conducir es estar en varias cosas al mismo tiempo, ¿no?
Sí, es eso. Para conducir hay que tener un poco de alma de productor, porque si no, es imposible. Si bien tenés un equipo y tomamos las decisiones en conjunto, hay que saber dónde ir. Es hermoso. Todos los programas y todos los canales son distintos, tienen un público diferente. Los horarios son distintos, cada día. Todo tiene una especie de distintas sensaciones que hay que ir conociendo, y eso se hace con el tiempo. No hay otra. Miro el minuto a minuto todo el tiempo, también.
¿Siempre?
Siempre. Mirá, aquí está (muestra el celular). Nosotros estamos en un canal líder y hay que ganar. Pero no me altera, no me cambia. Es así la industria. Alguno puede decir que es una locura, pero hoy es lo que rige, y me parece interesante. Empieza un programa nuevo y quiero ver cómo le va. Quiero saber. Si yo prendo la tele, veo el minuto a minuto. No veo algo sin saber cuánto está midiendo, es imposible. Igual, el rating es lo más importante, pero después hay un montón de cosas que construyen. Es decir, si vos hacés un magazine y, de repente, una semana hiciste dos horas de actualidad, lo estás haciendo mal, porque el magazine es un poquito de todo. Nunca hay que perder, creo yo, ese eje, ese foco que hace que todos te quieran ver.
Soy un convencido total de que con ganas y con laburo, cualquiera puede llegar a buenos lugares.
¿Qué es lo que te gusta de tu trabajo?
No es que me guste mi trabajo: lo amo. Dentro del aire y fuera del aire, me encanta. Pensá que trabajé casi toda la vida para llegar a tener un programa, y para tener un programa en un canal líder. Son veinte años de remarla; llega la oportunidad y la disfruto, la vivo, me siento cómodo. Es el momento que más me gusta por fuera de lo personal.
Trabajaste toda tu vida para tener lo que ya tenés, ¿y ahora?
Hay que seguir creciendo. ¿Al programa este le va muy bien? Bueno, que le vaya mejor. Y si el día de mañana se puede, tener otro, o tener más tiempo al aire. Seguir creciendo como conductor.
No es que me guste mi trabajo: lo amo.
Si te dan a elegir, ¿cómo sería el programa ideal para conducir?
Es difícil, porque nunca sabés cómo te vas a sentir con un programa. Hay un proceso. Al principio ves qué pasa y te adaptás. Definitivamente, me podría adaptar a cualquiera, porque de eso se trata y es la política que yo tengo de trabajo.
Durante mucho tiempo, lo que los otros veían de él, además de los programas, eran sus salidas nocturnas y sus cambios de pareja. Se construyó una fama de conquistador, de hombre de la noche, que hoy, ya casado con la influencer gastronómica Tefi Russo, quedó atrás. “No sabía que tenía que venir con chaleco antibalas”, bromeó ella ante el merodeo de Joaquín durante una entrevista en Con amigos así. Ahí comenzó todo.
Es difícil de explicar, pero cuando vino al programa le tiré todo. Me volvió loco. No la conocía, pero me gustó físicamente. Después empezamos algo, una cosa llevó a la otra y me fue conquistando. Ella tiene un montón de cosas que son las que para mí hacen que… ¿Viste cuando decís la palabra «mujer»? La mina es una mujer con todas sus letras, y gran mamá. Es divina. Me encanta, me enamoré y nos casamos. Ella siempre cuenta que yo le parecía un tonto, un goma, y que ella decía “Yo voy a estar con este por estar”. Después nos fuimos enganchando, porque nos fuimos conociendo.
Esa imagen tuya la tenían muchos…
Exactamente. Yo siempre renegué con eso, no me pone orgulloso. Para mí, el langa es un gil, no me gusta. Es bastante vergonzoso. Cada uno hace lo que quiere, podés estar con quien se te cante, pero de ahí a estar una vez por semana en las noticias porque estuviste con tal persona… No está bien. Es mejor que salgan cosas de tu trabajo que cosas de tu intimidad. Y después quedan las etiquetas.
Definitivamente, ninguno de los que podemos ver en la tele o en las revistas son así. Debe haber algo más profundo. A mí siempre me gustó la familia y, con todo lo que salía, ¿quién iba a creer eso? Yo soy Susanita. El tema es que no me iba a casar porque sí, porque me daba placer. Me iba a casar cuando llegara la mujer que creía yo que estaba bien. Y llegó.
En el súper…
Es difícil hacerse el tiempo, pero cuando voy me dan ganas de llevarme todo. Me pasa lo mismo en las librerías.