Las vacunas forman parte de nuestras vidas desde antes de tener uso de razón. Se recurre a ellas desde que una persona nace hasta su vejez. Su expansión se ha convertido en una estrategia fundamental de los Estados para garantizar la salud pública, al usarlas como método de prevención frente a diversas enfermedades. Sin embargo, ya desde su descubrimiento, despertaron algunos cuestionamientos y tanto voces a favor como en contra. Cuando en 1796 el médico inglés Edward Jenner realizó la primera vacunación de la historia para combatir la viruela, no faltaron las objeciones sanitarias, religiosas, científicas y políticas.
Una necesidad y un derecho
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la vacunación como “una forma simple, inocua y eficaz de protegernos contra enfermedades dañinas antes de entrar en contacto con ellas”. Pero ¿cómo funcionan? Sencillamente: están preparadas para activar las defensas naturales del cuerpo con el fin de que aprenda a resistir infecciones específicas y fortalezca el sistema inmunitario. El organismo reconoce al microbio invasor (el virus o la bacteria) y genera anticuerpos. De este modo, más adelante puede “recordar” la enfermedad y el modo de combatirla. “Tras la administración de una o más dosis quedamos protegidos, normalmente durante años, décadas o incluso para toda la vida. Por eso son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos”, sostienen desde la organización internacional.
En Argentina, el calendario nacional de vacunación se rige por la flamante ley 27.491 (promulgada en enero de este año) y está compuesto por 20 vacunas, que son tanto gratuitas como obligatorias. Es uno de los más completos del mundo. “Tenemos vacunas para todas las edades: desde el nacimiento (contra la hepatitis B), hasta los adultos mayores (la de la gripe, por ejemplo). En el medio, hay muchas que se van recibiendo en distintas etapas de la vida, la mayoría en los primeros años. Después, hay vacunas para huéspedes especiales, que se aplican por alguna condición médica; y hay otras regionales, como la de la fiebre amarilla, que son parte del calendario para quienes viven en zonas de riesgo”, detalla Alejandra Marcos, médica pediatra y coordinadora del Programa de Inmunizaciones del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires.
Si bien no se requiere orden médica para solicitarlas, en caso de tener dudas sobre el momento adecuado para la aplicación, la especialista sugiere consultar con los profesionales de los establecimientos sanitarios: “El personal está capacitado para leer el carnet de vacunación y colocar las vacunas que corresponden. Si existe alguna condición médica o si se hará algún viaje, uno debería asesorarse con el médico de cabecera”, apunta. Por eso, lo mejor es recurrir a vacunatorios, centros de salud y hospitales públicos del país.
Cuidarse entre todos
Desde sus inicios, las vacunas tuvieron opositores. En Argentina, existen grupos minoritarios que se oponen a la nueva normativa de Control de Enfermedades Prevenibles por Vacunación. Es por eso que Marcos recuerda que la vacunación es un acto individual pero también colectivo. “Primero –dice– tenés el riesgo individual de que la persona se enferme. Después, la protección es para el resto, especialmente cuando las enfermedades son altamente transmisibles y es necesario tener mucha gente vacunada, porque produce lo que llamamos el ‘efecto rebaño’, y ocurre cuando los que se pueden vacunar protegen a los que no, como los inmunodeprimidos o las embarazadas”.
Las vacunas cumplen una función social, al resguardar a las comunidades; y de no ser aplicadas se compromete a todos. “Si el virus no encuentra muchas personas que estén vacunadas, se empieza a transmitir. El sarampión es un ejemplo claro de esto: estaba prácticamente eliminado en América y ahora tenemos brotes y más casos en todo el mundo”, cuenta la médica. Y aunque sigue habiendo enfermedades en vías de ser erradicadas, como la poliomelitis, pide: “Seamos solidarios a la hora de ir a vacunarnos”. Pero, en ese marco, la ley no va a descansar en la buena voluntad de las personas. Por eso, a partir de sus modificaciones, ampliará las responsabilidades al sistema educativo, que en caso de que detectar chicos sin vacunar deberá notificar a las autoridades competentes, partiendo de la premisa de que el derecho a la salud está por encima de la decisión personal de los padres.
Para tener en cuenta
✓ Si bien existe un registro informático a nivel nacional llamado Carnet Unificado de Vacunación Digital, no todas las provincias de la Argentina lo tienen en funcionamiento, por eso es importante conservar el de cartón expedido por los vacunatorios, que tiene validez legal.
✓ Los médicos advierten que este carnet físico, donde se registran las aplicaciones, es un documento y hay que cuidarlo como tal.
✓ La nueva ley de vacunas (que fue aprobada por el Congreso, aunque aún no fue reglamentada para que comience a regir) establece que la «certificación del cumplimiento del Calendario Nacional de Vacunación debe ser requerida” para trámites como renovar el DNI, el pasaporte y la licencia de conducir; ingreso y egreso del ciclo lectivo obligatorio; y el examen preocupacional.