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Mascotas humanizadas

Cuando los perros y los gatos son tratados como personas podemos ocasionarles serios problemas de ansiedad

Cada vez es más frecuente ver mascotas que son tratadas como personas, se las viste como bebés, ocupan un lugar en la mesa o se les celebra el cumpleaños. Sin embargo, esta conducta –conocida como antropomorfización– lejos de beneficiar a los animales, puede resultar muy peligrosa para ellos. Es muy importante entender que los perros y los gatos son otra especie, con otros códigos de comunicación y necesidades diferentes a las de sus dueños humanos. “Es fácil comprobar cuándo un perro está siendo humanizado. Algunas veces lo delata su aspecto visual y otras lo notamos por el trato que sus dueños le dan. Se convierten en animales demandantes, que buscan llamar la atención, tienen un apetito caprichoso, son agresivos y difíciles de tratar en el consultorio”, explica Gabriela Amesa, veterinaria especializada en etología clínica (MN 9718). Micaela Antolín nos contó su experiencia como dueña de un perro salchicha al que poco a poco fue humanizando: “Lo cuidaba como a un bebé. Me parecía tan frágil que compré un cochecito usado para poder pasearlo sin que se canse. Con el tiempo, los veterinarios me convencieron de que eso no era saludable para Max porque le impedía caminar, oler algo, que es su forma de diversión”.

Ropa innecesaria (que solo cumple una función estética y no de abrigo), carritos de bebé, botas en las patas, uñas pintadas, pelo teñido, son contraproducentes para los animales. La lista no termina en el aspecto físico, sino que existe otro costado actitudinal que define los roles del perro dentro de la familia, como por ejemplo, dormir con él, comer con él en la mesa y hablarle como si entendiera los razonamientos humanos. Ante estos hábitos, los especialistas destacan que querer a las mascotas como personas no es malo, el problema es cambiar las conductas caninas o felinas por otras de la especie humana.



Las complicaciones

El bienestar de nuestra mascota depende de la libertad de ejercer sus comportamientos típicos de especie. Aunque ponerles ropa o festejarles el cumpleaños sean actitudes inocuas, son innecesarias y pueden molestar a las mascotas.

Cuando tratamos a un perro como una persona y lo consentimos en todas sus demandas, también lo dañamos. “Esto puede generarle varios conflictos. El más común es el de jerarquía”, sostiene Amesa. Sucede que, para el perro, esas actitudes le demuestran que él es quien manda en esa manada familia. Entonces le enviamos un mensaje contradictorio, porque le permitimos que tenga un rol dominante, pero a la vez hay momentos en los que queremos darle órdenes o acariciarlo.

Ante situaciones de «humanización», el animal reacciona mal o muerde, porque actúa al igual que cuando es desafiado por otro perro. “Este conflicto jerárquico de no saber qué lugar ocupa le puede ocasionar serios trastornos de ansiedad, incluso crónicos”, asegura la profesional. Eso le pasó a Anabella Ramírez con Sarita, su perra caniche. “Ella era todo para mí. Me costaba ponerle límites y hacía lo que quería conmigo. Un día empezó a morderme y tuve miedo. De ahí en más, con la ayuda de los veterinarios reeduqué su conducta y la mía. Ahora la convivencia fluye pero sin confundir roles”, comenta.

En el caso de los felinos es menos frecuente, porque los gatos no suelen aceptar los ornamentos ni les gusta ser paseados con correa. La veterinaria explica que al humanizarlos se dejan de lado las necesidades de la especie, como la de tener lugares donde aislarse y respetar el carácter de cada felino. Un claro ejemplo de esto es cuando se lo obliga a “saludar” a las visitas, o sacarlo a pasear cuando en general estos animales se estresan al estar fuera de su ambiente. A diferencia de los perros, dormir en la cama o tener comida a disposición todo el día no tiene importancia jerárquica y no les genera ningún conflicto.



Cómo tratarlos

Es primordial no confundir el cariño y las recompensas con la humanización. “No debemos asumir que si la mascota no es tratada como una persona se va a sentir mal. Este pensamiento es erróneo, porque los perros saben convivir en sociedad con sus congéneres y están acostumbrados a no tener los mismos beneficios que las personas”, sostiene Amesa.

Entonces, ¿qué podemos hacer si nuestra mascota está humanizada? Lo principal es observar si presenta algún trastorno en la conducta y, de ser así, consultar lo antes posible a un veterinario etólogo (especializado en comportamiento). El profesional está capacitado para ver qué aspectos hay que modificar, dependiendo del problema que presente la mascota. “Si no tomamos medidas urgentes, las patologías del comportamiento tienden a empeorar con el tiempo. Esto implica la adecuada terapia comportamental y muchas veces farmacológica. En la mayoría de los casos se alcanza una mejoría que facilita la convivencia, pero requiere deshacer la imagen que se tiene de la mascota como una persona y aceptar que, al ser de otra especie, tiene otras necesidades y formas de comunicarse”, concluye.



5 derechos de las mascotas

1. Estar libres de sed, hambre y malnutrición.

2. Estar en un ambiente confortable. Esto significa tener un espacio apropiado para descansar, con temperatura estable y juguetes.

3. Estar sanas. Controlarlas con un veterinario y desparasitarlas con frecuencia.

4. Ser libres de expresarse. Permitirles explorar, olfatear, ejercitarse, socializar.

5. Estar libres de estrés y miedo. Hay que identificar sus miedos y nunca castigarlas físicamente.

Querer a las mascotas como personas no es malo, el problema es cambiar sus conductas

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