El sol es nuestra principal fuente de energía y emite tres tipos de rayos: los infrarrojos y los ultravioletas, que son invisibles para el ojo humano; y los visibles, que brindan energía a las plantas y permiten que se produzca la fotosíntesis. Dentro del espectro visible se encuentra la luz azul, también conocida como HEV (que se traduce como luz visible de alta energía). Estos rayos nos alcanzan cuando estamos al aire libre y son los responsables de que veamos al cielo de color azul. Pero hay otras fuentes artificiales de esta luz que provienen de artefactos fabricados por el ser humano: los tubos fluorescentes, las lámparas LED, los monitores de computadoras y las pantallas de los televisores y teléfonos celulares.
A diferencia de los rayos ultravioletas o UV, que producen daños inmediatos y visibles en la piel, se cree que la luz HEV no causa un daño inmediato. Pero podría tener consecuencias en un plazo más largo, con síntomas que se agravan a medida que se pasa más tiempo frente a la luz de las pantallas. Pueden producir sequedad, inflamación, sensibilidad, enrojecimiento, arrugas prematuras, flacidez o hiperpigmentación. Esta última resulta más común en pacientes de piel oscura, que suelen presentar manchas a los lados de las mejillas, en la frente o alrededor de los ojos. Pero en realidad, se da en una cantidad muy pequeña de personas, y no hay evidencia de que se deba a los HEV que emiten sus dispositivos.
También se cree que la exposición prolongada a la luz azul podría provocar cáncer, aunque la Academia Americana de Dermatología no declara tener evidencia de que la HEV pueda producir cáncer de piel. Según esta entidad, aún no hay investigaciones que lo confirmen, porque las pantallas, monitores y otras fuentes de luz azul no son lo suficientemente intensas como para causar daños letales en la piel.
¿La luz azul es “la luz mala”?
Diversos estudios demuestran que estar expuestos a un poco de luz azul es necesario, ya que aumenta la agudeza mental, ayuda a la memoria y a la función cognitiva y mejora el estado de ánimo. De hecho, hay terapias que la utilizan para el tratamiento de algunos trastornos depresivos. Por otra parte, esta luz ayuda también a regular el ritmo circadiano, que es el ciclo natural de sueño y vigilia que tiene nuestro organismo. Lo ideal es que el contacto con ella se produzca durante el día, y evitar el exceso por la noche para prevenir el insomnio y la fatiga posterior. Antes de acostarse, lo aconsejable es no mirar televisión o pantallas y, para quienes prefieren leer, hacerlo en un soporte de papel y no en una tableta, celular o lector electrónico.
Opiniones desencontradas
Respecto del efecto nocivo de la luz azul hay ambigüedad de opiniones. Esto se debe a que numerosos estudios son encargados por empresas dedicadas al cuidado de la piel o al cuidado personal, y por eso hay cierto riesgo de obtener conclusiones que no son del todo neutrales. Mientras tanto, y hasta que se realicen más investigaciones, los especialistas en el cuidado de la piel sugieren utilizar filtro solar de amplio espectro. Y tener en cuenta que los rayos del sol pueden penetrar a través de los vidrios durante todo el año, no solo en verano. En el caso de que estemos sentados frente a una computadora junto a una ventana, es más preocupante la luz natural que la que nos llega desde la computadora.
Daño comprobado: la visión
Según la Academia Americana de Oftalmología, la principal fuente de luz azul a la que estamos expuestos es el sol. Pero también obtenemos una dosis significativa desde las pantallas y las luces artificiales de viviendas, escuelas, comercios y oficinas. La córnea y el cristalino del ojo humano no son capaces de bloquearla totalmente, y por eso esta alcanza la retina. La mala noticia es que la exposición prolongada a ella daña las células que la componen e incrementa el riesgo de fatiga ocular, degeneración macular, e incluso puede derivar, con el tiempo, en la pérdida permanente de la visión.
Aún hace falta investigar mucho más para determinar cuánto “ruido visual” puede tolerar la retina. Pero muchos especialistas de la visión ya están preocupados por la excesiva radiación de las pantallas de la computadora, teléfonos celulares y otros dispositivos digitales. Mientras tanto, se sugiere el uso de lentes especiales de tinte amarillo para reducir su impacto y dar mayor confort y seguridad al estar frente a ellos durante largos períodos. Quienes emplean frecuentemente el teléfono celular deberían reducir la exposición mediante un filtro. Se trata de delgadas láminas autoadhesivas similares a los protectores de pantalla, que se aplican sobre la tapa de vidrio del aparato.