Hay una Sol Pérez, que está al tope en los portales de noticias del espectáculo y se enreda en discusiones con una larga lista de personajes: desde Jorge Lanata a Lourdes Sánchez. Hay una Sol Pérez que camina a paso firme con tacos de 20 centímetros, vestidos súper ajustados y escotes profundos, o que patea el tablero de las redes sociales con sus microbikinis. Y qué. Ella defiende el absoluto derecho a la libertad de hacer y ser lo que le plazca. Por algo cuando salió de la escuela secundaria se anotó en Derecho. Esa Sol Pérez es una guerrera, imparable. Pero hay otra. Una que jura que no se mira al espejo porque no se gusta, que se dice insegura y desfasada a veces respecto de los de su generación, que convive con un dolor profundo y que, como una nena, se sienta a upa de su madre en medio de esta producción de fotos. En la charla con EXPERTAS, deja entrever sus costados menos conocidos. Las otras caras de Sol.
¿La estás pasando bien?
¡Qué pregunta! Más allá de que hay días mejores y peores y cosas que no están buenas, amo mi trabajo, me divierte, disfruto mucho.
Cuando renunciaste a Combate, dijiste que era porque la pasabas mal y estabas muy enojada.
Lo que pasa es que siempre fui muy contestataria, de tomar las riendas de mi vida. Si alguien dice algo sobre mí, ¿por qué me tengo que callar? Parece que siempre estás enojada porque te atacan 25 millones de personas.
Mi abuela decía que iba a ir a hablar con Tinelli para que me diera un lugar en el programa
¿Por qué te atacan?
No tengo idea, jamás hablé de nadie, nunca acusé a nadie de nada. Entonces que todo el tiempo te ataquen, hace que tengas que defenderte, porque pará, soy una persona.
¿Sentís que te juzgan mucho?
Constantemente, todo el mundo tiene piedra libre para hablar de mí, de mi trabajo, mi persona, cómo me visto, y me parece que no está bueno.
¿Qué recibís en la calle?
Mucho amor y cariño, siempre es un abrazo. El amor que recibo es tan grande que me impulsa a pensar que debo de estar haciendo algo bien, entonces. Pero me parece que el medio está muy contaminado por esta gente que quiere estar a toda costa, matando al padre, a la madre, al abuelo.
¿Vos no querés estar a toda costa?
A toda costa no, para mí todo tiene un precio y hay precios que no estoy dispuesta a pagar, yo no vendo a mi familia por estar en la televisión.
¿Tenés amigos en el medio?
Yo no soy de tener amigos en el medio, mis amigas están afuera y son mis amigas de toda la vida, me conocen desde siempre.
¿Qué te dicen ellas?
Nada, que ni me enrosque, que me lo hacen a propósito, que me relaje y baje un cambio. Mis amigas me acompañaron en el crecimiento desde el momento uno, entonces me conocen más que nadie. Igual en el medio tengo gente con la que me llevo muy bien y quiero muchísimo, y pongo las manos en el fuego, no son mis amigos pero es gente a la que respeto. Me pasa con Marcelo Polino o con Mica Viciconte, por ejemplo. Polino me puede poner un menos uno en el Bailando o decirme alguna frase más o menos picante, pero siempre lo hace desde el show, desde un lado limpio, con el afán de que sea algo divertido, un juego. Pero cuando hay malicia, traspasa, es vida real, somos personas.
Tu abuela paterna fue una gran referente en tu vida, ¿cierto?
Sí, mi abuela vivía con nosotros, es como mi mamá. Creo que es una relación de madre e hija en un punto. Era muy divertida. Ella si quería llorar, lloraba; se reía a las carcajadas a veces en una reunión y yo me daba cuenta de que estaba actuando. Siempre me decía que yo me parecía mucho a ella, que éramos artistas (sonríe).
¿Qué veía en vos? ¿Cómo te recordás de nena?
Estaba muy loca. Siempre fui muy de actuar, cantar, bailar. A mí me gustaba mucho Chiquititas, por ejemplo, entonces un día me preparé el bolso y le dije a mi mamá: “Me voy de casa, porque quiero ser huérfana” (risas). Y mi mamá me decía: “¡Pero Sol, vos te pensás que afuera es el Rincón de Luz! ¡Te van a robar!” (risas). Siempre viví la vida con mucha intensidad, no me gustan las cosas a medias.
Tu abuela murió en un accidente de tránsito en 2016, ¿cuesta mucho procesar lo inesperado de ese tipo de muertes, ¿no?
Es que no lo podés creer, siempre estás esperando que te digan que es mentira, es un antes y un después. Yo creo que te arruina la vida y, en otro punto, te hace crecer. Son esos momentos en donde caés hasta donde nunca jamás pensaste que ibas a caer.
Vos ya trabajabas en la tele.
Sí, era mi primer año de “la chica del clima”.
O sea que tenías que dar el parte meteorológico en medio de una tormenta personal muy dolorosa.
Sí, yo no quería volver a trabajar. Para mí se me había acabado la vida, no tenía más ganas de nada, no quería comer, no me salía reírme, me había quedado una parálisis en la boca de la angustia. Ese día llegué a mi casa al mediodía, sonaba el teléfono y pensé que eran las amigas de mi abuela, porque eran las únicas que llamaban al teléfono fijo. Cuando atendí, era del hospital. Mi abuela había ido a hacerse unos estudios –porque era fanática de la salud− y cuando me dijeron que nos acerquemos, pensé que algo le había dado mal. Resulta que a las 7 de la mañana ella estaba cruzando la calle y la atropelló un señor, que no quedó detenido ni le hicieron estudio de alcoholemia ni nada. Ella tenía 82 años, pero jugaba al tenis todos los sábados y domingos tres horas, iba a aquagym, hacía cursos de computación; tenía más vitalidad que cualquiera. Y lo que más bronca te da es que te dicen: “Igual era una persona grande”. ¡Grande sos vos, no sabés lo que era mi abuela!
¿Cómo saliste adelante?
Mi papá me obligó a ir a trabajar de nuevo, yo estaba en maquillaje y se me caían las lágrimas, no podía, sentía tanta angustia y no quería llorar en mi casa porque sabía que él estaba peor que todos nosotros… La verdad es que no sé cómo salí, creo que nunca salí igual, sigo sintiendo muchísima angustia, creo que es algo que no se me va a pasar nunca, después de eso sentís que todo lo demás…
Lo que vino después fue mucho crecimiento a nivel profesional. Entrar al Bailando habrá sido una bisagra…
Yo no siento que eso haya cambiado tanto mi vida; siempre lo vi desde el lado de mi abuela, que ella quería tanto que yo esté, imaginate que cuando era más chica me decía que iba a ir a hablar con Tinelli para que me diera un lugar en el programa (se ríe), así que con todas las cosas que empezaron a pasar, yo decía: “Esto me lo está mandando mi abuela”.
¿Y cómo sos en el amor? ¿Te enamorás fácilmente?
Soy enamoradiza, pero también me desenamoro rápido (se ríe).
¿Qué cosas te desenamoran?
¡Todo… todo me desenamora!
Me cuesta mucho abrirme, creo que nadie me llega a conocer del todo, salvo mi familia
¿Serás muy idealista?
Sí, soy muy idealista. ¡Soy de la generación Cris Morena! Ya te dije (risas).
¿Qué te enamora?
Me enamora alguien compañero. Quiero llegar a casa y divertirme, sentir que estoy contenta. No que haya una pelea por cosas que me molestan, escenas de celos. Tal vez es que tengo más ganas de estar con alguien que ganas de estar con esa persona. Yo soy muy de la pareja, muy de la familia, me cuesta mucho abrirme, creo que nadie me llega a conocer del todo, salvo mi familia, no me llegás a sacar la ficha tan rápido.
¿Te dejás cuidar?
No me dejo cuidar. Tampoco no encontré a nadie que me cuide o me quiera cuidar.
¡Tenés 25, ya va a llegar!
Igual estoy súper relajada, pero me río de las situaciones que vivo, no las puedo creer.
¿En qué sentido?
Es que a veces me siento una vieja en el cuerpo de una chica joven. Me siento desfasada con mi generación, usan términos que no entiendo, hacen cosas que no entiendo.
La exposición mediática debe de complicar que quienes se te acercan lo hagan por vos y no por el personaje.
Sí, además que si yo no dejo que me conozcan, estoy dando pie a que me conozcan por lo que ven. Pero no me sale fácil contarte lo que me pasa o cómo soy realmente. Todo el mundo piensa que soy muy segura pero no.
No miro lo que hago, porque nunca me va a gustar. Prefiero no ver nada y avanzar
¡Aparentás todo lo contrario!
Sí, la gente piensa que creo que estoy rebuena, pero nada que ver. Soy muy insegura.
Decís que trabajás mucho para tener esta figura, ¿no?
Yo intento gustarme a mí porque me cuesta tanto gustarme que no me puedo preocupar por gustarle al otro.
¡¿Vas a decirnos que te mirás al espejo y no te gustás?!
No, no me gusto. Y hasta hace poco no tenía espejo en mi casa, nunca me gusta la imagen que me devuelve el espejo. Por eso no miro lo que hago en televisión, porque nunca me va a gustar, nunca me voy a aprobar. Entonces, bastardearme me hace peor, me hace retroceder. Prefiero no ver nada y avanzar, como un caballo.
¿En qué es experta?
En hacer regalos, me gusta mucho regalar. Soy buena observadora y disfruto de hacer sentir bien a las personas. Entonces me voy a comprar algo para mí y termino comprando algo para mi mamá, por ejemplo. Soy muy de mi familia, tampoco ando regalando a todo el mundo.