7 palabras fueron suficientes para captar la atención inmediata de las 12 mujeres que se encontraban hablando de otros temas en una habitación. “Yo no sé si quiero tener hijos”, fue todo lo que tuve que decir para tener 24 ojos posados sobre mí en menos de 5 segundos. Silencio… 12 miradas desconcertadas y atónitas por lo que acababan de escuchar.

No tardé ni 3 segundos en arrepentirme de lo que acababa de decir, «¿por qué no aprendo a reservarme mis pensamientos, a veces?». Ese simple comentario, una simple idea y elección que acababa de revelar sobre mi futuro había provocado un impacto que no esperaba y un rechazo que no predecía.

Esa frase también bastó para desatar una discusión sin rumbo alguno, y a partir de eso reflexioné sobre la cantidad de estereotipos que, sin que lo notemos, nuestra sociedad nos obliga a obedecer:

“Una mujer es una madre”

Esas fueron las palabras del presidente de Turquía en un discurso del Día de la Mujer, y aunque algunos rechazaron esta afirmación, también hay muchas personas que consciente o inconscientemente están de acuerdo con ella, tales como las 12 mujeres que me rodeaban con sus ojos anodadados.

Tanto hombres como mujeres fuimos criados con la idea de que una mujer viene al mundo para ser madre, que esta es su principal tarea y que sin ella hay una parte de su vida que nunca se habrá completado o, literalmente dicho por una conocida, nunca se “habrá explotado”.

¿Por qué explicarse?

Acompañada de la frase de 7 palabras que no tardó en llamar la atención de todas las mujeres en el cuarto, comenzaron las preguntas y los juicios. “No quieres ahora, pero en 10 años seguro que sí”, “pero, ¿no sientes que te faltará algo?” y “te vas a quedar sola”.

Afirmaciones un poco dolorosas e insultantes que no solo aquellas que elegimos no ser madres tenemos que soportar, sino a las cuales tenemos que encontrar una explicación. Justificar por qué no queremos un hijo también es algo con lo que muchas tenemos que lidiar, pero acaso ¿corresponde que nos pregunten por qué no lo deseamos? ¿Es preferible tener un hijo para no estar solo que evitar traer a alguien al mundo que no sabemos si podremos criar como se lo merecería?

La maternidad no es una obligación para todas las mujeres, aunque así parezca. Y mucho menos un camino para no «quedarnos solos», una elección a la que considero mucho más egoísta que elegir no tener hijos.

No somos un útero

Esta concepción que se tiene de que la mujer es sinónimo de madre también nos cosifica. El hecho de que nos transmitan que sin ser madres no hemos “completado la lista” nos lleva a pensar que somos seres que necesitamos reproducirnos porque de lo contrario, no seremos lo suficientemente buenas ni alcanzaremos las expectativas de una “vida bien vivida”.

¿Acaso se les cuestiona a los hombres por qué no tienen hijos?

Tener la opción no es querer

“Así como una persona con cuerdas vocales no necesariamente tiene que ser cantante de ópera, una mujer con un aparato reproductivo no necesariamente tiene que ser madre”. Es lo que muchas celebridades, como Jennifer Aniston, repiten para que su idea sea más clara y su elección personal más respetada, ya que los medios están constantemente reiterando y recordándoles a las actrices que «todavía no son madres» (como si ellas no estuvieran al tanto).

Las mujeres somos seres independientes, personas con metas, objetivos, sueños que cumplir. En ellos puede o no estar incluida la maternidad, pero el hecho de que no lo esté no significa que no vayamos a vivir una vida completa.

¿Egoístas?

A muchas mujeres se las tilda de egoístas por decidir no tener hijos. Pero ¿acaso no es más egoísta tener un hijo para cumplir con los mandamientos de la sociedad sin siquiera asegurarnos de que tenemos todos los recursos para criarlo?, o, ¿para no estar solas? Me atrevo a decir que esa forma de pensar es 100 % egoísta, mientras que en la decisión de no tener un hijo se está considerando el bienestar de esa nueva persona que vendrá al mundo antes que nada.

Además, tal y como afirma Jennifer Aniston, quien está cansada de ser cuestionada una y otra vez por su maternidad: «No tener hijos biológicos no significa que no seamos madres o que no podamos dar amor en otro sentido: que no cuidemos a nuestra mascota, a nuestros amigos, sobrinos y otros seres queridos».

Días después de haber sido víctima de esas miradas incisivas y esas palabras marcadas por la incomprensión, me siento agradecida y satisfecha de haber podido expresar mi opinión y mis deseos.

Muchas veces callamos lo que pensamos por miedo a que nos cuestionen y no nos acepten, pero para poder fortalecer nuestra opinión y que esta sea respetada es necesario elevar nuestra voz.