Que la posibilidad de ahorrar la tienen aquellos que gozan de buen poder adquisitivo es una gran falacia en la que todos en algún momento caemos. Sin dudas, es más fácil sostener este enunciado que asumir que no tenemos capacidad de ahorro o que no encontramos la forma de generar ese extra que nos permita estar tranquilos ante un momento inesperado o darnos un gustito caro.
Este es el primer mito que hay que derribar, porque todos podemos ahorrar. El ahorro es un hábito que se puede aprender y que podemos transmitir al resto de la familia. Una las cosas que nos convierten en expertos es la posibilidad de desarrollar esta capacidad diariamente con cada gasto que realizamos.
Solo debemos conocer a fondo cómo son nuestras finanzas, cuáles son los gastos innecesarios y establecer prioridades. Como siempre, lo más importante es la organización. No hace falta complicarnos la vida, simplemente, en un cuaderno podemos volcar mes a mes todos los gastos de la familia.
El primer paso es establecer y listar aquellos gastos que son fijos, como pueden ser el alquiler, expensas, impuestos, medicina prepaga, colegios y préstamos, entre otros. Luego se deben incluir los gastos variables, como las tarjetas de crédito, las compras del súper, los gastos escolares y la indumentaria. En el último escalón se encuentran los no imprescindibles, como el entretenimiento, las escapadas o algún regalo.
Con los números sobre la mesa podremos tener una idea concreta del nivel de gasto familiar. Esto nos hará ver, al comparar con los ingresos, cuánto será el dinero que podremos destinar a algún tipo de ahorro. No es imposible, y una vez que empecemos, esta conducta se convertirá en una disciplina que traerá aparejado el hábito de ahorrar.
También muchos creerán que guardar poquito dinero no tiene sentido. Se equivocan, por poco que sea, cada peso suma cuando tenemos un objetivo, y nos acerca más a él. Sin dudas, establecer una meta es la mejor motivación para comenzar a ahorrar.
Las compras cotidianas también pueden contribuir a ese objetivo, pero esto es algo que las y los expertos tienen muy en claro. No se trata de comprar todas las ofertas, sino de aprovecharlas inteligentemente, stockearnos y hacer que nuestros gastos se achiquen.
Si tener esa suma en casa nos produce una tentación muy grande, lo mejor es contar con una caja de ahorro en un banco. De una manera sencilla y sin un costo exorbitante allí podremos depositar mes a mes ese extra que destinaremos a una meta mayor.
El ahorro es también una de las enseñanzas más importantes que podemos dejarles a los más jóvenes de la familia. Enseñarles cuáles son las necesidades reales, cuáles los deseos y cuáles las prioridades les permitirá que en la adultez puedan tomar las mejores decisiones financieras frente a situaciones complejas.