Los días transcurrían con la música como eje: en la radio, rodeada de hits; los fines de semana, animando fiestas. Hasta que el periodismo se cruzó en su vida y Érica Fontana inició un camino de ida. En Rosario, donde se mudó a los 17 años (ella es de Reconquista, Santa Fe), estuvo siete años en la pantalla de Canal 5, del grupo Telefé. Apenas surgió la posibilidad de sumarse como cronista en Buenos Aires, no lo dudó.
Hace más de 20 años que las noticias son parte de su día a día. Hizo notas en la calle, coberturas especiales, produjo, escribió y editó. La primera oportunidad en la conducción le llegó con Diario de medianoche, programa en el que comenzaron a probar lo que luego sería tendencia: descontracturar el noticiero. “Teníamos unos diez, quince minutos, de noticias duras, del resumen del día, y después incorporamos los videítos de Internet, que dio un muy buen resultado y nos permitió empezar a relajarnos. Por supuesto, de la mano de Germán Paoloski, aunque yo me dejaba llevar también. Más de una vez empezaba a reírme y no paraba más. Fue una etapa divertida”, recuerda.
Condujo también El noticiero de la gente y Baires directo, el antecesor de Buen Telefé, ciclo que conduce junto a Adrián Puente de lunes a viernes. También lleva adelante el segmento “He vivido” (que mutó a “He sobrevivido en tiempos de pandemia”) en el noticiero nocturno de la misma señal. Allí, las protagonistas son las historias de adultos mayores.
¿Por qué te interesó contar historias de personas grandes?
Las buenas historias son hermosas de escuchar siempre. Realmente hay algunas que son de película. Además, no había en la televisión abierta un espacio donde escuchar a los adultos mayores; tuvimos la oportunidad de hacerlo, de desarrollarlo, y a mí me encanta. Tengo muy buena conexión con los adultos mayores. Quizás tiene que ver con mi historia personal: en mi casa vivió mi abuela, la mamá de mi mamá, prácticamente hasta que falleció, y me cuidó. Contribuyó a mi crianza tanto como mi mamá, así que con mis abuelos siempre tuve una cercanía especial. Fui una afortunada. Quizás es un poco el reencuentro con mis abuelos cada vez que tengo esta chance de charlar con ellos.
Me imagino que agradecen, porque no suelen ser tan escuchados…
Es verdad. Me parece que es una gran deuda que tenemos como sociedad y muchas veces como familia. Sentarse a escuchar significa tiempo, y la verdad que con tantas actividades que tenemos y con tanto que nos absorbe la tecnología, a veces lo dejamos de lado. Yo siento esa conexión con la gente mayor, desde antes de hacer esta sección. Tengo amigas de 76 años. Con algunas personas, después de haber realizado las entrevistas, quedamos conectados a través de mensajes cada tanto.
La empatía que tengamos para compartir la información es importante.
El despertador de Érica suena poco después de las tres de la mañana. El reencuentro con la cama se produce recién a las once o doce de la noche. Entre el trabajo y las obligaciones de madre de dos, está palo y palo durante 20 o 21 horas diarias, desde hace casi medio año.
Es terrible, porque la falta de descanso es casi como la falta de comida. Tenés que descansar. Antes de la cuarentena, aprovechaba mientras mi hijo menor iba al jardín para dormir una siesta. Ahora, me agarra las pestañas, las tironea y me dice “Mamá, ya dormiste, ¿miramos la tele?”. Aun así, trato de llevarlo con el optimismo de que esto va a pasar pronto, que lo vamos a superar y que vamos a estar todos mejor. Yo también estoy convencida de esa frase de “Nadie sale solo”. El esfuerzo es generalizado. Esto es lo que me toca a mí, a otro le tocó otra cosa, y así sucesivamente, y creo tener la fortaleza para sobrellevarlo hasta que nos podamos organizar mejor todos. Todos estamos haciendo lo mejor posible.
En tu casa decidieron apagar la tele porque sentían que no les hacía bien a los chicos, ¿puede ser perjudicial recibir tanta información?
Sí, lo tuvimos que hacer. Yo, por mi profesión, necesito estar todo el tiempo conectada, sabiendo qué pasa, pero me di cuenta de que les estaba haciendo mal a los chicos. Ellos todavía no tienen todas las herramientas para procesarlo, y empezó a haber muchos miedos y rechazo. Entonces, me permito poner música y dejar un rato, desconectarme un poco de las noticias y de los datos. Trabajando en un noticiero, quiero saber a quién podemos consultar que sepa del tema para que mañana nos dé esa entrevista en televisión. Es redifícil desconectarse. En otro trabajo quizás es distinto, cerrás el horario de trabajo y empezás de nuevo al día siguiente. En el periodismo, tu cabeza todo el tiempo sigue pensando en qué es lo que tenés que saber para mañana y cómo podés aportar, porque periodismo es servicio. Todo lo que pueda captar como información es lo que me sirve a mí y es lo que le va a servir al otro si se lo puedo contar en la tele o compartir en redes.
EN QUE SOS EXPERTA
En el orden de la casa. Organizar la casa me parece primordial para tener el resto de la vida organizada.
¿En qué notaban que les estaba haciendo mal lo que recibían?
Cuando el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires abrió la posibilidad para salir a pasear, mi hijo de diez no quería salir. No le encontraba el sentido y no sabíamos si era miedo al contagio o miedo a que nos pasara algo a nosotros. Lo notaba enojado a la noche, desbordado, sentía que la situación lo estaba superando y yo no encontraba herramientas para ayudarlo. Buscamos ayuda con el pediatra y ahora estamos en este proceso de charlar un poco más, entender un poco más, ceder un poco más. Uno entiende que tiene más flexibilidad de la que creía. Si hace un tiempo me hubieran dicho que iba a dormir tres horas por día, habría pensado que era imposible. Pero uno termina adaptándose a las circunstancias, al menos por un tiempo. En esto, lo mismo. En la adaptación hacemos lo mejor que podemos.
¿Ver ese efecto en tu casa te ayuda a encontrar el mejor modo de decir las noticias?
Lo hago, intento. Creo que la forma de dar las noticias es fundamental. La empatía que tengamos para compartir la información es importante. Una cosa es dar una cifra de víctimas de una enfermedad con un tono alto, y otra es decirlo suave, que es lo que yo trato. Es una realidad que duele, pero trato de no empeorarla. Lo que sí me sucede a veces, y ahí no sé si la empeoro o no, es que hay algunos temas que me atraviesan, sobre todo cuando están relacionados con chicos. Ahí, por más que trate de ser suave, me duele tanto como a la persona que está contando lo que le pasó. Me ha sucedido algunas veces, como con una mamá que perdió a su hijito de tres años en sus brazos… Creo que uno es genuino en eso, en ser como es: si se me cae una lágrima es porque se me está partiendo el corazón, no es porque estoy viendo de qué manera puedo actuar una situación. También sé que no es lo ideal que me pase, porque trabajo en un noticiero y casi todos los días nos toca dar noticias tristes, pero a veces me atraviesa.
Me encantaría hacer un programa de entretenimientos, de preguntas y respuestas.
Si pudieras elegir cualquier formato o tipo de programa, ¿qué te gustaría hacer?
Me encantaría hacer un programa de entretenimientos, de preguntas y respuestas, que tenga que ver con el conocimiento, con la historia, y que tenga algún segmento divertido. Ahora tenemos pequeñas licencias en los noticieros, pero no podemos permitirnos un segmento divertido. Me encantaría. Veo algunos programas, sobre todo de afuera, y digo “Qué lindo sería poder hacer algo así acá”. El programa de Jimmy Fallon para mí es una delicia. Él es un gran conductor, gran comediante, pero tiene un equipo de trabajo atrás que es impresionante, que escriben esos guiones brillantes. Cuando sientan a la mesa artistas, son U2, Sting, Madonna… Acá también hay muchísimo para hacer. Ojalá algún día se me dé esa oportunidad. En el mientras tanto, estoy feliz con lo que hago. A mí me gusta mucho el periodismo y contar historias.
EN EL SÚPER…
Soy de buscar buenos precios. Y calidad, obviamente. Gustos, pocos: chocolate, gaseosa, pero esporádicamente. Me interesa mucho la buena alimentación, así que compro lo necesario y lo más saludable posible.