¿Cómo cuidarnos?

CINTURÓN DE SEGURIDAD

La mitad de las muertes en accidentes de tránsito podrían evitarse con el cinturón de seguridad abrochado.

CINTURÓN DE SEGURIDAD

Un abrazo a la vida

La mitad de las muertes en accidentes de tránsito podrían evitarse con el cinturón de seguridad abrochado.

Si bien la cantidad de víctimas disminuyó en los últimos 20 años, lamentablemente sigue siendo muy alta la tasa de accidentes de tránsito en Argentina. Más de 7.200 personas murieron en nuestro país en 2016 por este tipo de accidentes, es decir, cerca de 20 personas por día, según las estadísticas de la asociación civil Luchemos por la Vida, lo que exige el compromiso y la conciencia de cada uno de nosotros.

Y en este contexto, entra el infalible y a veces olvidado cinturón de seguridad. Si cada vez que subimos a un auto, a un remise o a un transporte público tenemos la sensación de que, al sentarnos, necesitamos abrochar el cinturón para trasladarnos en forma segura, es una buena señal de que tenemos conciencia por cuidar la vida. Y usarlo debería ser un hábito saludable más, al igual que lavarse los dientes, dormir las horas necesarias o hacer actividad física.

Pero la imprudencia y la distracción suelen estar a la vuelta de la esquina. Un cinturón de seguridad desabrochado es lo mismo que un casco colgando en el brazo del motociclista: un accesorio que no sirve para nada. Salimos manejando apurados porque perdemos un turno, el nene sube semidormido al asiento trasero, el remisero que nos lleva no tiene habilitados los cintos y los guarda debajo del asiento porque “total el viaje es corto”. Todas estas cosas pueden pasarnos con consecuencias irreversibles.

También hay quienes creen que, en un choque, el cinturón puede dejar de funcionar, dejar “atrapado”, atado y sin salida a quienes supuestamente debía proteger. Lo cierto es que el cinturón está hecho para amortiguar el cuerpo que puede salir despedido por la inercia de un choque o para evitar ser lastimado en una frenada violenta.

Una cuestión de responsabilidad

La organización mundial de la Salud generó un manual que se puede leer y descargar gratis en la página web de Luchemos por la vida (http:// www.luchemos.org.ar). En él se afirma, por ejemplo, que al usar el cinturón de seguridad se reduce entre un 40 y un 50 por ciento la probabilidad de muerte para conductores y acompañantes, y cerca de un 25 por ciento para pasajeros en los asientos traseros.

Las cifras son serias e invitan a reflexionar sobre lo que decidimos cada día al estar frente al volante, o al viajar como pasajeros en cualquier medio de transporte. En una situación de accidente, las personas que viajan sin cinturón de seguridad saldrán catapultadas a la misma velocidad a la que iba el vehículo, lo que podría significar impactar contra el asiento de adelante, contra el volante, o directamente salir eyectadas del auto (con el agravante de que el 75 por ciento de las personas despedidas fuera del vehículo, fallece).

Hace unos años circuló un aviso publicitario inglés llamado “Abrazá la vida” (figura en YouTube como “Embrace Life”), que fue furor mundial y recibió múltiples premios. El mensaje era contundente: tenía que ver no solo con el uso del cinturón de seguridad, sino también con los afectos, las personas que valen la pena, que nos quieren y por quienes merece la pena manejar seguros para llegar a destino.

Sí al cinturón de seguridad

El 19 de noviembre fue instituido como el Día Mundial de las Víctimas del Tránsito, para reflexionar sobre las víctimas fatales, los heridos, las personas que quedan discapacitadas, y todos los familiares y seres queridos que sufren las consecuencias de estas pérdidas. Argentina tiene mucho por hacer. Basta con una cinta de dos o tres puntos de agarre cruzada en el tórax para que se eviten lesiones serias y la mitad de las muertes.

Los cinturones de seguridad y los sistemas de retención infantil, señala el manual, “reducen el riesgo de contacto con el interior del vehículo o reducen la gravedad de las heridas en caso de contacto; distribuyen las fuerzas del choque sobre las partes más fuertes del cuerpo humano; impiden que el ocupante sea expulsado del vehículo en caso de impacto; impiden que se lesionen otros ocupantes (por ejemplo, en caso de choque frontal, los pasajeros de los asientos traseros pueden ser catapultados hacia delante y golpear a otros ocupantes si no llevan el cinturón abrochado)”.

Niños y cinturón

La posibilidad de disminuir los riesgos de accidentes fatales o lesiones graves está a nuestro alcance. En el caso de nuestros pequeños, tenemos la responsabilidad de preservarlos con un manejo responsable, una ubicación conadecuada dentro del vehículo y la utilización de butacas o sillitas de seguridad ‒según la edad del niño‒ como complemento al uso del cinturón de seguridad. El sistema de retención que brinda un cinturón para niños está especialmente diseñado, e implica ‒en una situación de choque‒ distribuir la fuerza hacia las partes más sólidas del cuerpo y proteger más los tejidos blandos.

Usar el cinturón de seguridad es un acto de responsabilidad con nuestros seres queridos y con todas las personas que circulan en la vía pública, motorizados, peatones, conductores o pasajeros. ¿Te animás a asumir el compromiso de usarlo siempre y así ayudar a otros?.

Sugerencias

» Si conducís, renová tu conciencia: manejar es un acto de responsabilidad frente a tu vida, la de tus pasajeros, acompañantes, los peatones y los otros vehículos que circulan por la vía pública.

» Construí el hábito saludable del cinto abrochado siempre: aun cuando vayas “hasta acá nomás”. Al subir a un vehículo, enfocate en dos cosas: primero, abrochar tu cinturón y, segundo, poner el seguro a las puertas.

» Abrocharse el cinturón es un hábito positivo y contagioso: si viajás con más personas, es bueno que ellas vean tu ejemplo y te imiten.

» Que todos los cintos hagan ¡click!: verificá visual y auditivamente si todas las personas que viajan con vos tengan el cinturón abrochado.

» Los niños primero: Es preferible un berrinche de un niño a tener que lamentar una lesión seria o una pérdida fatal.

 

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