Las uñas están formadas principalmente por células muertas endurecidas. Las de las manos crecen unos cuatro milímetros al mes, y las de los pies, solo un milímetro, aunque esto varía de persona a persona e incluso según de qué dedo se trate. El ritmo de crecimiento responde a ciertos factores, como la época del año, la edad, herencia, el porcentaje de calcio en el organismo y otros.
Se las puede usar al natural, protegidas con una capa de brillo transparente, o pintadas con un color que las resalte y les otorgue un atractivo especial. A continuación, te vamos a contar cómo esmaltar tus uñas para que queden perfectas y también cómo tratarlas para prolongar este resultado. Para ello consultamos a Gabriela, del centro de estética Beautiful, de Pilar.
Esmaltado tradicional
Para pintarlas, se utilizan esmaltes cremosos opacos, brillantes o nacarados; al respecto, hay algunas marcas que ofrecen una duración mayor que los productos tradicionales.
Para lograr un esmaltado resistente conviene, antes, frotar suavemente la superficie de las uñas con un bloque pulidor para lograr mejor adherencia. Luego se debe eliminar el polvillo y aplicar una capa de base desde el nacimiento de la uña, empezando por el centro y continuando hacia ambos lados hasta llegar a los bordes.
Para uñas débiles, conviene elegir una base con calcio, que ayuda a evitar roturas o escamas, además de endurecer y fortalecer las uñas. Esta base también se puede usar como esmalte transparente si no se quiere pintar con color. Si la uña tiene la superficie estriada o rugosa, lo adecuado es usar una base de porcelana, que ayuda a emparejar los relieves.
Se deja secar bien la base y se aplica la primera capa de esmalte con el mismo procedimiento. Tras orear un minuto se pinta una segunda mano; hay que tener en cuenta que dos capas finas son más resistentes que dos gruesas, ya que el producto logra mayor adherencia.
Para finalizar el esmaltado se aplica la capa acrílica, que ayuda a fijar el color, dar brillo y mayor protección. Para quienes no tienen mucho tiempo o paciencia, hay productos “tres en uno” que funcionan como base, fortalecedor y brillo. Como toque final, se puede añadir una gota de acelerador de secado en cada uña, directamente sobre el esmalte o la capa protectora.
Esmaltado en gel de larga duración
Es una alternativa para pintarse en casa o en un centro de belleza, sin utilizar esmaltes especiales y lámpara o cabina de secado. Se trata de un esmaltado tradicional que ofrece duración extra; esto se logra con un kit que incluye un color en gel y una base que también actúa como capa protectora para el esmalte.
Se aplica una capa de base y dos capas de esmalte dejando secar bien entre una y otra, y se termina con una capa protectora. El resultado es una uña brillante que dura más días que una tratada con esmalte común.
Esmaltado semipermanente
Con esta solución se logran uñas de alto brillo durante aproximadamente dos a tres semanas. Debe realizarlo una experta, ya que requiere insumos y procedimientos especiales, algo más costosos que los esmaltes tradicionales. Es más caro también que una belleza de uñas tradicional, pero ofrece mejores resultados.
Para empezar, la especialista pasa con suavidad un taco pulidor sobre la superficie de las uñas, las limpia para eliminar el polvillo y aplica un sellador transparente que brinda mayor adherencia a la lámina de la uña. Luego expone las uñas a la acción de una lámpara especial de rayos UV o LED, que produce un secado y endurecimiento instantáneos. En el primer caso, se las deja durante uno o dos minutos; si la lámpara es de luces LED, solo requiere medio minuto.
Se aplica una capa de esmalte base, se endurece con la lámpara y se agregan dos capas de esmalte especial, y se seca nuevamente cada una de ellas bajo la lámpara. Este esmalte semipermanente es líquido y brillante como el tradicional y viene en los mismos colores. Para terminar, se pinta con una capa de brillo protector, luego se expone a la lámpara y se aplica un esmalte secador.
Esta técnica tiene dos aspectos a tener en cuenta: es bastante más cara que la tradicional y el esmalte es difícil de remover. Lo debe hacer una persona entrenada, que aplica un aceite para proteger las cutículas y, luego, un algodón con acetona sobre cada uña. Después las envuelve de a una en papel aluminio y deja actuar durante 15 minutos.
Como paso siguiente, el algodón se arrastra para eliminar el esmalte, y si queda algún resto se remueve con un palito de naranjo. La especialista que consultamos recomienda usar el esmaltado semipermanente no más de dos veces seguidas y dejar descansar 10 días para que la uña “respire” y recupere resistencia, ya que la acetona y el pulido las puede debilitar. En ese período de reposo conviene hidratar las uñas antes de acostarse, mojándolas en aceite tibio de almendras o de oliva, o usar un esmalte endurecedor.
Cómo elegir el esmalte
• El transparente, el rosado o el beige dan un toque elegante. Ventaja: no se nota tanto cuando se salta.
• El rojo es muy femenino y combina con todo. Desventaja: debe estar siempre impecable, ya que se nota mucho si se cuartea.
• Los tonos oscuros, como el violeta o el ciruela, destacan las manos.
• El negro se usa con uñas cortas y de forma cuadrada.
• Combinado: la “francesita” lleva las puntas de las uñas con una línea blanca y el resto traslúcido. La “medialuna” usa una base de esa forma en tono claro y el resto, en color contrastante.
• Tip especial: elegir en lo posible un esmalte con pincel grande y ancho. Esto permite lograr capas finas y parejas en apenas dos pasadas.