El más mimado

Precisan hacer ejercicio y socializar para mantenerse sanos y alegres

El paseo que tu perro necesita

Precisan hacer ejercicio y socializar para mantenerse sanos y alegres

¿Quién no disfruta de un paseo? ¿Acaso alguien puede negar que necesita, en algún momento del día, de un poco de aire fresco? Sabemos que para los perros también es fundamental caminar y compartir con otros, sin embargo, no siempre queda espacio para ocuparse de la mascota. Es entonces cuando entra en juego una persona que se convierte en parte fundamental de la cotidianeidad de la casa: el paseador.

Por qué un paseador

Su rol está totalmente instalado en la sociedad. Si bien algunos los eligen y otros no, ya nadie cuestiona que colaboran, incluso en la educación del animal. Hay paseadores en todos los barrios y para las necesidades particulares de cada perro.

Dolores necesitaba delegar el paseo de Urko: vivía en un departamento y no podía ocuparse, pero era fundamental para ella que su mascota saliera con perros adultos. “Tuve en cuenta ‒describe‒ que ya estaba grande y no podía caminar grandes distancias. Quería alguien que estuviera cerca de casa”.
Pablo Salinardo, paseador y educador canino que trabaja en el rubro hace más de una década, explica que tiene dos manadas diferenciadas por tamaño y por edad, porque “son dos comportamientos totalmente diferentes”. Sus paseos, por la zona de Caballito, duran entre tres y cuatro horas.

Lo cierto es que a la falta de tiempo se le suma la del espacio, y la pregunta que muchas familias se hacen es si pueden responder a las necesidades del animal. “Los perros necesitan salir de su ambiente cotidiano. Tienen una energía enorme que necesita ser canalizada”, describe Alan Panteon, quien recorre los barrios de San Telmo, La Boca y Barracas por la mañana y por la tarde con grupos de no más de ocho animales.

Para muchos, optar por un paseador de perros es una inversión necesaria más que un gasto, como lo hicieron Rocío y su pareja con su border collie de dos años: “Nosotros decidimos hacer ese esfuerzo. Cuando veo que vuelve feliz, no puedo decir ‘me voy a ahorrar la plata del paseador, total mi perro puede hacer pis en la terraza’”, resume.

En quién depositar la confianza


“Lo elegiría si tuviera el presupuesto y si encontrara a alguien de muchísima confianza que me diera la seguridad de que no va a estar todo el día atada a un árbol”, dice Estefanía, quien además de no contar con la posibilidad de costear al paseador, tampoco puede hacer coincidir sus horarios y disfruta de las salidas con Emilia. “Tenés que amoldarte ‒explica‒ a la hora que lo pasan a buscar y lo devuelven”. Las jornadas extendidas implican que muchas familias deban darles a los paseadores una copia de la llave del hogar, no sin antes ganarse su confianza.

Cuando se trata de entregar a un integrante de la familia y el acceso a la casa, algunos eligen hacer una supervisión. “Lo más difícil ‒confiesa Rocío‒ es saber si, cuando está a solas, cuida a tu perro o no. El nuestro nos manda videos. Sabemos dónde está”. A veces, ella lo pasa a buscar o lo lleva, pero después de un año y con un bebé en camino, optó por darle una llave.

Pasear perros no es solamente tirar de la correa y recorrer grandes distancias. Para realizar esta actividad de manera profesional hay que ofrecer la tranquilidad de que la mascota está en buenas manos, comprender la conducta del animal y, fundamentalmente, saber disfrutar de su compañía. Alan resume su elección en pocas palabras: “Elijo ser paseador porque amo a los perros y porque me permite aprender de ellos”.

Compromisos de las dos partes

“Tengo reglas básicas a la hora de elegir un perro. Primero, la información de sexo, edad, tamaño y comportamiento hacia otros. Exijo todas las vacunas al día, así como correa y collar en buen estado, con chapita”, describe Pablo con respecto a sus requisitos.

Optar por un paseador no implica desligarse de la responsabilidad. Por el contrario, es empezar a recorrer un camino en conjunto en pos de la educación del animal. Pablo relata que “después de entrar a la manada correspondiente, si veo algún comportamiento que no corresponde le doy a la familia consejos para solucionarlo. En caso de que no vea interés en solucionar el conflicto que pueda existir, lamentablemente dejan de salir conmigo”.

En el caso de Alan, él observa que hay perros muy acostumbrados a estar en su casa y que no disfrutan del paseo. También tiene en cuenta que estén en condiciones físicas y de edad para caminar la cantidad de horas pedidas; que no tengan, por ejemplo, problemas cardíacos. De todos modos, considera que la confianza del perro con el paseador nunca se iguala a la que tienen con su dueño. “No hay como la persona que los crio, ellos conocen mejor su límite”, explica. Incluso, tanto dueños como paseadores acuerdan en que el paseo con las familias es un espacio que no debe perderse.

 

Hay diferentes ordenanzas mediante las que se busca organizar el paseo de perros en los espacios públicos. También establecen multas para quienes no las cumplan y disponen la apertura de registros de paseadores. Sin embargo, lo que predomina al momento de elegir un paseador es la recomendación y la confianza.

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