A los diecinueve años, Magui Aicega se puso por primera vez la camiseta de la Selección Argentina de Hockey. Fue en el mundial de la categoría junior que se disputó en Barcelona, en 1993. Fue campeona. Desde entonces, y hasta su retiro del seleccionado, en 2008, el grupo que lideró como capitana jamás bajó del cuarto puesto en ninguna de las competencias que disputó (Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, mundiales y Champions Trophy). Fueron quince años al más alto nivel competitivo. En ese proceso, la selección femenina de hockey adquirió un nombre propio: Las Leonas. En los Juegos Olímpicos de Sidney, en 2000, forjaron la identidad ganadora que desde entonces acompaña a todas las que vistan esa camiseta (y que, de paso, se derramó hacia el equipo masculino, que heredó el apodo de “Leones”).
Todo lo que sucedió fue más de lo que había sido capaz de soñar aquel día que entró al club Belgrano Athletic de la mano de sus padres y conoció el hockey. A los catorce años comenzó a jugar en primera. Hoy, con cuarenta y cinco, y ya retirada de Las Leonas, sigue firme en la defensa de su club.
Llevás más de treinta años en primera… ¿qué te impulsa a seguir jugando?
Amo jugar al hockey. Lo hago porque puedo seguir haciéndolo y porque lo disfruto. Jugué tanto que exprimí todo lo que podía, y me pasé un poco. Creo que será el último año, porque hay que decir basta en algún momento. Estoy disfrutándolo mucho, siempre me va a gustar jugar, y podría hacerlo cinco años más, pero me parece que está bueno correrse, dar un paso al costado y dejar que suban otras.
¿En cuánto cambió tu relación con el hockey en todos estos años?
Cuando era chica, mi objetivo era jugar en primera y en la selección. Todo eso lo hice, y lo hice mucho tiempo. Hoy mi objetivo principal es mi familia, y después viene el hockey. Igual, me lo tomo con tanta responsabilidad que no falto nunca, como corresponde. Si querés disfrutarlo y jugar bien, tenés que entrenar, y más cuando sos grande. Si no, después sufrís en el partido. Cambiaron los objetivos, y también la experiencia que fui ganando, pero la pasión por este deporte no cambió nunca. Es siempre la misma, por eso sigo jugando.
La selección con la que soñabas de chica no era la misma con la que sueñan las chicas de ahora: es mucho más grande. Y lo es gracias a lo que lograron vos y el grupo de jugadoras con las que jugaste…
Sí, el hockey no era lo que es hoy, pero las épocas no son mejores ni peores, sino diferentes. Me tocó entrar en esa época, y fue muy lindo haber estado en Sidney, donde nacieron Las Leonas (N. de la R.: Allí se realizaron los Juegos Olímpicos de 2000, donde Argentina ganó la Medalla de Plata). Pero, a la vez, debe ser hermoso para las chicas jugar hoy en Las Leonas. Creo que cada época tiene sus cosas lindas. A mí me tocó la anterior y la disfruté muchísimo, sobre todo a las amistades que me quedaron y mantengo.
Durante muchísimo tiempo no bajaron del cuarto puesto en ningún torneo. Imagino que para ustedes era lo cotidiano. Viéndolo a la distancia, ¿tomás dimensión de lo que hicieron?
A medida que vas creciendo y lo ves de afuera, vas valorando mucho más las cosas. Cuando estás adentro es muy difícil darte cuenta. Cuando a las chicas en el último tiempo no les tocó quedar entre las cuatro primeras, dije “Pucha, era difícil”. Nos habíamos acostumbrado y logramos un montón de cosas. Ahora veo eso de afuera y digo “¡Che, jugábamos bastante bien!”. Hoy no tengo dudas de que las chicas quieren estar entre las cuatro primeras. Lo han hecho, aunque en algunos torneos no les tocó. Tienen un gran equipo, pero no es fácil, hay un montón de factores que influyen.
¿Qué significa Belgrano Athletic para vos?
Todo. Es como mi casa, entro y está toda mi infancia, toda mi vida. Y hoy lo disfruto con mis hijos. Veo a mi hija jugando, haciendo lo mismo que yo, quedándose todo el día en el club, y es muy lindo. Es espectacular. Me gusta que disfrute con sus amigas, que juegue todo el día y la pase bien. Eso es lo que más me importa. Si un día no quiere jugar más, listo, no juega más. Nunca le dije nada ni quise presionarla.
Además de la vida familiar (es madre de tres: Rocco, Indiana y Luca) y el hockey, Magui continúa desarrollando el trabajo en medios que comenzó apenas retirada de Las Leonas. En aquel momento, cuando anunció que dejaba el equipo nacional, la propuesta de ESPN hizo que dejara stand by su profesión de nutricionista. Hoy forma parte de dos programas de TNT Sports, en los que hace entrevistas a deportistas (en Ligas mayores habla con figuras reconocidas; en Por la pasión, con otros menos conocidos y con grandes historias de vida), y los domingos al mediodía hace Juntas en el deporte en CNN Radio.
¿Cómo te sentís con las entrevistas?
Me encanta hacerlas. Las produzco yo, porque conozco a muchos deportistas. Soy colega y los admiro a todos. Hay muchas cosas que siempre quise preguntar y hoy tengo la posibilidad. Conozco a todos mis entrevistados, pero hay cosas que nunca pregunté y ahora puedo hacer. Me gusta trabajar en medios siempre que sea en relación con el deporte. No estaría en un medio de comunicación si no tuviera nada que ver con esto, solo por estar. Cuando no laburaba en los medios, veía mucho, porque me gusta el deporte en general y me informaba. Hoy me informo y después hablo de eso, y está buenísimo.
“Veo a mi hija jugando, haciendo lo mismo que yo, quedándose todo el día en el club, y es muy lindo”.
En medio de todas estas actividades, Magui también integra el consejo directivo del Ente Nacional de Alto Rendimiento (ENARD), un cargo ad honorem.
¿Cuál es tu rol en el ENARD?
Trato de ser la vocera de los deportistas. Traslado lo que me dicen muchos de ellos, planteo sus dudas. Yo también tengo un montón de preguntas, y las hago ahí. Esté o no de acuerdo con algunas cosas que pasan, me gusta estar adentro para ver qué cosas realmente se discuten. Si no, de afuera una opina sin saber. Ahí trato de modificar cosas desde adentro. Confío en que quienes están ahí quieren lo mejor para el deporte.
Hubo muchos cambios, la Secretaría de Deportes dejó de existir y la reemplaza una agencia, y se especula mucho sobre el futuro del CeNARD, ¿cómo ves todo lo que está pasando?
Creo que todos tenemos dudas. Cuando dicen que se puede vender el CeNARD, no me gusta. A mí me dicen que eso no va a pasar, y prefiero creer. Quiero creer que no se va a vender, que se va a mantener y que va a ser siempre dedicado al crecimiento deportivo. Si en tres años aparece uno y lo vende, no sé, pero yo hoy creo que no. Confío en que hay mucha gente adentro que realmente quiere que el deporte crezca. No tengo dudas de eso, así como también creo que al deporte no se le da el valor que merece. Se habla del deporte como un medio para crecer desde los valores, para no tener a los chicos en la calle y un montón de cosas, pero si no les das los medios económicos al deporte, es muy difícil llevar a cabo todo eso.
“Me gusta trabajar en los medios siempre que sea en relación con el deporte”.
Magui dejó su impronta en la historia del deporte argentino. Todavía se recuerdan sus arengas al equipo, la entrega y la clase que la distinguía cada vez que se calzaba la “número 3”. Tuvo 245 participaciones con la camiseta albiceleste, hazaña difícil de superar. En el año 2008 se retiró de Las Leonas. En la emocionante jornada de despedida, Diego Armando Maradona la fue a ver, la saludó y sin dudarlo, le pidió su última camiseta. Magui se la regaló, era imposible decirle que no a otro campeón e ídolo.
Desde su retiro y con la misma garra que tenía como jugadora, Magui enfrentó nuevos desafíos profesionales, laborales y familiares. Hoy sigue viviendo según los valores de compromiso, entrega y pasión que la hicieron única y diferente.
¿Qué te dio el deporte?
Me enseñó los valores que aplico a la vida. Me crie en un deporte en equipo y no concibo la vida de otra manera: mi familia es un equipo, mis amigas son un equipo, el laburo es un equipo. En la nutrición, por ejemplo, para tomar decisiones a veces necesitás que un médico te pase información del paciente. Y así con todo. Los valores que aprendí en el deporte trato de llevarlos a mi vida.
Dijiste que es tu último año como jugadora, ¿te imaginás de verdad sin jugar? ¿O te cuesta?
Si no juego es porque decido no hacerlo. No sufriría dejarlo. Tengo otras cosas para hacer, y me gustaría. Me encanta esquiar, por ejemplo, y hace unos años que me encantó comenzar a surfear. Con mi marido nos fuimos a Perú a surfear. Hay otras cosas que me gustan y que, cuando juego, no puedo hacer porque paso mucho tiempo en mi deporte. El día que no juegue, me dedicaré más a otras cosas. Igual, no me voy a alejar del hockey, porque ahí van a estar mis amigas siempre. Voy a colaborar desde el lugar que mi club necesite.