Cada mañana, Mariana Gismondi repite la misma rutina: levantarse, cambiarse apurada, preparar el desayuno, despertar a su hijo para llevarlo al colegio y de ahí, salir corriendo para no llegar tarde a su trabajo. Pero hay mañanas que son diferentes: son los días en que hay actividades especiales. “Me siento mal de no poder asistir y estar con él, sé que van a estar otros padres y madres y que ni mi esposo ni yo podremos estar porque trabajamos”, relata Mariana, licenciada en Administración de Empresas y mamá de Agustín, de seis años.
Lo curioso es que la madre de Mariana siempre trabajó, pero como tenía un consultorio en su casa, ella la sentía presente.
El caso de Elizabeth Noguera es diferente: cuando ella era chica, su mamá no trabajaba. Recién cuando estaba en el secundario, comenzó a hacerlo. Con 43 años y dos hijos, de siete y cuatro años, tiene una agenda muy organizada: los chicos van al colegio doble jornada y es el padre quien los recibe y está con ellos hasta que ella llega. Por momentos, eso le hace sentir que está en falta y, además, es la razón por la que todavía sigue sin anotarse en un gimnasio o en alguna actividad recreativa. Prefiere quedarse con sus hijos.
Fernanda, ingeniera industrial de 38 años, no suele sentirse mal. Madre de una hija de ocho y de un hijo de cuatro, reconoce: “Me gustaría tener un trabajo de menos horas, para poder estar más temprano en casa y recibirlos cuando llegan del colegio. Vuelven en combi y los recibe una señora”.
Recién por las tardes aparece un poco la culpa, cuando su hija mayor tiene que hacer tareas y ella está tan cansada que le cuesta concentrarse y ayudarla.
Fernanda se suma al grupo de madres que tampoco hace actividades físicas o recreativas para pasar más tiempo con sus hijos. “No es que me sienta en falta, sino que tengo muchas ganas de compartir tiempo con ellos”.
Florencia, de 40 años, es licenciada en Hotelería y Turismo. Tiene una hija de cuatro años, que se queda algunos días con su mamá y otros días con su esposo. Para ella, no ir a buscarla al jardín de infantes es el momento más difícil. Pero también en otra situación: “Me siento un poco culpable cuando se enferma y no me puedo quedar con ella”, comenta. A diferencia del resto de las madres entrevistadas, Florencia logró organizarse para hacer actividad física. “Voy al gimnasio, pero con mucha menos frecuencia que antes”. Su madre también trabajó cuando ella era chica.
QUÉ HACER CON EL SENTIMIENTO NEGATIVO
“Es muy común que las mujeres que trabajan y deben dejar a sus hijos al cuidado de alguien o en una guardería o jardín sientan culpa. Muchas madres quisieran no tener que hacerlo, porque en su intimidad también ellas creen que lo mejor que le puede pasar a su hijo es estar con su madre”, explicó la Dra. Claudia Lucía Borensztejn, médica psicoanalista y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
“Para sentirse menos culpable, lo primero que debe hacer es estar segura de que deja a su hijo en buenas manos, que estará bien cuidado en su ausencia, que esté con quien esté lo tratarán bien, será atendido y entendido en sus necesidades de cuidado y afecto. Segundo, tiene que sentir que lo que hace tiene sentido, que se va porque es importante para ella, para su subsistencia o para su desarrollo, y que cuando vuelva, el niño tendrá a su madre otra vez”, agregó la Dra. Borensztejn.
REALIZACIÓN PERSONAL
Quizá, las mujeres que suelen sentirse de este modo deberían tener a mano un papel que resuma las razones por las que decidieron trabajar y releerlo cada vez que se les hace un nudo en el estómago porque no pueden ir al acto de sus hijos o estar con ellos cuando tienen un poco de fiebre.
Así lo explica el Lic. en Psicología Diego Baghino, que trabaja en el Consejo Nacional de las Mujeres: “En la actualidad, es menester que la mujer trabaje, no solo por una necesidad económica, sino también porque el trabajo es una fuente de crecimiento personal, de autorrealización, y una mujer, además de ser madre, es una mujer. Es cierto que el jardín o la persona que cuida a nuestros hijos no pueden reemplazar el amor que pueden brindarle sus padres, pero también es cierto que ese niño crecerá con la imagen de una mujer fuerte, activa, autónoma, emprendedora, y eso marcará para siempre la visión que tendrá de la mujer durante toda su vida. Creo que en eso tiene que pensar una mujer cuando sale a trabajar; debe hacerlo sin culpas, sabiendo que deja un legado a su hijo”.