Todo el mundo sabe que fumar enferma el cuerpo, sin embargo, quienes lo hacen siguen adelante con este hábito autodestructivo, ¿por qué? “Las adicciones tienen múltiples causas. Por eso es tan complejo su abordaje, que debe ser integral. En general, se pone el foco en el síntoma, que es el dejar de consumir, y no en todas las variables que intervienen en esta patología”, explica el psicólogo Santiago Montiel.

Así, un apego inseguro desde niño, problemas familiares, violencia, abandono, destrato, problemas sociales, causas culturales, causas internas de la persona, pueden ser algunos disparadores de la adicción. “Las personalidades con escasos recursos de autorregulación emocional, o escasos recursos para vincularse socialmente poseen mayor predisposición a caer en una adicción”, dice el especialista.

La adicción al cigarrillo, así como otras (al alcohol, a las drogas, al juego, al trabajo, al sexo, etc.), es una enfermedad que no distingue clases sociales ni edades, justamente porque es policausal. Las motivaciones para dejar de fumar pueden ser varias, pero la salud y la intención de mejorar el vínculo familiar suelen ser las principales. “Generalmente, las personas toman conciencia de una adicción cuando tocan fondo: cuando la vida se va de control o cuando surge una complicación médica”, dice Montiel.

¿Qué esconde la adicción?

Existe mucha culpa en quienes tienen una adicción como la de fumar. “Se trata del sentimiento de la persona por sentirse en falta por experiencias pasadas, y no solo por estar haciendo algo que está mal”, sostiene Montiel. La adicción se monta entonces sobre los problemas personales que no podemos resolver y que acarreamos desde la niñez.

Quien tiene una adicción sabe que se ocasiona un daño, y eso también es motivo de culpa. Pero sentirla no siempre es algo malo: “La culpa y el dolor pueden ser motores para pedir ayuda, para conectarse con lo positivo y hacer algo por resolver el tema”, dice el psicólogo, y agrega que lo peor que se le puede decir a una persona con una adicción es que maneje su culpa y su dolor, porque eso es lo que trata de hacer cuando consume una sustancia.

Podemos entonces afirmar que una adicción como la del cigarrillo esconde una falla en el manejo de las emociones. El cigarrillo le sirve al adicto para resolver situaciones, para relajarse, por eso le es difícil ver el costado autodestructivo de fumar. “Las adicciones se caracterizan por la negación de la enfermedad, y por la dificultad para aceptar que no se las puede manejar”, sostiene. Por eso el primer paso para dejar de fumar, y quizás el más difícil, es reconocer que se trata de una conducta que atenta contra la salud, que no tiene beneficios y que no se puede dejar.

Cuando la persona acepta el problema, es necesario que pida ayuda. Para eso debe acudir al médico neumonólogo e iniciar un tratamiento, pero también realizar terapia y/o acudir a grupos de autoayuda –son gratuitos y muchos de ellos funcionan en hospitales públicos y parroquias–. “Fumadores Anónimos utiliza un programa igual al de alcohólicos anónimos, pero con el objetivo de dejar de fumar”, informa Montiel. El pedido de ayuda también incluye a familiares y amigos a los que se debe informar sobre la voluntad de dejar de fumar para que colaboren.

Recaídas

Las recaídas son algo típico en estas situaciones, por eso hay que tener paciencia y confiar en que uno podrá, eventualmente, lograr el objetivo de dejar de fumar: “Una vez que la adicción se instala se establecen patrones internos de conducta ligados a patrones neuronales complejos y arraigados que van a estar activos toda la vida. Con lo cual las recaídas son parte del proceso y así hay que entenderlas: como parte del aprendizaje, como experiencias que sirven para identificar las emociones, trabajar con ellas y modularlas”.

Sin embargo, es importante saber qué cosas debería evitar una persona con una adicción. Un adicto en recuperación tiene que aprender a manejar las emociones para que estas no gobiernen su conducta. “En las adicciones hay mucha mentira, cosas que no se ven, que no se dicen ni se dijeron nunca y aparecen a través de síntomas”, cuenta el especialista. Una adicción nunca debe reemplazarse con otra. Por el contrario, sí se puede recurrir a conductas enfocadas al autocuidado, la conexión con el cuerpo y con las emociones.

La familia

Las adicciones no son un problema exclusivo de quien las padece. En general, la familia está involucrada porque es la que transmite los patrones de conducta, los mandatos, recursos y enseñanzas; y también es quien muchas veces niega el problema. “La famlia debe enseñar los recursos para autorregularse emocionalmente, para tolerar la frustración, y convivir en la diferencia. Estas variables deben ser trabajadas por la familia”, dice Montiel.

Entonces, ¿cómo debe actuar la familia? Para Montiel, es importante que reconozcan que hay aspectos por revisar y ponerse a disposición con humildad, aceptación y mente abierta. “Los grupos de ayuda para familiares y amigos son muy importantes para que la recuperación sea un camino alegre y llevadero, no tortuoso como cuando se lo intenta solo”, concluye.