Tiempo atrás, la imagen inmediata al hablar de una persona de la tercera edad era la de alguien que ya había desarrollado los proyectos más importantes que le tocaría atravesar en su vida: prepararse académicamente, construir una carrera laboral, formar una familia. De no haberlos concretado, se le había escapado la oportunidad. Tocaba, alrededor de los 60 años, jubilarse, descansar y, a lo sumo, cuidar de los nietos. Por supuesto, con este futuro inmediato en mente, nadie quería hacerse viejo. Operaciones estéticas y otros métodos de rejuvenecimiento estuvieron a la orden del día para espantar ese fantasma. Pero esa percepción fue cambiando. La vejez dejó de ser aterradora para transformarse en un momento de nuevos proyectos. Descubrir pasatiempos, viajar y conocer nuevos lugares, estudiar o emprender e, incluso, tener hijos comenzaron a ser posibilidades para la gente mayor de 50.
Día Internacional de las Personas de Edad
En un contexto de envejecimiento poblacional, las Naciones Unidas determinaron que el 1° de octubre sea una fecha para destacar el papel en la sociedad de los mayores como líderes, cuidadores y custodios de la tradición; para ayudar también a garantizar su inclusión y a reducir las desigualdades a las que se enfrentan.
Sin límites
“Cuando uno no quiere mirar hacia delante tiene una postura adolescente y que la vida se nos pase. Tenemos que construir de cero. La jubilación a nivel psicológico no tiene que existir. No desear y estar muerto es lo mismo. Cuantos más deseos tenemos, más vivos nos sentimos, más jóvenes nos volvemos y con más fuerza construimos lo que soñamos. Cuanto más difíciles de lograr, más adrenalina”, refiere el psicólogo y conferencista Bernardo Stamateas respecto de lo que para él sería un envejecimiento sano. Además, señala que “nuestras mentes se expanden cuando hay desafíos. Un poco de frustración siempre viene bien. Estar demasiado cómodos nos hace perder la perspectiva de que lo mejor siempre está por venir”. La peor decisión sería, entonces, sentarse en el sillón a esperar lo que la vida depare.
En este sentido, Roxana cuenta que le costó mucho tomar la decisión de jubilarse: “Era una rutina tan adquirida, durante casi 30 años, que tenía miedo de no tener más motivación de levantarme por las mañanas”. Sin embargo, descubrió que disponer de sus horarios no solo le daba la posibilidad de ayudar a sus tres hijos y compartir tiempo con sus nietos, sino que pudo anotarse en los cursos que quiso hacer siempre, como el de fotografía. También se las ingenió para comenzar a vender libros, ropa y muebles por una conocida página de Internet, lo que la mantuvo activa y le brindó un ingreso extra. “Descubrí que hay jóvenes viejos y adultos jóvenes”, resume. Es que, sin dudas, el espíritu tiene que ver con una cuestión de actitud, más allá de lo que diga el reloj biológico de cada uno.
¿Tan malo es envejecer?
Si bien es un gran triunfo para la humanidad que la gente hoy pueda vivir más años, es también un gran desafío. Por eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió posicionar el concepto de envejecimiento activo como el proceso de ofrecer oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que la gente envejece. “Permite a las personas –argumentan– realizar su potencial de bienestar físico, social y mental a lo largo de todo su ciclo vital y participar en la sociedad de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades; mientras que les proporciona protección y cuidados adecuados cuando necesitan asistencia”. Proponen, así, un nuevo paradigma que desafíe “la perspectiva tradicional de que el aprendizaje es un asunto de niños y jóvenes, el trabajo de adultos y la jubilación un problema de la vejez”.
Lo cierto es que hoy todas las instancias de la vida se mezclan y nadie quiere quedarse con cuentas pendientes. De hecho, cada vez es más común ver hombres que deciden ser padres en la quinta década (como el conductor Marcelo Tinelli, el expresidente Mauricio Macri o el actor Richard Gere) y disfrutan el hecho de tener más disponibilidad, al haberse desarrollado ya en otros aspectos.
¿Qué es la cronofobia?
Tiempo atrás, la imagen inmediata al hablar de una persona de la tercera edad era la de alguien que ya había desarrollado los proyectos más importantes que le tocaría atravesar en su vida: prepararse académicamente, construir una carrera laboral, formar una familia. De no haberlos concretado, se le había escapado la oportunidad. Tocaba, alrededor de los 60 años, jubilarse, descansar y, a lo sumo, cuidar de los nietos. Por supuesto, con este futuro inmediato en mente, nadie quería hacerse viejo. Operaciones estéticas y otros métodos de rejuvenecimiento estuvieron a la orden del día para espantar ese fantasma. Pero esa percepción fue cambiando. La vejez dejó de ser aterradora para transformarse en un momento de nuevos proyectos. Descubrir pasatiempos, viajar y conocer nuevos lugares, estudiar o emprender e, incluso, tener hijos comenzaron a ser posibilidades para la gente mayor de 50.
También las mujeres viven la vejez con mayor libertad, y muestran sus canas y arrugas con orgullo. Asumen que, aunque los cuidados diarios pueden demorar el avance de la edad en el organismo, es inevitable que llegue. La decisión es cómo transitarlo. Optan por hacer ejercicio, llevar una dieta saludable e hidratarse bien para seguir disfrutando de su vitalidad. “Me gusta más el aspecto que tengo ahora que el que tenía hace 20 años”, manifestó la modelo francesa Yazemeenah Rossi, de 45 años, que, incluso, rechazó una suma importante de dinero por parte de una firma de cosméticos a cambio de ser su imagen si teñía su cabello gris.
Quizás el mercado laboral sea el próximo en el que se vea una revalorización de los adultos mayores. Recientemente, Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, y Antonio Huertas, presidente y CEO de Mapfre, plasmaron en el libro La revolución de las canas las oportunidades que se presentan con una economía del envejecimiento, al considerarla un periodo de madurez y experiencia. Allí cuentan, por ejemplo, que Nelson Mandela llegó a la presidencia de Sudáfrica a los 76 y Steve Jobs llevó a Apple a lo más alto con 56. “Los jóvenes son y podrán ser una parte importante del consumo y del desarrollo económico pero los datos nos dicen que los mayores cada vez son más. Si logramos –sostienen– que las instituciones se adapten y que los propios miembros de la generación de las canas piensen que todavía pueden aportar, conseguiremos muchas cosas. El territorio que haga eso estará liderando el futuro”.