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CARLOS PORTALUPPI

Presencia recurrente en las ficciones nacionales.

CARLOS PORTALUPPI

“Mi vocación es el hecho hermoso de contar historias»

Presencia recurrente en las ficciones nacionales.

BIOGRAFÍA

Nació en la localidad correntina de Mercedes hace 53 años. Sea en roles protagónicos o secundarios, consigue resaltar en las ficciones en las que trabaja. Es dueño de un currículum apabullante, con decenas de obras de teatro en su haber –La guerra de los sexos, El jardín de los cerezos, Hamlet, (H) Umoris Vermicellis, Bajo Terapia, entre otras–; películas –La fuga, Whisky Romeo Zulú, Homero Manzi, un poeta en la tormenta, Hijos nuestros, Los que aman, odian– y series –Gasoleros, Vulnerables, Epitafios, Mujeres asesinas, La dueña, El marginal, Amami Alfredo, una recorrida musical por La traviata) y  es padre de Julián.

¿En qué te considerás un experto (o muy bueno)?

Haciendo asados. Aprendí de niño, viéndolo a mi padre y a Christian, mi hermano mayor, que es el número uno.

¿Qué es lo que más disfrutás hacer en tu tiempo libre?

Leer un libro, ver una película, tomar una copa de vino.

¿Cómo te imaginás dentro de 20 años?

Actuando arriba de un escenario en cualquier parte del mundo.

Si no te hubieras dedicado al espectáculo, ¿qué te habría gustado ser?

Arquitecto. Estudié hasta el cuarto año de la carrera en la Universidad Nacional de La Plata y trabajé en un estudio de arquitectura en esa misma ciudad. Era la carrera que había elegido antes de finalizar el secundario, pero descubrí el teatro. Hice las dos cosas en paralelo, pero el teatro fue más fuerte, se impuso y encontré mi verdadera vocación en el hecho hermoso de contar historias.

¿Sos usuario de redes sociales?

Sí, uso Instagram (mi usuario es @carportaluppi), y también YouTube.

¿Sos de ir al supermercado?

Sí, soy de darme mis gustos, y en general soy bastante ordenado con las compras.

¿Cuál es el mejor regalo que recibiste en tu vida?

El reloj de mi padre, que me lo dio en vida. No uso reloj, pero el suyo es de los recuerdos más lindos que tengo.

¿El mejor recuerdo de tu infancia?

El amor de mi madre, e ir parado al lado de mi padre, abrazándolo del cuello, mientras manejaba su camioneta Ford F100.

¿Un sueño pendiente?

Conocer Grecia y Egipto.

¿A qué le tenés miedo?

A no haber hecho lo suficientemente bien las cosas antes de partir.

¿Tu recuerdo más viejo?

Me acuerdo de una pelota de fútbol celeste y blanca que me regalaron mis padres en un viaje. Creo que tenía dos años. Recuerdo estar sentado en un pasto muy verde donde me hundía, casi como un colchón, y aún puedo evocar la frescura de ese momento con la pelota en mis manos y mis padres conversando con amigos en unas silletas de jardín.

¿Tus tres objetos favoritos?

Dos: el reloj que me regaló mi padre y una foto con mi hijo recién nacido.

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