En armonía

Al momento de mudarse afloran tensiones y discrepancias.

¡Nos mudamos!

Al momento de mudarse afloran tensiones y discrepancias.

No pensé que iba a ser tan estresante, pero claro, yo recordaba cuando me había mudado de chica, y había sido mi mamá quien se había ocupado prácticamente de todo”, cuenta Carolina, que, a pesar de la alegría de ampliarse a un departamento más grande, sufrió el proceso. Algo similar le ocurrió a Patricia: “Mudar dos hijos, un marido y hasta un perro es un vértigo que no sé si quiero volver a atravesar”, reflexiona. Y es que entre el trabajo, la escuela, la casa y las actividades extracurriculares de los chicos, la sensación es de que no queda tiempo para nada. Menos para organizar una mudanza. ¿Cómo se hace, entonces, para atravesarla y salir airosos? ¿Será que existe alguna manera de alivianarla y hacerla más llevadera?



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Nuevas formas de mudarse

“La organización, la anticipación y la planificación son algunos de los factores principales que ayudan a sobrellevar una situación de estrés. Para acompañar este escenario, es aconsejable poder prever la mudanza y comenzar a planearla con tiempo suficiente”, advierte la psicóloga Analía Guarini Benedetti. Sin embargo, mientras algunos años atrás se contrataban los fletes con un mes de antelación, hoy hay quienes eligen coordinarlos solo 24 horas antes. De hecho, Paola Marino, encargada de logística de La Mudadora, cuenta que organizaron traslados de CABA a la provincia de Buenos Aires de un día para el otro. Será cuestión de gustos y posibilidades, aunque no es lo aconsejable. Lo que se sugiere es reservarlo mínimamente 15 días antes, para no estar corriendo ni tampoco tener la casa desorganizada con tanta antelación.

Es importante también, de haber niños, explicarles lo que va a suceder, para transmitirles seguridad e involucrar a todos en el proceso de guardado, asignando tareas. Los más pequeños pueden separar los artículos menos frágiles, y los adolescentes, ayudar con la vajilla y los muebles. A su vez, es un buen momento para valorar lo que se tiene y, en lugar de tirar, optar por donar lo que ya no va a hacer falta. Además, se pueden proponer juegos, como elegir un color y un nombre distinto para identificar cada caja, lo que luego va a ser fundamental para encontrar las pertenencias de cada uno.

Es clave ocuparse antes de pintar el nuevo lugar, para evitar convivir con el olor y el desorden, y reservar algo de dinero para arreglos imprevistos.

Por otro lado, las empresas de mudanzas facilitan el material para que cada cliente pueda embalar, que consiste en percheros (se lleva la ropa en perchas y se devuelven en el día) y cajas descartables (que llegaron para suplir a los canastos y permiten que las familias se acomoden a su tiempo).

La novedad es que ahora algunas mudadoras ofrecen el servicio de embalaje. En este servicio el cliente no hace nada.

La mudadora se encarga de desarmar la casa y volver a armarla en el próximo sitio tal como estaba.

Mandan, incluso, carpinteros y electricistas.

Hacen un combo para que la gente se estrese lo menos posible y resolverle todos los temas.

Es cierto que el costo se encarece, por lo que muchas personas siguen optando solamente por el traslado express.



Mezcla de nostalgia y alegría

A pesar de que muchas veces el cambio de hogar es buscado, no siempre todo lo que implica dejar un sitio para instalarse en otro es disfrutable. Más aun cuando la economía familiar obliga a tomar decisiones como achicarse, y no solo se pone en juego el estrés de la mudanza, sino también la angustia por resignar espacio.

Los especialistas consultados aseguran que hay una tensión siempre presente en el hecho de tener que separar todas las cosas y la gente no suele saber por dónde empezar, en particular cuando no cuenta con nadie que le dé una mano y tiene que atravesarlo sola. “Desde acá, tratamos –dice Marino– de ser un poco psicólogos, porque lo que la gente necesita es contención. Les brindamos el apoyo que precisan. Tenemos que escuchar, porque dejan lugares de muchos años o, a veces, vacían casas de sus papás que ya no están. Uno carga con las emociones de todos los clientes”. Lo cierto es que hay que estar preparados para atravesar diversas emociones al revolver cajones, acomodar objetos y despedirse del barrio y sus costumbres. «Tengo 35 años y me mudé seis veces. Las últimas tres en pareja, sin embargo sobreviví, el secreto está en tomar las mudanzas como un cambio, una oportunidad e incluso una aventura y no solo como una de las situaciones mas estresantes de la vida», cuenta Ernesto Spagnolo.

“Entre algunos de los cambios que afrontamos se encuentra el dejar atrás una vivienda, gente querida y algunos bienes. Se trata de pequeños duelos que uno va realizando en favor de una adaptación”, explica Guarini Benedetti. De modo que, como toda despedida, las mudanzas generan nostalgia, sumada al temor por abandonar lo que hasta entonces fue un lugar seguro. Sin embargo, se recomienda empezar por asimilar estos sentimientos, ya que permiten reconocer y agradecer todo lo vivido en el que hasta entonces fue un hogar: los domingos de películas, los primeros pasos del bebé, las reuniones familiares. Hay que atesorar esos momentos y apostar, con ilusión, por lo que puede traer el futuro. Llegó el momento de empezar a construir recuerdos en otro lado.

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