«Ustedes no tienen que tener mi estilo ni hacer las cosas como las hago yo; tienen que encontrar su estilo propio”, les repite Leonela, una profesora muy querida, referente desde hace dos años de los adolescentes que cursan Hip Hop, uno de los tantos talleres extracurriculares que ofrece el Colegio Plácido Marín, del obispado de San Isidro.
Leonela empezó como preceptora de esa escuela al mismo tiempo que estudiaba Trabajo Social y desplegaba su don de bailar: “Yo iba al colegio y también me entrenaba en jazz, clásico, español y zapateo americano. A los 16 años empecé a tomar clases de hip hop; en ese entonces pocos conocían ese ritmo. En 2011 hice el profesorado de hip hop y danzas urbanas. Belén, mi actual socia y amiga, fue mi profesora en algún punto de este recorrido”. Juntas, fundaron el Estudio Blow up Danzas Urbanas, en Florida.
UN DON PARA TRANSFORMAR
Hace tres años, los directivos de la escuela vieron que el don de bailar de Leonela podía dar frutos muy valiosos en esa comunidad educativa. El colegio busca facilitar una transformación social a través de una formación de calidad y accesible. Con esa conciencia, se abrió el Taller de Hip Hop, un espacio bastante inédito en el nivel secundario.
Allí, los adolescentes aprenden a bailar jugando, crean coreografías, hacen dos muestras –una a mediados y otra a fi n de año− y también han ganado premios en concursos de baile intercolegiales. “Este año, el colegio Plácido Marín cumple 20 años y seguramente haremos una demostración que involucre también al público en una coreografía”, cuenta entusiasmada Leonela.
“Al soltar el cuerpo, los chicos pierden la timidez, reafi rman su presencia frente a la mirada del otro y gradualmente se sienten más seguros”, dice Leonela que, con sus 25 años, se ganó el agradecimiento de alumnos y familias. Ella no solo enseña pasos o coreografías: también invita a que cada chico se supere a sí mismo, y a que descubra valores como la perseverancia, la paciencia, el trabajo en equipo, la iniciativa.
“Se mezclan alumnos de todas las edades, de primero a sexto año de secundaria, y se genera un ambiente muy colaborativo”, comenta la profe. Leonela los motiva contándoles los inicios de esta danza callejera, la confrontación de las pandillas de Nueva York, y con ese relato apunta a enseñarles otra cosa. “Los chicos se identifi can con esos comportamientos y van entendiendo que, en vez de utilizar la violencia para identificarse con su grupo de pertenencia, la danza es un arte que ayuda a expresar sentimientos, iguala y acerca a personas con distintos orígenes e ideas”.
Leonela cuenta emocionada las historias de chicos muy talentosos para la danza pero que, académicamente, tenían muchas difi cultades; algunos demostraban apatía y a otros les costaba expresarse. El hip hop sirvió como una llave maestra: “Lo que más me emociona de nuestro taller es detectar talentos. Los docentes nos damos cuenta que, si a un chico le gusta algo, le brota por todos lados”.
Varios alumnos y ex alumnos manifestaron un interés especial por entrenarse más allá de las horas del taller, con la perspectiva de que la danza sea también una posibilidad laboral. “Estos alumnos tenían todo un potencial guardado y había que darles lugar. ¡Qué doloroso hubiera sido que nunca lo hubiesen descubierto! Hoy saben lo que tienen como para poder aprovecharlo”.
MEZCLA DE ARTE Y DE SOLIDARIDAD
Ya desde que iba al colegio, Leonela participaba de actividades sociales. “El baile me gustó siempre, pero en mi adolescencia también veía al otro que tenía menos posibilidades o que directamente no las tenía. Me dije ‘No puedo hacer la vista gorda, bailar y nada más, tengo que involucrarme’, así que empecé a estudiar Trabajo Social. Hasta el día de hoy, voy mechando las dos cosas”, cuenta. Describe cómo fue su camino vocacional con talleres municipales de hip hop y reggaetón para todas las edades, y con su participación a través del baile en el Programa de Responsabilidad Social Compartida Envión, para promover la reinserción escolar de niños y jóvenes.
“El hip hop une. Aquí se genera mucha identificación con la danza, la indumentaria, la coordinación grupal. Gracias al hip hop, se empoderó un sector marginal de la sociedad, y personas que no tenían visibilidad hoy bailan y enseñan a otros a mejorar y a expresarse. Esta no es una danza más. El hip hop implica la revolución de salirse de la discriminación para expresarse, identificarse y transmitir emociones al público”, concluye, emocionada, seguramente pensando en todos esos alumnos que transformaron y transformarán sus vidas gracias al hip hop.
CÓMO AYUDAR
• Con indumentaria y accesorios para hip hop
• Con libros sobre música y danza
Colegio Plácido Marín (Grupo Educativo Marín)
www.marin.edu.ar
Tel 011 4512 8610