Siempre es importante cuidar a las mascotas de las inclemencias del tiempo, como el frío, la lluvia y el calor, para proteger su estado sanitario. Por eso, cuando la temperatura comienza a descender, es momento de abrigarlas. “Aunque no existe una enfermedad directamente causada por el frío, sí puede ser predisponente o agravante en enfermedades típicas de invierno o en patologías crónicas de las mascotas”, explican Lucía Moliné y María Fernanda López, veterinarias de Total Pet. Y agregan: “Para que una enfermedad se desarrolle, se deben combinar los factores individuales (propios de cada animal) y factores ambientales (propios del lugar donde este vive)”.
Las enfermedades más comúnmente relacionadas con las bajas temperaturas son las que afectan a las articulaciones y las vías aéreas. “La bronquitis crónica, la llamada ‘tos de las perreras’, la artrosis y las displasias se ven afectadas con el frío”, dice López. Por otro lado, Moliné explica que los animales gerontes o con patologías en la locomoción pueden experimentar recaídas tales como la pérdida de la destreza física y la movilidad, por eso los notamos duros al caminar.
Aunque no todos los animales cambian su comportamiento con el frío, podemos ver que muchos eligen taparse o acostarse en rincones calefaccionados. “Yo tengo un perro salchicha que cuando empieza a hacer frío no quiere salir de casa. Lo saco igual, pero si fuera por él, se queda en mi cama todo el día”, cuenta Silvia Mercado. En esos momentos es cuando conviene escuchar lo que el animal necesita para poder protegerlo.
Otro factor a tener en cuenta frente al frío es la cantidad de pelo que tiene la mascota, un aspecto clave en relación con las condiciones climáticas. Los perros de tamaño pequeño o aquellos de pelo corto necesitan mayores cuidados. Los cachorros son extremadamente vulnerables porque no regulan bien la temperatura y necesitan atenciones especiales.
Cuidados “mininos”
Pero los caninos no son los únicos que sufren el frío, y sus contrincantes gatunos también necesitan los mismos cuidados. “Muchas veces, cuando llego a casa y hace frío encuentro a mi gata Nicolasa metida debajo del acolchado. Yo pensaba que le gustaba esconderse, pero después me di cuenta de que también le gustaba el calorcito”, dice Adriana Garrido.
Entonces… ¿cómo debemos cuidarlos? Las mantas y los abrigos son excelentes aliados. Otro punto importante es aislar del piso a los animales a la hora de dormir. Para esto son de utilidad las cuchas externas, los almohadones y los moisés. Cambiar los horarios de paseo para aprovechar momentos de mayor temperatura también es recomendable.
“Incluso podemos calefaccionar las habitaciones, pero cuidando que las fuentes de calor no estén en contacto con los animales, para evitar quemaduras. No se recomiendan las almohadillas térmicas ni las bolsas de agua caliente, a menos que el veterinario las indique y le dé las instrucciones de uso al propietario de la mascota”, explica Moliné.
Conejos y animales exóticos
Aquellos que poseen animales exóticos deben tener especial cuidado con sus mascotas y consultar al especialista para saber qué necesitan según sus características. “Las especies exóticas sufren más las variaciones térmicas; los reptiles son los que más cuidados del frío requieren porque tienen sangre fría”, dice López.
En la naturaleza, los reptiles equilibran su temperatura al sol, pero, si están en un terrario, necesitan ayuda para no sufrir el frío. La temperatura ideal para estas especies se encuentra entre los 25 y los 32 grados, lo que debe ser reproducido en el terrario. “Mi veterinario me explicó cómo tenía que cuidar a mi iguana en el invierno y ahora no sufre más. Antes de eso la veía mal, casi no se movía en la pecera”, cuenta Juan Pereyra.
Las fuentes de calor recomendadas para los reptiles son los bombillos o las piedras térmicas, pero es importante asesorarse para saber qué es mejor para cada especie en particular y sus costumbres porque, de lo contrario, pueden sufrir quemaduras.
En el caso de los conejos, gracias a su pelaje, soportan mejor las bajas temperaturas que las altas. “Con ellos hay que asegurarse de que tengan la posibilidad de realizar ejercicio para incrementar la temperatura corporal, aumentar la ración diaria de comida para que tengan mayor energía y no dejarlos en lugares donde haya corrientes de aire”, concluye Moliné.