Los tratamientos y actividades que se originaron en Oriente para dar respuesta a las molestias corporales ya no están tan lejos. Poco a poco, fueron instalándose también en nuestro continente y, aun con nombres extraños que carecen de traducción, muchos se animaron a probarlos. Hoy, la oferta es variada y se extiende por todo el país. Cada vez son más quienes adoptan estas prácticas, que aportan múltiples beneficios, así como los que se vuelcan a estudiarlos.
“Tenía dolores constantes y profundos en la columna. Había probado de todo y nada parecía solucionarlo”, cuenta Graciela, a quien un compañero del trabajo le recomendó Shiatsu, un masaje terapéutico japonés. “Anoté el contacto –recuerda− casi por compromiso. Un día, ya cansada del malestar, me animé a probar y, sinceramente, fue lo único que me alivió. Hoy no lo cambio por nada”. Desconocimiento y desconfianza constituyen, usualmente, la primera impresión ante estas terapias que son, para algunos, un misterio. Pero, lo cierto es que quien prueba, vuelve. Mientras que el boca a boca funciona, todavía, como principal medio de difusión.
Buscar el equilibro
Reconocido por el Ministerio de Salud de Japón por su utilidad, el Shiatsu busca desbloquear, armonizar y activar el fluido del Ki (energía) para promover y restablecer el equilibrio físico, psíquico y espiritual. “Actúa a través de la presión de los dedos en determinados puntos ubicados en canales llamados meridianos, que recorren el cuerpo entero”, explica Ricardo Dokyu, quien se formó como terapeuta hace ya más de 30 años. Continúa brindando sesiones de una hora, en las que el paciente siempre está vestido y no se le colocan cremas ni aceites.
El especialista advierte que la técnica suele ser muy beneficiosa como terapia complementaria. La recomienda principalmente para contracturas musculares, rigidez, sensación de adormecimiento, cosquilleo u hormigueo en cuello y hombros, dolores a lo largo de la columna y ciático, problemas digestivos, estrés, mareos o sensación de vértigo y cansancio general. Asimismo, los tratamientos suelen incluir estiramientos y manipulaciones articulares, con el fin de conseguir que el cuerpo adquiera una mejor posición y que la respiración sea más consciente. El Shiatsu estimula y favorece un estado de equilibrio y armonía natural.
Todo está conectado
“Cuando uno habla de terapias holísticas las asocia con terapias místicas, que milagrosamente tienen propiedades o que todo lo pueden. Pero en realidad son aquellas que atienden a la persona en su totalidad: el paciente no es sólo una enfermedad, sino un todo integrado conformado por cuerpo, mente y espíritu”, analiza la reflexóloga Mabel Alejandra Dávila, autora del libro Reflexología infantil: abordaje de la terapia para bebés, niños y adultos. Esta práctica –que no supone ni implica método invasivo alguno− cuenta con dos corrientes: la oriental, regida por la medicina china, que considera al ser humano como un individuo atravesado por energía que provoca enfermedades cuando se atasca; y la occidental, regida por la medicina convencional, que entiende que la persona recibe estímulos, tanto internos como externos, que desequilibran su organismo.
“Es una terapia natural y complementaria, que se puede aplicar en todas las edades y estadios de salud, prevención o enfermedad. Lo importante es saber cómo, cuándo y dónde”, advierte Dávila. En la sesión, el reflexólogo realiza con sus manos presiones sobre determinados puntos conectados con distintas partes del cuerpo (también llamados “microsistemas” o “terminaciones nerviosas”), que pueden ser las orejas, la cara, las manos o los pies. Este último punto es aquel donde la terapia resulta más efectiva, ya que es el lugar del cuerpo donde se pueden generar más estímulos. “Allí −señala la especialista− encontramos el organismo reflejado en su totalidad, en correspondencia precisa, y si nosotros estimulamos correctamente esas zonas reflejas, generaremos una respuesta en la zona de origen”. Además, se fortalecen los sistemas circulatorio e inmunológico, lo que contribuye a una descongestión y desintoxicación corporal.
Tan exótico como milenario
Elegir algo diferente tiene un atractivo particular, pero cuando se trata del Tai Chi Chuan hay también una historia milenaria que viene incorporada a la práctica, ya que se originó como un arte de defensa o combate para la lucha cuerpo a cuerpo o con armas y no como un método para la salud. Sin embargo, su enseñanza se extendió en el tiempo y se adaptó para que pudiera ser practicada por cualquier persona; debido a sus movimientos, suaves, armoniosos y continuos.
“La mayoría se acerca por cuestiones de salud, como ejercicio de relajación y espiritual. Otros buscan un deporte de competencia. Los menos, un arte marcial, ya sea para aprender a defenderse o para tomarlo como un estilo de vida”, cuenta José Demarco, profesor de la Asociación Dragón Rojo. Entre los beneficios de la práctica, enumera: fortalecer nuestros músculos y tendones, lo que, con el tiempo, implica un mejor equilibrio; regular la respiración y la mente, para lograr la paz interior; ordenar el sistema nervioso, ya que colabora en disminuir el estrés; reforzar el sistema inmunológico, es decir, padecer menos enfermedades.
Acupuntura y yoga son otras, entre las tantas ofertas de terapias y actividades importadas desde Oriente para mejorar la salud. Con la atención puesta en la particularidad de cada persona y con el objetivo de mejorar la calidad de vida, se siguen expandiendo: cada vez son más los que se animan a probar, no una, sino varias de ellas. Lo complementario se integra, de este modo, a lo convencional, lo cual contribuye a la prevención, con una mirada integradora del cuerpo humano.
El diagnóstico médico
Es conveniente −antes de comenzar o retomar alguna de estas actividades, o cualquier otra que suponga cierto nivel de exigencia o manipulación del cuerpo, y aunque no se tengan síntomas concretos− realizarse un chequeo preventivo para evaluar el estado de salud. De este modo, no solo se certifica que la persona está en condiciones de realizar el esfuerzo físico solicitado, sino que también se pueden detectar precozmente patologías ocultas. El diagnóstico médico servirá a los profesionales a los que se acuda posteriormente, para tener un panorama general del estado físico con el fin de evitar lesiones. A su vez, a nivel personal, si bien no siempre es obligatorio, es una manera de protegerse ante eventuales riesgos y de asegurarse de que el trabajo que se vaya a realizar sea el adecuado.