¿Cómo cuidarnos?

Ejercitarse en el mar

En vacaciones, la playa me invita a desenchufarme. Camino todos los días por la arena más de una hora, relajada, sin celular, mientras que en la ciudad no puedo despegarme de él ni un minuto”, cuenta Clara Pertusio, docente. La experiencia de Clara no es única, muchas personas encuentran en las vacaciones un momento ideal para concentrarse, meditar y ejercitarse. Por eso este período puede convertirse en la mejor oportunidad para iniciarnos en un nuevo camino y así transitar un año más equilibrado. “Estar en una playa tranquila y ver el horizonte ya nos predispone a tener la mente en calma, que es justamente lo que buscamos con la meditación”, afirma Florencia Daniel, instructora de yoga. Para ella, la mañana y la tarde son los mejores momentos para meditar, de manera de dar las gracias al comienzo del día y a lo vivido. Algo sumamente importante para lograr desenchufarse es dejar de lado los dispositivos electrónicos como la tableta o el celular. Si de todas maneras necesitamos salir con el teléfono, lo ideal es chequearlo lo menos posible, como para que el tiempo de vacaciones nos desintoxique un poco de la era digital. La playa es un buen escenario para empezar a meditar porque la agenda se libera, el ritmo es más lento y tenemos más tiempo. También es importante lograr una respiración consciente, para entender cómo sentimos el aire que inhalamos y exhalamos. “La playa activa distintas conexiones con lo sensitivo, como tocar la arena, tener contacto con el agua, los sonidos, lo que se puede ver, los olores”, explica Martín Reynoso, psicólogo y coordinador de mindfulness. Para él, meditar por la mañana y tener plena conciencia del presente nos prepara mentalmente para un día mejor.

Ejercicios sobre la arena

Varias posturas de la disciplina del yoga pueden realizarse en la playa. “Muchas asanas, como por ejemplo el saludo al sol, nos ayudan a lograr la concentración. Su dificultad y la respiración nos permiten enfocarnos y meditar”, sostiene María Clara Badino Lynch, profesora de Educación Física y personal trainer. Es sabido que practicar yoga suma muchos beneficios, como tonificar los músculos, otorgar flexibilidad, aumentar la resistencia del organismo y eliminar la tensión. “Casi todos los ejercicios de yoga se pueden practicar sobre la arena, pero las posturas que requieren equilibrio de pie, como por ejemplo, ‘el árbol’, son las que más se potencian porque al hacerlas sobre una superficie blanda, exigen mayor fuerza de los músculos y concentración de la mente”, explica Daniel.

También podemos sentarnos unos minutos frente al mar y contemplar las olas que van y vienen, el sonido que hacen al romper, observar a la gente que camina. Todo esto nos ayuda a relajarnos. Para Marta Delgado, el camino de la meditación fue un gran cambio en su vida. “Desde que empecé a meditar noté transformaciones tan positivas que no dejé de hacerlo nunca, en especial durante las vacaciones, cuando más lo disfruto. Noto que descanso mejor y no me enrosco tanto con los problemas diarios”, comenta.

Es importante que cuidemos nuestra postura mientras nos encontramos en un estado de relajación. “Acostados en la playa, hay que buscar una posición correcta para descansar la espalda. Si estamos boca arriba, tenemos que flexionar las piernas para que la zona lumbar tenga un apoyo. Si estamos boca abajo, lo mejor es colocar una almohada debajo del abdomen”, recomienda la licenciada María Soledad Barzi, kinesióloga fisiatra (MN 8215). Otro punto a tener en cuenta es tratar de no permanecer demasiado tiempo en la misma posición, y si llevamos material de lectura, la indicación de Barzi es leer sentados en una reposera con la espalda bien apoyada y con una flexión de cadera y de rodilla a 90º. Además, el libro debe estar a la altura de la vista para evitar contracturas cervicales.

Para Reynoso, una buena forma de practicar la concentración es registrar lo que pasa por nuestra mente. “Ver cómo se relaciona con todo lo sensitivo que vamos captando y observarla cuando vuelve a pensar cosas de la rutina, del trabajo, la ciudad. Es importante poder detectar eso y regular la atención para volver a hacer foco en las emociones”, explica. La idea de practicar meditación en la playa es lograr que con el paso de las horas y de los días la mente esté cada vez más descargada de la agenda y las obligaciones, y que se pueda nutrir con el entorno en el que nos encontramos.

Ejercicios en el agua

Los expertos consultados coincidieron en que un excelente ejercicio para meditar en el agua es la caminata. “Caminar en el agua en contra de la corriente, contrayendo el abdomen y los glúteos, es un ejercicio intenso para fortalecer las piernas”, señala Daniel. Para Reynoso, el foco siempre está en la conciencia: “caminar sintiendo la planta del pie, entrar en contacto con la forma en la que se hunde el pie en la arena, el contacto con el agua; estas son oportunidades de estimular los sentidos y de ampliar la conciencia sensitiva”. Una variante de la caminata que plantea Badino Lynch es realizarla con el agua a la cintura y ejercitar también las manos para que nos faciliten el avance al empujar el agua hacia atrás, o al crear una resistencia cuando empujamos el agua en el sentido contrario al cual avanzamos.

Las prácticas en el agua son especialmente buenas para saborear cada minuto que vivimos en el mar. Entrar despacio y percibir su temperatura, caminar, sumergirse; siempre que mantengamos la mente atenta a lo que aparece, que seamos receptivos, vamos a meditar y a poner el foco en el presente. “La natación es una actividad muy completa. Caminar o trotar en la playa también, aunque hay que tener cuidado con la arena, que es blanda y puede generar inestabilidades para el tobillo”, dice Barzi. Quienes sepan nadar pueden aprovechar los días de mar calmo para dejarse llevar por el movimiento de las olas, o hacer la plancha y dejarse hamacar.

Sentarse en la orilla y permitir que las olas nos mojen lentamente, concentrarnos en el vaivén del mar, su manera de crecer y alcanzarnos también conforman un marco propicio para meditar.

seguí leyendo: ¿Cómo cuidarnos?