En tiempos de calor y altas temperaturas, solemos sentir más sed. Ingerir la cantidad adecuada de líquido por día no solo es imprescindible para saciarla, sino que también es fundamental para reponer los niveles de hidratación, regular el funcionamiento adecuado de las células, favorecer el transporte de nutrientes, mejorar la lubricación de las articulaciones y ayudar a mantener la temperatura corporal.
Cada persona tendrá distintas necesidades de hidratación según diversos factores: edad, sexo, metabolismo, nivel de actividad física que realiza y condiciones ambientales. Estas necesidades aumentan en las personas mayores de 65 años, las que realizan mucho deporte y los niños.
“Los hábitos alimenticios poco saludables son las causas principales de las enfermedades prevenibles en todo el mundo. Es importante incorporar buenas costumbres desde la infancia, una de ellos sería priorizar el consumo de agua potable ante las aguas saborizadas o las gaseosas”, señala Moira Taicz, pediatra e integrante del equipo médico del Hospital Garrahan.
Cuando acosa la sed, las opciones para saciarla son múltiples. Los especialistas coinciden en que, para llevar adelante una dieta saludable, de todas ellas, el agua es la bebida más adecuada.
Existen varias razones para preferirla frente a las otras alternativas. La doctora Taicz explica que “cuando se transpira, tomar agua es fundamental para recuperar el líquido que se perdió. Por otra parte, las gaseosas y las aguas saborizadas contienen colorantes y aditivos que no representan ningún beneficio desde lo nutricional y, al contener azúcar, aportan las denominadas ‘calorías vacías’ que brindan saciedad sin alimentar; es decir, quitan los deseos de comer, por eso se recomiendan en adultos o niños con problemas de sobrepeso”. El agua, además, es buena para el sistema digestivo, el filtrado renal y para eliminar toxinas.
Buenas costumbres
“Hace poco organicé el cumpleaños de mi hijo en casa. Me llamó la atención que algunos chicos me pedían tomar un vaso de agua en vez de gaseosa. Me asombró mucho que la bebieran con gusto y no como si fuera un remedio amargo”, cuenta asombrada Laura Diciani.
Pese a sus beneficios ‒entre los que se incluyen, por un lado, que suele ser la alternativa más económica; y por otro, que algunos chicos logran cambiar sus hábitos de consumo‒ otros piden que se les sirva gaseosa. En muchas familias, por una cuestión de costos y de variedad, las bebidas colas ‒que hasta hace algunos años solo se ofrecían en eventos especiales como cumpleaños o fiestas‒ ahora se consumen a diario.
¿Qué consumimos los argentinos?
Una investigación realizada en el marco del XVII Congreso Latinoamericano de Nutrición en quince países, incluida la Argentina, indagó los hábitos de hidratación entre 16.276 adultos durante una semana. Los argentinos se destacaron como uno de los grupos que más líquido consumieron por día: 2,3 litros; sin embargo, solo un 0,39 (dos vasos) era de agua pura. Por otra parte, se calcula que en nuestro país se ingieren alrededor de 91,1 litros de gaseosas por año, es decir, un vaso al día por persona.
Frente a estos datos, Taicz señala que “debemos tener en cuenta que la mejor manera de incorporar hábitos saludables es practicándolos nosotros como padres. Los niños aprenden de lo que escuchan, pero fundamentalmente de lo que ven”. Por eso es importante acostumbrarlos desde pequeños a tomar agua, ofrecérselas sin esperar que la pidan o quieran tomarla. Por ejemplo, en los días de mucho calor, proponerles beber un vaso de agua fresca, sin obligarlos, pero sin darles tampoco otra opción.
“A veces me cuesta mucho tomar un vaso de agua. Aunque sé que es una opción saludable, siento que es una bebida aburrida, será por lo que nos enseñaban en el colegio acerca de que el agua era ‘inodora, incolora e ínsipida’. Sobre todo por lo de insípida, suelo elegir siempre primero una bebida cola; me gusta más, aunque también sé que incorporo calorías y azúcar”, cuenta Diego Capelle, padre de Catalina y Mateo.
Los especialistas coinciden en señalar que las gaseosas y aguas saborizadas contienen agregados de azúcares que contribuyen a una dieta rica en calorías, pero pobre en nutrientes; y su consumo en exceso aumenta el riesgo de desarrollar obesidad, trastornos del colesterol y caries, entre otros.
Todo lo anterior no implica un “no” rotundo a las gaseosas, pero sí tiende a llamar la atención para que se haga un consumo moderado de ellas. Aunque por ahora no hay bebida más saludable que el agua pura, tampoco se puede ir contra lo socialmente aceptado ni renunciar para siempre al placer de una refrescante bebida cola. Será cuestión de dosificar la cantidad y, sobre todo, de evitar tomarla todos los días.
¡Volvamos a tomar agua!
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda beber dos litros por día para lograr la regeneración celular, el transporte de sangre, la eliminación de toxinas, una buena digestión y el buen funcionamiento de corazón y riñones. El agua, además, licua la sangre.
Para los chicos de cuatro a diez años se aconseja que tomen seis vasos por día, y un poco más si hace mucho calor. En cuanto a las aguas minerales, es importante controlar que sean bacteriológica y químicamente seguras.