Ella era una psicóloga divorciada que tenía tres hijos varones. Él vendía autos y había quedado viudo. Tenía tres hijas mujeres. Juntos protagonizaron la serie Los otros y nosotros (1989 y 1990), una de las primeras producciones nacionales que se refería al tema de las familias ensambladas. Muchos la recordarán por sus actores de primera línea: Rodolfo Bebán y Silvia Montanari en el rol de la pareja; Adrián Suar, Diego torres y Germán Palacios como los hijos de ella y Gloria Carrá, Florencia Peña y Magalí Moro como las hijas de él.
Una tendencia mundial
Aunque todavía no hay suficientes estadísticas, cada vez son más las familias estilo “los tuyos, los míos y los nuestros”. En Estados Unidos, por ejemplo, el 50 por ciento de las parejas se vuelven a casar. En Inglaterra, las familias ensambladas son más numerosas: cerca del 28 por ciento de las parejas ensambladas tienen tres o más chicos, con respecto al 17 por ciento de las familias tradicionales.
En Argentina todavía hay poca información al respecto. Se estima que el 5,2 por ciento de los hogares de las ciudades están integrados por familias ensambladas, según un trabajo realizado por María Constanza Street, becaria del Conicet. Y se cree que la cifra irá aumentando a lo largo de los años. Esto no significa que sea un escenario sencillo. Según la Asociación Americana de Psicología, “el aspecto más difícil de la vida de la familia reconstituida es la crianza de los hijos”.
La voz de la experiencia
Silvia Meta tiene 48 años, está divorciada y hace 13 que se casó con Miguel, divorciado también. Ella tiene dos hijas de su primer matrimonio, de 20 y 24 años. Él tiene una hija de 20, que se lleva un mes con la hija menor de Silvia. Con mucho esfuerzo, lograron armar su nuevo hogar. Debido a su profesión –es docente‒ y a su interés en el tema, Silvia creó la página de Facebook Ensamblarse en armonía, para acompañar a otras familias que pasan por una situación similar.
Al preguntarle sobre la clave para llevarse bien entre todos, ella enseguida contesta que no cree que exista una fórmula. “En nuestro caso, realizamos mucho esfuerzo los cinco para ejercitar la tolerancia, para comprender que los chicos vienen con otros modelos de crianza y entre todos debimos generar un estilo propio en nuestro hogar. Es importante aceptar que la familia de nuestra actual pareja ya tiene un vínculo previo con los ‘ex’ y evitar competir con esa relación es muy saludable. Con el tiempo y nuestros actos, seguramente logrará también tener un vínculo de afecto con nosotros”.
Convivir o no convivir, esa es la cuestión
Uno de los dilemas que se plantean muchas parejas es cuándo es el mejor momento para mudarse todos juntos. “Si los niños son pequeños, puede ser recomendable. De todas maneras, la pareja deberá evaluar la situación antes”, sugiere Silvia. Y agregó: “Nadie viene en reemplazo de nadie. Al contrario, el aporte de cada uno será muy importante para vivir en armonía, ya que venimos de estructuras diferentes y probablemente tengamos que ejercitar la tolerancia aún más que en las familias tradicionales”.
Esta docente aprovecha todo lo aprendido durante más de una década para ayudar a superar obstáculos a otros que atraviesan situaciones similares. Sostiene que es importante recordar algo que parece simple, pero quizá pueda ser la clave para construir nuevos vínculos familiares: “Todos debemos ser protagonistas y ninguno tiene que sentirse invitado en el nuevo hogar”.
Aceptar para luego querer
En la primera etapa de la convivencia, algo que argumentan algunos padres que les sucede con respecto a los hijos de sus parejas es que les cuesta «quererlos». Lo mismo esgrimen del otro lado del mostrador: hay chicos que sienten que jamás van a sentir afecto por la nueva pareja de su mamá o papá. Según el psicólogo Mauricio Strugo, especialista en parejas y autor del libro Padres o pareja: el quiebre de la pareja al convertirse en familia, “en principio deberíamos aceptarlos. Esto implica tener una relación respetuosa con ellos”.
Esto se modifica cuando se trata de una pareja que tiene que convivir con hijos pequeños. “Si son chicos, no basta solo con respetarlos; en este caso tendremos que entender que seremos referentes tanto de lo bueno como de lo malo, o sea que, queramos o no, estaremos implicados. Puede ser muy dañino para un niño estar con un adulto compartiendo tiempo y que este solo se limite al respeto en la relación”.
El momento adecuado para mudarse
“Si estamos en un vínculo en el que nos parece que queremos empezar a compartir mayor tiempo y espacio iremos buscando la manera de compartir primero con los hijos de uno y luego con los del otro hasta que en algún momento, de a poco, se vaya produciendo el ensamblaje de estas familias. Convivir todos juntos o no dependerá de cómo se vaya dando la relación en la que, por supuesto, todos tendrán que adaptarse, pero los adultos seremos los que, entendiendo esto, tendremos que tener paciencia y no forzar nada. De esa manera, al sentirse seguros de que la pareja de su padre o madre no viene a sacarles nada sino a expandir sus vidas, los hijos aceptarán a esa persona y con trabajo la podrán incluir como alguien más con quién contar”, comentó el psicólogo especialista en parejas.
Y agrega: “Podemos vivir todos juntos en el momento en que las condiciones estén dadas para hacerlo, cuando veamos que en el tiempo compartido todo empieza a fluir y la pareja así lo decide. También puede ser un acuerdo que cada uno viva con sus hijos y compartir algunos momentos, nada más”.
Ni negar ni hacer diferencias
Uno de los argumentos que más repiten algunas de las personas que tienen una nueva pareja pero se niegan a convivir o a pasar tiempo con la familia de su nuevo compañero es que quieren “preservar” a sus hijos de una situación que podría hacerlos sentir menos queridos. “Para preservar ambas relaciones, debemos tener en cuenta que el proceso de ensamblaje lleva su tiempo. Aunque nosotros hayamos elegido a alguien y estemos convencidos de que es una persona extraordinaria, todos tendrán que acomodarse al otro, tanto los hijos como la pareja. Deben entender también que suele ser normal que al principio exista cierta resistencia, sobre todo de los niños, para con la nueva persona”, advierte Strugo.
Lo que dice el nuevo Código Civil
El nuevo Código Civil, que rige desde el 1° de agosto de 2015, establece denominaciones, derechos y obligaciones para las personas que conviven con su pareja y sus respectivos hijos, tanto si son uniones de hecho (que conviven) o matrimoniales.
Entre las funciones del progenitor “afín”, tal como se lo llama para evitar utilizar denominaciones como “padrastro” o “madrastra”, se incluyen: la cooperación en la crianza y educación de los hijos de la pareja, realizar actos cotidianos en el ámbito doméstico, tomar decisiones en situaciones de urgencia. Llevado al plano de lo cotidiano, la pareja de la mamá o del papá ahora puede firmar autorizaciones en la escuela, aunque el Código aclara que no pretende de ningún modo reemplazar el rol del padre o de la madre.
5 tips para compartir la vida
Silvia Meta, la fundadora de la página de Facebook Ensamblarse en armonía, compartió sugerencias para todos aquellos que están dando sus primeros pasos en una familia ensamblada o que ya llevan años conviviendo pero no logran el equilibrio que tanto sueñan:
✓ evitar hacer comentarios respecto del padre no conviviente;
✓ buscar una forma equitativa de cubrir las necesidades de los hijos propios y de nuestra pareja, ya sea en lo que se refiere a lo económico como respecto del tiempo que pasamos con ellos;
✓ evitar hacer diferencias entre nuestros hijos y los de nuestra pareja;
✓darles respaldo y ser responsables al asumir estos nuevos roles;
✓evitar marcar permanentemente “es mi hijo”, “es tu hijo”.
Para más información, visitá: www.facebook.com/ www.ensamblandoenarmonia.com.ar