Una frase asegura que “todo es cuestión de actitud”. Hay personas con cuerpos no perfectos, pero actitud arrolladora y hay personas que se sienten derrotadas antes de presentar batalla. ¿Cuáles son las diferencias entre unas y otras? Ya se sabe que el mundo no cambia, pero la manera de hacerle frente puede ser la clave en el modo de vivir la vida.

Muchas veces, lo que “nos dicen” o “nos decimos” ejerce una presión difícil de reconocer, y quedamos atados sin darnos cuenta a estereotipos que nos limitan. “La actitud está muy ligada al pensamiento y a la forma en que dialogamos con nosotros mismas. Hay muchos factores del entorno que pueden pesar y afectarnos, por eso es importante ir aprendiendo a registrar qué queremos y de qué manera vamos a vivir nuestra vida en cada etapa”, explica Patricia Sadi, counselor, gestaltista y teatro-terapeuta.

Pero ¿cómo darnos cuenta de los patrones externos y darle lugar a nuestra actitud que, al fin y al cabo, tiene que ver con nuestra esencia? “Conquistar la libertad personal depende mucho de la conciencia que tengamos de nuestros gustos, de aquello que nos calma y nos gratifica y de aquello que no nos hace bien. Es aprender a silenciar nuestra mente cuando se llena de ruido y escuchar la voz de nuestro interior, la voz del corazón, la voz de nuestro cuerpo. Tiene mucho que ver con integrar el cuerpo y la mente. La mente que sabe, no la mente automática que está llena de información ajena, mandatos y deberías”, dice Sadi.

La actitud va más allá del cuerpo

La periodista y comunicadora cordobesa Laura Pereyra Costanzo es un ejemplo de actitud positiva. En 2008 creó el blog “Yo la más gorda de todas”, donde comparte sus experiencias como mujer de talle grande. Desde ese espacio virtual se dio cuenta de que había empezado una lucha que todavía hoy continúa: la que se libra por reconocer la propia belleza, más allá del cuerpo. “Hay muchas personas, en especial mujeres, que se sienten derrotadas antes de luchar al verse limitadas por su cuerpo. Hay una cultura que se ha encargado de hacernos creer desde muy chicos que nuestros cuerpos son imperfectos y que solo hay un tipo de belleza. Nos hemos encerrado durante décadas en ciertos modelos de insatisfacción, que nos llevaron a perpetuar ciertas conceptualizaciones que son muy negativas. Desde decirte: ´Tenés que ser flaca para ser linda, conseguir novio, que te vean bien hasta tener un buen trabajo, por ejemplo´”. 

Esos comentarios aún hoy no se han desterrado y durante generaciones los hemos escuchado como algo natural, aunque es algo que se ha empezado a cuestionar. Con todo este escenario,  la actitud es la que salva y logra ubicar en un lugar diferente, pero ese es un trabajo que cada persona tiene que hacer. Pereyra Costanzo dice: “El día que mi actitud cambió porque dejé de sostener esos patrones impuestos me di cuenta de que también el mundo se transformaba: si una tiene una actitud positiva sobre sí misma, tiene amor y deja de lado ciertas conceptualizaciones, las cosas empiezan a ser distintas”, cuenta. Y en esta última frase está una de las claves, porque una persona puede ser bella según los parámetros sociales, también ser exitosa y con grandes logros materiales, pero si no tiene una mirada de afecto sobre sí misma, de poco sirve.

La autodiscriminación

La vida cotidiana presenta una variedad de desafíos que muchas veces quedan naturalizados y es difícil poder discernir qué limita nuestro comportamiento, los lugares a los que elegimos ir o los productos que compramos. “Hay una cuestión de autodiscriminación que aparece muchas veces. Por ejemplo, el tema de la ropa: Yo me resisto a entrar a un negocio de ropa especial, porque no me siento una persona especial. Yo soy una persona normal en la talla que tengo. En otros lugares del mundo, las personas con sobrepeso pueden conseguir el mismo vestido que una persona que usa XS. Se puede encontrar el mismo vestido prácticamente en todos los tamaños y nadie lo veo como algo fuera de lo común”, señala Pereyera Costanzo.

“Todos los días vemos mujeres que vienen a comprarse ropa con el objetivo de sentirse distintas y muchas veces te das cuenta que lo que buscan no está solo en las prendas, hay algo de fondo, pero en el negocio tratamos de darles opciones para que se sientan bien en la experiencia de compra”, comenta Agustina, gerenta de una tienda de indumentaria femenina, y agrega: “Es cierto que muchas veces no hay talles para todas; eso pasa desde hace años, pero hacemos todo lo posible para que las clientas se vayan contentas”.

Claves para una actitud positiva

¿Qué podemos hacer para encarar los desafíos que se presenten desde un lugar de mayor bienestar con nosotras mismas? Patricia Sadi explica que una actitud positiva implica autoestima:

▶ Querernos, tenernos paciencia, escucharnos, esperarnos cuando las cosas no salen como queremos.

▶ Ayuda revisar nuestros “mandamientos” nuestros diálogos internos, la forma en que nos decimos las cosas, la forma en que nos evaluamos, cuánta tolerancia podemos tenernos y cuánto de lo que nos exigimos es lo que elegimos hacer o si solo responde a mandatos sociales o familiares.

▶ Actualizar nuestras prioridades, nuestras elecciones de vida, aquello que ya no nos sirve o que ya no nos gusta y reemplazarlo por lo que nos gratifica y nos ayuda a sentirnos más plenos.

Actividades

Hay prácticas que aportan al autoconocimiento, suman confianza y mejoran la actitud ante lo que nos pasa. Hay varias opciones: “cualquier terapia que integre el cuerpo, y si es posible que incluya el juego”, dice Sadi. También, la meditación para aprender a escuchar nuestra voz interior; o el Tai chi, arte marcial que combina meditación con movimiento.

El blog

“Yo la más gorda de todas”, de Laura Pereyra Costanzo, recibe unas mil visitas diarias de personas que buscan compartir cómo se sienten con su cuerpo, sus sufrimientos y sus historias de superación. “Siento que a partir del blog a muchos les llegó mi palabra y las devoluciones siempre han sido muy positivas”.