La película shakespeare enamorado muestra al joven escritor en la búsqueda de un actor para representar a Romeo. Durante la selección, queda cautivado por un aspirante llamado Thomas Kent, quien en realidad era una mujer llamada Viola de Lesseps. Esta hija de un rico comerciante local quería actuar, pero a mediados del siglo XIV −al igual que en el antiguo teatro clásico de Grecia− las mujeres tenían prohibido el escenario. Por eso tuvo que vestirse de varón para poder cumplir su sueño.
El tiempo pasó y las cosas cambiaron; tanto, que hoy hay mujeres que desempeñan cargos que tradicionalmente estuvieron a cargo de los hombres. Por necesidad, por afición o por curiosidad, ellas siguen ganando nuevos terrenos día a día. Hay detectives privadas, carpinteras, carniceras y hasta una famosa réferi de fútbol de Primera División. Todas le ponen el hombro con empeño y sin distinción, ya sea soldar o bordar lentejuelas.
GASISTA Y PLOMERA
Silvia Colman tiene 40 años y es licenciada en Administración. Un día tuvo una mala experiencia cuando un gasista que le hizo mal, por enésima vez, un trabajo. Se anotó en un curso donde se formó como gasista, hoy tiene su matrícula, dejó la oficina y vive de su nuevo oficio.
Silvia comenta que cuando llaman al celular preguntan por “el” gasista, y al aclarar que se trata de ella misma, genera cierta sorpresa. “La diferencia es que yo soy responsable y muy prolija para trabajar, y eso es algo que entienden y valoran las amas de casa”, asegura. Además del curso mencionado, también realizó el de electricidad, refrigeración, energía alternativa, carpintería y actualmente estudia paisajismo. Asegura que todo lo que aprendió le sirve como fuente de ingresos.
EMPLEADA EN AGENCIA DE SEGURIDAD
Cecilia P. trabaja en la garita de acceso a un country. Nos cuenta que para ingresar a la empresa le exigieron tener el secundario completo y una dosis de sentido común. La capacitaron para aprender rudimentos de defensa personal, manejo de situaciones difíciles, trato con el público “y un poco de todo sobre lo que se debe y no se debe hacer”, explica esta mujer de 35 años, casada y con dos hijos.
Su tarea consiste en registrar a los que ingresan al club, tomar su patente y exigir que tengan el registro y el seguro al día. “Algunas personas me tratan con prepotencia o me insultan; en ese caso, recibo ayuda del supervisor, que les recuerda la necesidad de mantener el respeto”. Cecilia admite que estar encerrada en una pequeña cabina algunas veces le resulta monótono, pero se le iluminan los ojos cuando comenta que a ella le encanta tratar con la gente. Y recibir a los que llegan y velar por su seguridad es una manera de hacer lo que le gusta.
PILOTO COMERCIAL
Débora Altuna es entrerriana, tiene 30 años y una familia con varios pilotos. A los 16, a ella también le “picó el bichito” y decidió que también quería volar. Mientras cursaba el secundario, cada fin de semana recorría 100 kilómetros para llegar a la escuela de aviación. Cuando reunió las horas de vuelo, recibió la licencia de piloto comercial, y en Buenos Aires, la de instructor de vuelo.
Al tiempo, con las 900 habilitantes se convirtió en piloto de línea comercial de primera clase, que son las aerolíneas que todos conocemos. “Tuve la oportunidad de presentarme a una selección y no quedé entre las elegidas, pero tengo compañeras que ingresaron y hoy trabajan como pilotos en líneas aéreas importantes”. Esto nos comentó Débora, que hoy disfruta sus fines de semana volando en su pequeño avión, como cualquiera de nosotros cuando pasea en bicicleta o en auto.
TAXISTA
Isabel Chávez tiene 25 años, una hija de cuatro y acaba de ingresar a la Facultad de Derecho. Eligió esta actividad porque le da cierta libertad de horarios para buscar o llevar a su hija al jardín, o quedarse con ella si está enferma. Se reconoce muy “ducha” al volante ya que maneja desde muy chica, y también hizo un curso de mecánica en la Escuela Técnica de Motores.
Cuando le preguntamos si no teme circular por zonas peligrosas o llevar a bordo a algún pasajero molesto, dice que siempre se cruza con compañeros a los que les puede hacer una seña para hacerle saber que necesita ayuda. “Ser mujer en esta profesión tiene la ventaja de que los compañeros te cuidan, hay mucha solidaridad”, reconoce.
UNA CAMPEONA MUNDIAL
Alejandra “Locomotora” Oliveras tiene 39 años, es boxeadora profesional y figura en el libro de récords Guinness por ser la única mujer en el mundo ganadora de cuatro títulos mundiales.
Todo comenzó cuando decidió empezar a entrenar primero en su casa y más tarde en un gimnasio, donde aprendió las bases de este deporte. En aquel tiempo trabajaba como locutora en una radio de su pueblo. “Cómo me gustaría boxear y ser como Tyson”, dijo al aire. Tuvo la suerte de que la escuchara un entrenador, que se acercó a la radio preguntando quién era la que quería pelear. Le armó una pelea con otra chica. Recuerda que ver a su contrincante en el ring con los guantes puestos le generó una adrenalina impresionante. “Es como un fuego que explota en mi corazón, y siento lo mismo cada vez que escucho la campana”, explica.
Alejandra es referente para muchas mujeres que le escriben de todo el país. Hoy esta mamá de dos varones de 20 y 4 años reparte su semana entre salir a correr, dar clases de aerobox y atender a su entrenamiento de boxeo.