Mientras se hace esta producción de fotos, van y vienen sus anécdotas con Julio Iglesias, Xuxa y Luis Miguel, entre otros, y las primicias y datos sobre los famosos locales (¡que no podemos repetir!). Marcela Tauro disfruta de dar detalles jugosos, como si fuera una charla de café con amigas. También está acostumbrada a ser ella misma la protagonista de la noticia o del rumor. Como cuando hace poco pasó a saludar a quien había sido su obstetra y los que la vieron entrar al consultorio no pudieron evitar preguntarle al médico si había ido para hacerse un tratamiento de fertilización.
¿Se te cruzó la idea de tener un bebé?
Ya estoy grande. No, no se me cruzó. Como estoy en pareja hace dos años y él (Martín Bissio, 30) es más chico que yo y no tiene hijos, fue un tema hablado. La verdad es que yo no imaginé que iba a ser tan madraza, me encanta ser madre pero no, no me veo. Además creo que no me veo porque la pasé mal.
Juan Cruz nació en la semana 32 de gestación, estuvo en neonatología más de un mes, y vos, varios días en terapia intensiva…
Sí, como que Dios me dio la oportunidad, tanto a mí como al nene. En el fondo me quedó el resquemor y no quiero desafiar a la naturaleza.
Decís que tu hijo te salvó la vida…
Siempre se lo digo a él y le agradezco por estar en mi vida, porque yo siento que es un ángel, vino a enseñarme muchas cosas.
¿Qué cosas, por ejemplo?
Me volví mucho más demostrativa, más afectuosa. Estoy pegoteada todo el tiempo, le doy besos, le digo que lo amo. Juego mucho con él, me río mucho.
¿Cómo te sentiste cuando pasaste de un embarazo que venía muy bien a una cesárea de urgencia?
Tenés que sacar fuerzas, primero para luchar, para sobrevivir y después por el nene, que estuvo internado mucho más que yo. En ese momento no pensé en lo malo que podía pasar. Con el tiempo es como que te vienen flashes. Siempre le preguntaba a la pediatra si estar tanto tiempo en neonatología o cableado le generaría un trauma y me decía que no, que el trauma me quedó más a mí, de haberme ido sola de la clínica o de que lo vi cuando nació y después lo volví a ver recién a los cuatro días.
¿Pudiste analizar por qué o para qué se dio así el nacimiento de tu hijo?
El porqué no me lo pregunto. El para qué sí, me parece que fue para que bajara un cambio, para que escuchara más. Yo me sentí más identificada con las mujeres después de eso y bajé diez cambios. Antes era más distante.
¿Juzgabas más?
¡Seguramente, sí! Sí, era más peleadora y juzgaba mucho. Eso me humanizó.
Ahora Juan Cruz tiene 12, ¿cómo es tener un hijo preadolescente?
Él está con todos los cambios y me hace preguntas terribles.
¿Por ejemplo?
De sexo, todo el tiempo. Él me tomó lección, a ver si yo sabía (risas). Creo que ahora me viene la peor etapa, la del despegue. Lo veo grande para algunas cosas, y para otras, muy bebote.
¿Qué le pasa a él teniendo que compartirte con tu novio?
La verdad que se lleva bárbaro.
Hace unos años decías que no querías salir con alguien muy joven porque te daba miedo pasarla bien un rato y después terminar sufriendo.
Lo que pasa es que ahora me tomo las cosas de otra manera, me parece que en esa etapa yo pensaba a futuro y ahora cambié, no pienso tanto a futuro, disfruto el hoy. Al principio me costó muchísimo con cosas como “vas a querer tener hijos y yo no voy a tener más”.
¿Te vas a casar el año que viene, como se dijo?
Dije que me comprometía. Pero el casamiento no sería el año que viene (carcajada).
¿Ustedes conviven?
No, él vive en Rosario.
¿Sigue allá?
¡Sí! Convivimos los fines de semana. Soy miedosa;si está todo tan bien, para qué lo vamos a modificar. Él adora a mi hijo y se lleva genial, pero es mi hijo y se ven un rato, no es lo mismo que algo cotidiano. No hay que apurar las cosas, y por suerte piensa lo mismo que yo. Sabemos que va para largo.
¿Lo sentís?
¡Sí! Y sé que si me pasa algo ahora, él viene, y lo mismo al revés. Eso lo fuimos aprendiendo también.
¿Es cierto que te relajaste respecto de la mirada de los otros?
Sí, a mí siempre me importó mucho, y ahora me súper relajé.
Quien está cerca de los famosos, casi por ósmosis, termina sintiéndose famoso. ¿Te pasó alguna vez?
No, siempre tuve los pies en la tierra; tiene que ver con mi familia y el empezar en la gráfica.
Convivimos los fines de semana. Si está todo tan bien, para qué lo vamos a modificar. Sabemos que va para largo.
¿Llegar a la tele era una meta para vos?
No, nunca lo había pensado, llegué de casualidad porque Jorge (Rial) le dijo a Lucho (Avilés) de mí. Se había ido Marcela Berbari de Indiscreciones; siempre reemplazo a una Marcela, en ese momento era Berbari, después en Intrusos fue Marcela Coronel (se ríe). Al principio era una piedra, de hecho, volví a revista Gente y me llamaron para hacer un programa que se llamaba Telepasillo, que pagaban menos de lo que yo ganaba y tenía que dejar la revista y fue “¿Qué hago?”. Hasta que dije: “Lo hago a ver qué pasa”.
¿En qué momento sentiste que vos eras un personaje del medio?
Hace muy pocos años, cinco años, ponele. Y no termino de registrarlo, siempre me lo dicen otros. Nunca me lo compré.
Después de tantos chimentos, ¿hay algo de lo que te arrepientas?
Sí, y está bien que me pase. Porque a veces opinando lastimás más que dando una información, y después digo para qué, con qué necesidad dije esto. Si me mandé una fuerte, llamo a la persona en cuestión. También he pedido disculpas públicamente.
¿Cuáles son los límites?
A mí el nacimiento de Juan Cruz me cambió la cabeza, yo antes era re competitiva.
¿Y te sigue interesando el periodismo de espectáculos?
No sé si me divierte tanto, yo trato de tomármelo como una novela, hay cosas que me las tomo con humor y me río, cosa que antes no hacía. ¡Pero ves cada situación!
Por eso te preguntaba por tus límites, porque cuando empezaste en la tele, las cosas eran distintas.
Me parece que en la época de Lucho se tomaba más en serio todo, ahora es un show. Pero son más los momentos en que me divierte.
Muchas peleas que he tenido con Jorge eran choques conmigo misma. Con Moria aprendí a no dramatizar todo.
Se te ve más relajada con Moria en la conducción de Intrusos.
Es que Moria se ríe de todo, opina ella, entonces decís: “No puedo creer las cosas que está diciendo”. Como cuando dijo que el hijo de Tinelli era extraterrestre y nosotros preguntamos cuál… ¡Para qué preguntamos! (se ríe). Estábamos tentados porque no podíamos creer lo que decía, era divertido para nosotros, pero lo que es divertido para uno puede no serlo para los otros.
Vos venís haciendo una búsqueda espiritual y eso se debe chocar bastante con tu labor diaria, ¿no?
¡Todo el tiempo! Creo que muchas peleas que he tenido con Jorge eran choques conmigo misma. Y lo que pasa con Moria es que aprendí a no dramatizar todo, yo la observo en ese sentido.
¿Qué cosas te preocupan?
Muchas cosas, de hecho, por algo la gente me pregunta, me pide o me cuenta cosas. Salgo del canal y me están esperando. A veces necesitan que los escuchen, nada más.
¿A veces eso te genera impotencia?
Por supuesto, y me voy mal, pero la gente piensa que sos como de la familia porque te ve todos los días. Y yo no puedo irme sin escucharla o sin sacarme una foto. Me pasó siempre, pero mucho más a partir de que quedé embarazada, que me venían a traer estampitas, vírgenes, batitas. A mí me conmovía mucho, como me conmueve mucho hoy. Aprendí a manejarlo. Me pasan cosas. Mirá, el año pasado había una nena que estaba muy mal en el hospital Ricardo Gutiérrez. Me llamó una persona para decirme que la nena me quería ver, que le quedaban horas, un drama, estaba internada hacía mucho, la madre la había dejado.
¿Y la nena pidió verte?
Sí, antes de entrar en coma. Yo estaba hablando con una amiga mía que es asistente del padre Ignacio y le comenté lo que estaba pasando. Y me dijo: “Andá a verla y decile esto al oído”. Pedí faltar ese día al programa de Eduardo Feinmann y fui a verla.
Creo que la fama o la popularidad bien utilizadas sirven para hacer muchas cosas por la gente.
Parece que para algo sirven la fama y la popularidad, ¿no?
Yo creo que sí, bien utilizadas, sirven para hacer muchas cosas por la gente.
¿En qué es experta?
Me considero experta en escuchar a la gente. Siempre, desde chica me fue muy natural esa capacidad de prestar el oído a quien lo necesite.