Tuvo una infancia muy difícil y le ganó a una dura enfermedad, pero nadie pudo quitarle la sonrisa. Hoy es entrenadora y fundó la Asociación Femenina de Fútbol para ayudar a otras chicas a superarse y encontrar un lugar de pertenencia.
La vida de Evelina Cabrera tuvo muchísimos giros. Pasó de dormir en una plaza y no tener para comer a convertirse en una referente del fútbol femenino; fundar la Asociación Femenina de Fútbol Argentino (AFFAR), armar el primer equipo de chicas ciegas de Buenos Aires y disertar en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York sobre su trabajo para empoderar a las mujeres y darles herramientas para tener una vida mejor. Nada mal para esta chica de 31 años que pudo revertir su destino a fuerza de empuje, ganas, constancia y pasión.
Su infancia fue muy difícil, pero ella no se quedó en el lamento. Pese a todo, terminó la secundaria, comenzó a estudiar Educación Física, a trabajar como tesorera en un restaurante y a dar clases como personal trainer. Por aquel entonces, una amiga le propuso jugar al fútbol y, aunque dice que era muy mala jugadora, se presentó en una prueba en Platense y eso cambió su vida. “Este deporte me dio herramientas y valores para poder encaminar mi vida, dándome normas que no tenía”, explica Evelina.
Cuenta que, una vez que la ficharon para el club, empezó a entrenar sin parar y a buscarse sponsors para dejar de usar las camisetas viejas que les daban en el club. “Les mandaba mails a todas las marcas: desde Nike (y ahora es la cara de su campaña) hasta los comercios de la zona. Llegaron tres locales barriales y con eso pudimos comprar la ropa de entrenamiento. Y empezaron a venir más chicas, porque no podían creer todo lo que conseguíamos”, cuenta orgullosa. El fútbol era su pasión, la hacía realmente feliz, pero la vida le dio otro revés.
Fuerza de voluntad
“Empecé a sentirme mal, me dolía mucho la cabeza y comencé a recorrer médicos. En total fui a tres, nadie me encontraba nada, pero se me había elevado una hormona, la prolactina. Me detectaron un tumor que era benigno y me operaron; por suerte con eso alcanzó. La mala noticia me la dio el endocrinólogo: no podía hacer actividad física. Y mi mundo se derrumbó; entré en una crisis tremenda porque quería seguir ligada con el fútbol. Y ahí fue cuando me propuse ser entrenadora”, cuenta.
Otra vez tuvo que aprender a reinventarse: “Se me ocurrió ir al playón de la estación de Tigre con una sobrina de 9 años a la que hice pasar por alumna. Las dos vestidas con ropa deportiva, le decía ´si yo te digo corré, vos corré´. Armé una página en Facebook y estuvimos dos meses así hasta que empezaron a llegar desde nenas de 10 años hasta mujeres de 45 que querían jugar al fútbol y no tenían dónde hacerlo. La Municipalidad de Tigre me cedió el polideportivo Sarmiento y me lancé. Venían algunas chicas que no podían pagar; se notaba que ni siquiera comían, así que empecé a llevar chocolatada caliente, otras llevaban galletitas. Y me di cuenta que con el fútbol solo no alcanzaba”.
Entonces fue por más. Y creó la AFFAR, desde donde trabajan la parte social, educativa y deportiva. “Estamos por cumplir cinco años, les damos herramientas a las chicas dentro y fuera de la cancha. Las alentamos a seguir una carrera, por ejemplo, hicimos un convenio con el Instituto Johan Cruyff que nos beca a las chicas; nos llamaron de la ONU y ahora van a poder hacerse los aptos médicos gratis, eso para las que no tienen obra social es un paso enorme. Una persona que tiene problemas en su casa, que sufre violencia de género, que no tiene trabajo, que nunca estudió, llega a la cancha pensando en todos sus problemas, no en jugar”, asegura.
Su labor social
Un día recibió un correo. Era Mirna Gamarra, una chica no vidente que quería jugar al fútbol y ningún club la aceptaba. Evelina aceptó el desafío sin saber cómo hacerlo, así que buscó en Internet cómo entrenarla y aprendió a resolver de forma casera algunas cosas, por ejemplo, a envolver la pelota en una bolsa para que pueda escucharla, ya que no tenían dinero para comprar una con cascabel. Pero por supuesto, no se quedó solo con eso, sino que armaron un equipo (Las Ramonas), encontró un lugar para que pudieran entrenar (el Club Banco Nación), capacitó a más entrenadoras y se unieron a Paradeportes.
Hoy además de tener su propia escuela de fútbol junto a Boca −a la que asisten más de 200 mujeres−, de ser manager del equipo femenino de futsal del Club Atlas, de trabajar con una Universidad (la UCES), es también voluntaria en la Unidad Penitenciaria 47 de San Martín, donde les da clases de fútbol a las internas. “Una experiencia increíble”, asegura.
Una topadora: en el último año ganó premios y reconocimientos; escribió un cuento para la antología Pelota de papel 2 (de Editorial Planeta) en el que jugadores consagrados hicieron su aporte; participó de una película que se acaba de estrenar, No llores por mí Inglaterra, y el máximo reconocimiento fue en enero, cuando viajó a Nueva York para disertar en la ONU por su trabajo social.
“Todos, como sociedad, debemos implementar la resiliencia en cada uno porque no nos damos cuenta del valor que tenemos cuando le decimos a otra persona ‘yo confío en vos’. Cuando estaba en los peores lugares, nadie confiaba en mí y yo tuve que confiar en mí misma para poder salir de lo más bajo. Y cuando la gente empezó a confiar en mí, me empecé a sentir poderosa. Ustedes pueden darles poder y herramientas a las que no se sienten así. Y ese poder de confianza no solo puede transformar su vida, sino la de todos”, dijo en su discurso. Con tanto empuje y determinación, la necesitamos como capitana en Rusia: “Sampaoli, Evelina Cabrera es argentina”.
¿Cómo contactarla?
Para sumarse a su escuela, a sus proyectos o seguir sus pasos: www.evelinacabrera.com.ar o se puede compartir su día a día en Instagram: @evelinacabrera23.