Cuánto falta?”, “¿Cuándo comemos?”, “¿Cuándo llegamos?”, “Mami, mirame”, “Mami, escuchame”; seguramente todas estas frases suenan a diario en tu casa si tenés hijos pequeños. Esas personitas –que no entienden de tiempos ni de esperas– se convierten en pequeños tiranos que demandan, sin una pizca de paciencia.
Todos sabemos que los niños son muy impacientes por naturaleza. Al no tener noción del tiempo, se caracterizan por el aquí y ahora, viven en un permanente tiempo presente y no hay esperas posibles para ellos. “Los niños nacen con el requerimiento de satisfacer sus necesidades en forma inmediata. No por capricho, sino por el hecho de responder al natural instinto de supervivencia”, explica Ana Belén Farías, licenciada en Terapia Ocupacional y creadora de @mama_y_to. Tras advertir que la noción de tiempo se adquiere en forma progresiva con la maduración (“primero comprenden tiempos más inmediatos, como día y noche, luego ayer/hoy/mañana; más tarde incorporan los días de la semana, y así, paulatinamente, las estaciones y los meses del año”), la profesional asegura que uno de los retos de los padres y educadores es enseñarles que las cosas llevan su tiempo, aunque este proceso resulte largo y agotador.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando, con tanta tecnología a nuestro alrededor, nuestros hijos suponen que la vida solo se trata de hacer clic para conseguir lo que quieren? Es real que, en la última década, ha habido un aumento significativo del uso de la tecnología a más temprana edad y una dependencia casi extrema respecto de los dispositivos electrónicos.
Para los chicos de hoy, ¡todo es ya! Si quieren saber cómo se dice una palabra en otro idioma, la tableta se los dice. Si se perdieron un capítulo de su programa favorito, saben que este está disponible online para cuando lo quieran ver. Si se olvidaron de copiar la tarea en el colegio, saben que algún compañero se las mandará por WhatsApp. Ni hablar si buscan algún dato para algún trabajo práctico: Internet se los proporciona al instante. Y si bien eso es maravilloso, también es muy peligroso. Según Laura Lewin, especialista en educación e infancia, tener acceso a mucha información en cualquier momento y a la velocidad de la luz hace que nuestros niños no sepan esperar, que quieran todo ya, y eso también incluye nuestra atención.
¿Por qué es tan importante desarrollar la paciencia en los niños?
Siempre se ha dicho que la paciencia es una virtud. Saber respetar los tiempos y esperar es algo fundamental para la vida adulta. Por lo tanto, las especialistas coinciden en que enseñarles a los niños a ser pacientes los ayudará a ser perseverantes con sus metas y a continuar, sin frustrarse, frente a las dificultades. “El retraso de la gratificación o entender que ese ‘hacer’ es un proceso que no empieza y termina inmediatamente sino que se extiende en el tiempo, mejora las funciones ejecutivas. Las funciones ejecutivas son actividades mentales complejas y necesarias para planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar el comportamiento necesario para adaptarse eficazmente al entorno y para alcanzar metas”, advierte Lewin al respecto.
Sin embargo, según la capacitadora y oradora TEDx, los niños no solo deben aprender a esperar para trabajar la paciencia, sino también para desarrollar la creatividad. “En la mayoría de los casos, cuando requieren nuestra atención, buscamos algún artilugio para que se entretengan hasta que podamos atenderlos, y como estrategia salvadora recurrimos a la tecnología. Cuando les resolvemos el aburrimiento, no les damos la oportunidad de despertar su potencial creativo. En esos momentos, es fundamental invitarlos a crear, inventar, soñar y pensar”, resalta la autora del libro Fuertes y felices.
Estrategias para combatir el síndrome del “todo ya”
✓ No respondas sus demandas al instante: si bien no es bueno dejarlos esperando (no ser atendidos les crea más impaciencia e irritabilidad), cuando el niño pida algo, dejá pasar unos minutos antes de dárselo. Comenzá por un período corto y, poco a poco, aumentá los segundos.
✓ Empleá temporizadores prácticos: enseñale a medir el tiempo con un reloj, una canción o un hecho en sí. “Cuando la aguja del reloj llegue a este número”, “cuando termine la canción” o “cuando tu hermano llegue a casa” son buenas opciones para evitar los “dentro de un rato”, que solo sumarán más confusión al no manejar las nociones de tiempo.
✓ Establecé rutinas: no entienden la noción del tiempo pero sí un orden de acontecimientos. Si ellos saben que después del baño les leeremos un cuento, no se impacientarán antes porque ya sabrán cuándo eso ocurrirá.
✓ Recurrí a juegos en grupo: esperar su turno en alguna actividad los ayudará en este proceso de aprendizaje.
✓ Optá por actividades con secuencias de varios días: elegir tareas que se retomen al día siguiente para mejorar o terminar lo que se comenzó el día anterior es clave. Así lograremos que los chicos sean pacientes en un proceso y aprendan la importancia de seguir pasos.
✓ Recurrí a elementos que ayuden a visualizar el paso del tiempo: un almanaque (que indique lo que ocurrirá día a día hasta llegar a la fecha deseada), una caja con fichas o cuentas (para ir quitando de a una a medida que pasen las horas) o relojes hechos con cartulina o papel de diferentes colores (para señalar cómo deberían estar las agujas para que las cosas sucedan), son recursos de gran ayuda para reducir la ansiedad.
✓ Evitá los tiempos muertos: cuando le pidas que espere, ayudalo a llenar ese tiempo con algo. Si está entretenido, se le hará mucho más fácil la espera.
✓ Sé comprensivo y paciente: no lo apures y dejá que se tome su tiempo a la hora de hacer algo. Si te desesperás en lugar de transmitirle calma, su impaciencia se incrementará.
Los cinco beneficios
de la paciencia
• Ayuda al desarrollo personal del ser humano.
• Contribuye a mejorar las relaciones y habilidades con los demás.
• Fomenta el autocontrol y la capacidad de esfuerzo.
• Permite tolerar mejor la frustración.
• Desarrolla la empatía y ayuda a enfrentar los retos de la vida, sin agobiarse.