No hay dudas de que el mercado laboral está cambiando a un ritmo vertiginoso. Los interrogantes en torno al “trabajo del futuro” –a qué nos dedicaremos, qué profesiones dejarán de existir, cuáles surgirán, cómo adaptarnos a las nuevas tendencias– nos desvelan a todos por igual, incluso a empresas, instituciones, universidades y hasta al mismo Estado. Ahora bien, ¿a qué se deben estos cambios? En la actualidad, la globalización, la automatización y la aparición de nuevas tecnologías nos obligan a aggiornarnos y reinventarnos constantemente. “Estas transformaciones se deben tanto a factores tecnológicos como sociales. En el primer caso, los avances tecnológicos generan cambios disruptivos en todos los procesos productivos. En el segundo, tenemos el factor social y la necesidad de seguir ajustando culturas, estructuras y métodos de trabajo”, explica. Jorge Fantin, director de la Maestría en Administración de Negocios y Aplicaciones Tecnológicas en la Empresa de la Universidad Siglo 21.
“El mejor trabajo es el que disfrutamos, valoramos y hacemos con pasión y compromiso».
Lo que viene
Es razonable suponer que, en un mundo en el que la tecnología tiene un rol cada vez más preponderante, se consolidarán las profesiones y oficios relacionados con las distintas ramas de las ciencias, la ingeniería y las matemática, así como también todo lo vinculado con las aplicaciones tecnológicas. Sin embargo, según Alejandro Melamed, consultor de Recursos Humanos, el futuro está tanto en las ciencias duras como en las blandas o humanísticas. “Si bien las ciencias duras nos van a permitir tener una base para desempeñarnos en las carreras del futuro, a ellas hay que sumarles un factor fundamental como es la inteligencia emocional (la empatía, la creatividad, la innovación, el liderazgo, la comunicación, la imaginación, la improvisación, la estética, la sensibilidad, la emoción, etc.), las cuales complementarán a la tecnología, generando una necesidad de trabajo compartido”, afirma el autor del libro El futuro del trabajo y el trabajo del futuro. En el mismo sentido, Fantin asegura que, más allá de los avances que se puedan lograr en inteligencia artificial, hay cosas que solo los seres humanos podrán seguir haciendo y que ninguna máquina podrá reemplazar, como la docencia, la medicina, el arte, el deporte, la psicología, la filosofía y el trabajo social. “No imagino a un robot cuidando y dando confort a un enfermo, al frente de una sala de jardín de infantes o dirigiendo a un equipo de fútbol profesional”, explica. Y se anima a arriesgar que “en la empresa del futuro, vamos a tener dotaciones híbridas, constituidas por seres humanos y robots, por lo que los gerentes deberán contar con habilidades duras imprescindibles para manejar e interpretar los sistemas inteligentes y, al mismo tiempo, con habilidades blandas, para lograr lo mejor de cada uno de sus empleados”.
Tiempo de cambios
Está claro que la revolución de la inteligencia artificial llegará tarde o temprano y que el mercado laboral del futuro nos exigirá reinventarnos constantemente. “Ninguna profesión está inmunizada, porque todas necesitarán aggiornarse para enfrentar los nuevos retos y aprovechar las nuevas oportunidades. Por lo cual, es fundamental capacitarnos para poder reubicarnos en los nuevos puestos que se generen como consecuencia de esa revolución tecnológica”, aclara Jorge Fantin, que es, además, especialista en inteligencia artificial, estrategia empresarial y finanzas. Ahora bien, entre tantas opciones y posibilidades, ¿cómo elegir la carrera correcta?
Según Melamed, hay ciertas cuestiones que debemos tener en cuenta a la hora de decidir: aquello que amamos y nos apasiona; aquello que sabemos hacer muy bien; aquello que el mundo necesita y aquello por lo cual nos van a reconocer económicamente. “Cuando logramos integrar estos cuatro planos, encontramos nuestro mejor trabajo. Aquel que disfrutamos, valoramos y hacemos con pasión y compromiso”, concluye.